Tuesday, June 2, 2009

Un Mac Gyver maracucho (*)...

Una de las cosas que más me gustaba de mi trabajo en Petróleos de Venezuela (PDVSA) era la posibilidad de dictar cursos a través del CIED (Centro Internacional de Estudios y Desarrollo, filial de PDVSA), en la materia de mi especialidad (Ley de Licitaciones y Normativa de Contratación), porque además, el grupo de instructores que dictábamos los cursos teníamos una relación excelente, y tuvimos la oportunidad de participar en la redacción de la ley venezolana de Licitaciones y sus dos Reglamentos, así como de elaborar el Manual de Contratación de Petróleos de Venezuela y sus Empresas Filiales, proyecto del que fui la líder y que abarcó no solo su redacción, sino también su publicación, implantación y divulgación, con la invaluable colaboración de un grupo de profesionales fabulosísimos, que trabajaban, como yo, en las Gerencias de Contratación de cada una de las filiales.



Uno de esos cursos lo dictamos, en Puerto La Cruz (Estado Anzoátegui, Venezuela), para la gente de la Refínería de Jóse, y coincidimos tres instructores (y panísimas -cuates - colegas-) de dos de las filiales de PDSVA: José que era de la gerencia de Ingeniería de Lagoven-Maracaibo, Margot que era de la Gerencia de Contratación de Lagoven-Caracas y yo que era de la gerencia de Finanzas de Maraven-Caracas. El curso lo dictamos en los salones del mismo hotel donde estábamos alojados, un hotel recién inaugurado y muy lindo del que no logro recordar el nombre (creo que era el Cristina Suites). A cada uno nos dieron una suite que tenía cocina, un saloncito y la habitación con su cuarto de baño.


Así que la noche antes de comenzar el curso que duraría tres días, nos reunimos en el saloncito de mi habitación para dar los últimos retoques a lo que cada quien iba a exponer: José abriría el curso, yo daría todo lo relativo a cada uno de los tipos de licitación regulados por la ley y sus reglamentos y todas las contrataciones regidas por la normativa interna de la empresa, y Margot cerraría con los aspectos legales de los tipos de contratos aplicables. Eso lo teníamos clarísimo, porque a ese niño lo habíamos creado nosotros y era nuestro día a día en la oficina, pero queríamos repasar el material escrito de los participantes, las diapos, etc... Estando en ello ¡zas! se va la luz y nos quedamos a oscuras...

Margot y yo nos quedamos tan tranquis, conversando y asomándonos a la ventana para ver si era solo problema del hotel o de toda la zona, pero José empezó como un loco a pedirme cosas y a dar vueltas por la habitación, como un león enjaulado...
- Mary ¿tenéis bronceador en aceite? (Puerto La Cruz es puerto de mar, así que claro que me lo había llevado, porque al terminar de dictar el curso, me iba a pasarme los 4 días de carnaval en el hotel Maremares :D)


- Vái, traéme tu encendedor

- Esto lo soluciono yo como que me llamo José, ¡qué molleja!


Margot y yo nos mirábamos muertas de la risa, mientras lo veíamos inspeccionar la cortina luminizada del ventanal... Cuando encontró lo que buscaba, se volvió a sentar en el sofá, nos quitó el cenicero y echó en él un chorrote generoso del bronceador en aceite, mojó un hilacho largo que, según supimos, le había arrancado a la cortina, dejando fuera del aceite un cabito del hilo, al que acercó la llama del encendedor y voilà!, teníamos una lámpara de aceite improvisada por José, a quien de ahí en adelante llamamos Mac Gyver, por la serie de TV estadounidense, famosa porque su protagonista hacía cosas similares con cuanto cachivache tuviese delante...

Pasado el pánico que puso eléctrico (nunca mejor dicho) a José, nos contó que él le tenía terror a la oscuridad desde niño, que siempre dormía con la luz encendida y por eso se puso atacado cuando la luz se fue... menos mal que lo solucionó, porque estuvimos así un par de horas más y durante todo el tiempo que duró el apagón ¡fuimos los únicos que tuvimos luz! :)

Con José y Margot perdí todo contacto después de que nos echaron a todos a paletadas de PDVSA, en el 2003, en listas que aparecían periódicamente en la prensa nacional, con nuestros nombres y carnets de identidad (22.000 trabajadores de PDVSA fuimos "botados" por el tipo aquel que no se calla, según él, por "traidores a la patria", al convocar una huelga general perfectamente legal, durante diciembre de 2002). Sería fabuloso que José y Margot leyeran ésto y recuperáramos el contacto (soñar no cuesta nada, ¿vieron?)


Ya saben lo que tienen que hacer si se ven sin luz... ¡¡¡tengan siempre a mano bronceador en aceite y un encendedor!!! Un hilo más o menos gruesito siempre se consigue :)







(*) Maracucho: es el gentilicio coloquial de las personas nacidas en la ciudad venezolana de Maracaibo, capital del estado Zulia, al occidente del país. El gentilicio oficial es marabino o maracaibero.

Los paisajes son de Puerto La Cruz, Estado Anzoátegui, Venezuela, el último es una vista saltelital de la ciudad



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