Sunday, June 8, 2008

El pensamiento conservador: La negación de la ideología



Pat Buchanan: ex-asesor de los presidentes Nixon, Ford y Reagan

Por CARLOS LOPEZ DZUR

CONDADO DE ORANGE:
El pensamiento conservador se expresa en todas las naciones y culturas, con su postulado básico, a saber, que las reformas necesarias en la sociedad se realicen en forma lenta y gradual, o en el caso menos deseable, que se preserve el status quo. La peor de todas las ideologías de Conservatism / Conservadorismo / es la que, retrógradamente, busca el regreso a los valores de una época anterior, «the status quo ante». El pensamiento conservador suele definirse, en el mejor de los sentidos, como «el mantenimiento de la ecología social» (Roger Scruton), «la política de la demora, el propósito por el cual se preserva en su ser, tan prolongadamente como sea posible, la vida y la salud del organismo social». Y, a su vez, Russell Kirk, en sus Ten Conservative Principles, llama al Conservatism, «la negación de la ideología».




Ronald Reagan


Es importante estudiar el pensamiento conservador en cuanto hay algo lógicamente contradictorio en éste. El conservadorismo es una ideología, pero se concibe como una negación. Lo mportante es entender qué es concretamente lo que niega, por su asco por lo ideológico, cómo lo hace y con qué se quiere quedar. Que es lo que preserva. Al no poder negar la cruz de su parroquia, los conservadores profesan la fe en el status quo, el culto a la situación presente. Ningún pensamiento conservador es de veras profundo, precisamente, porque quiere ser irracionalista, antidialéctico y, en esencia, cultivar el miedo al cambio. O su obstrucción. El conservadorismo es «menos una doctrina política que un hábito mental, un modo de sentimiento, una manera de vivir». Y esta actitud es difícilmente justificable por las mayorías, en muchos de sus aspectos, especialmente los políticos. Los políticos conservadores son demagogos con quienes se puede debatir fácilmente y sacarles de quicio. Son irracionalistas y pensadores fraudulentos. Uno muy conocido en la escena norteamericana es Rush Limbaugh.



Al Franken es uno de los autores anti-conservadores que destaca por cómo pone en evidencia, con la franqueza de su libro sobre Rush Limbaug, portavoz de los Conservadores Reaganitas, el tipo de pensamiento del que hablamos y que no es otra cosa que la racionalización ideológica de la viejas y nuevas Derechas. Hay, ciertamente, algunas cosas valiosas de las pasadas tradiciones, en particular, hábitos y actitudes con profundos significados; pero, estructuralmente, también rémoras al avance y al progreso que lesionan el Bien Común. Cuando el término «conservador» cuaja y se populariza han sucedido ya todas cosas: la cultura europea entró en la Edad de la Razón («Age of Reason»), una de cuyas consecuencias fue la Revolución Francesa de 1789 y es de entonces, que «that conservatism began to rise as a distinct attitude». Quienes dan su aire ideológico, en nombre de los postulados de Armon1a Social, Bien Común y Balance Político, son dos enemigos de la Revolución Francesa, el teólogo anglicano Richard Hooker y, más tarde, Edmund Burke, quien con sus Reflections on the Revolution in France desenmascara las agendas políticas del conservadorismo que, hipócritamente, se presentó como carente de ideología y apolítico. En conjunto, todos y cada uno de los conservadores exponen ideas en contra del Siglo de las Luces, la idea de Modernidad, la idea de rebelión contra el Estado y valoran las costumbres, creencias e instituciones heredaras, creyéndolas mejores que las que pulsan por abrirse paso.

Es cierto que cambiar instituciones y costumbres es temible. En especial, cuando tal cambio quita a individuos de condiciones de privilegio. O de sus amparos para cometer oprobio. Esto es precisamente lo que teme el conservador, perder el poder que lo ha sostenido o sostuvo. James Henry, en sus ensayos de 1887, escribió: «El mundo se indigna con los reformadores e innovadores, no porque esté en él lo justo, sino porque ya está hecho al mal». Casi en cual quier época, el status quo ha estado plagado de abusos y corrupciones y, precisamente, ha tocado el innovador y al reformador radical que las desafíe y combata aunque ellos terminen siendo los clasificados como herejes.

En este ensayo, expondré sobre el pensamiento conservador americano., no ignorando que arranca del radicalismo religioso de la Reforma Protestante y que, en los primeros decenios de 1800, ha tenido variedad de perfiles.. Es muy fácil que se caiga en las redes sofísticas del Conservadorismo de Derecha porque éste incorpora varias ideas ideológicas que, paradójicamente, fueron creadas gracias al pensamiento liberal y el pensamiento político progresista y moderno, por ejemplo, la idea del Estado nacional soberano.

Los conservadores hilan delgado ante el tema porque su concepción de la patria y la república es burguesa y los conservadores extremos hoy optan por una corporatocracia, arropada en sus banderas nacionales, aunque su ambición sea imperial e intervencionista. Muchos conservadores estadounidenses enfatizan en los intereses agrarios, las virtudes de la vida rural y los valores de su folclor y personalidad patria; pero, en el gobierno, legislan en favor de cliques corporativas. Su nacionalismo es una cortina de humo. Su patriotería se reduce a invocar su bandera nacional, sus héroes de invocabilidad argciosa y folkways.

Independientemente, de nombres de los pensadores conservadores del pasado, de Abraham Kuyper a John Mayor, de R. Burke a David Hume, de Robert Peel a Disraeli, expondré someramente sobre lo que Martin Barker ha llamado el «nuevo racismo» de los Neo-Cons, que es la ideología de la Nueva Derecha conservadora en la sociedad norteamericana. Robert Crunden estudia a estos especímenes Neo-Cons en The Superfluous Men: Critics of American Culture, 1900-1945, libro publicado en 1999, que, hoy por hoy, se placen en hablar por las bocas de salivosos energúmenos como Rush Limbaugh y Pat Buchanan.

CORRELATOS RACISTAS: Los estudios tienden a indicar que el conservador es más racista que el liberal. J. Sidanius, F. Pratto y L. Bobo, en investigación publicada en 1996 en la revista Journal of Personality and Social Psychology, encontraron que el conservadorismo político y el racismo es más fuerte entre la gente bien educada y, no entre los menos educados, que es la gente humilde y pobre y al preguntarse el por qué, Sidanius y sus colega explica que los conservadores tienden a estar investidos dentro de la estructura jerárquica de la sociedad y preocupados por mantener la desigualdad del status quo predominante en la sociedad.

CORRELATOS ANTI-INTELECTUALISTAS: Los neo-cons lanzan fieros ataques contra la Razón, el método científico, el laicismo, las mayorías, la compasión y la modernidad. Tienen su especial espíritu de grupo; pero centran su atractividad dizque defendiendo los derechos del individuo, al que deifican en cuanto es un propietario. Casi siempre manipulan el sentido examinador y crítico; les gustaría que volviera la Inquisición a formular un Index Prohibitorum de censura de libros. Así, por ejemplo, tenemos un vocero de esta acitud con el profesor Benjamin Wiker, PhD, quien es el autor de Ten Books That Screwed Up the World (and Five Others That Didn't Help). Con un libro como éste, editado y promocionado como un análisis de los «diez libros más destructivos jamás escritos», «opuestos diabólicos de los grandes libros», el pensamiento conservador ventila con jactancia sus ataques contra: Nicolás Maquiavelo («El Príncipe»), Thomas Hobbes, Juan J. Rousseau («Discourse on the Origin and Foundations of Inequality Among Men»), René Descartes «El Discuso del método»), Carlos Marx y su Manifiesto Comunista, John Stuart Mill (su libro sobre el «Utilitarianismo»), Vladimir Lenin, Carlos Darwin, Federico Nietzsche («Más allá del Bien y el Mal»), Sigmundo Freud («The Future of an Illusion»), Margaret Mead, Alfred Kinsey («Sexual Behavior in the Human Male»), Betty Fridan («The Feminine Mystique») y otros.

Uno puede entender que ciertos autores, entre éstos, contengan ideas equivocadas, enmendables y sujetas a futuro examen y enriquecimiento. Otra cosa es aducir que son malignas y que su expositor no tuvo el derecho a plantearlas. El conservador tiende a pensar que sobre los malos hábitos y las malas instituciones es mejor no hablar y muchos menos que se concluya que se deben «romper», «anular del todo» y «enmendarlos». Tardíamente puede que comprenda que son enmendables. Pensemos, por ejemplo, en el mal hábito de la obediencia ciega y la mala institución de la guerra. Un liberal puede que concluya que es mejor anular del todo la institución militar y la obediencia ciega. Un conservador preservará la institución y llamará al prerrequisito de la obediencia ciega una virtud patriótica. La guerra quiere el rango de costumbre e instución promovida; pero, es memorable el hecho de que muchos vicios arcaicos, como el apetito de matar entre los hombres tribales, es la costumbre perpetuada. Una conservación institucionalizada que va en contra del primer mandamiento bíblico. No matarás. Es la perpetuación de la Ley del Talión.

LAS VOCES NEO-CONS: Entre los llamdos pensadores («conservative thinkers») de nuestro tiempo, el movimiento Neo-Cons menciona a Robert Novak, Michelle Malkin, L. Brent Bozell, Terence Jeffrey, Bruce Bartlett, Thomas Sowell, David Limbaugh, Oliver North, Pat Buchanan y otros.


El síndrome SDO: La Orientación a la Dominación Social (SDO, por sus siglas inglesas) es una de las cosas que el conservadorismo preserva. Definido éste, como una manera de sentir y pensar, la sicóloga Felicia Pratto y su equipo han adjuntado evidencia para describir esta mentalidad socialmente perversa. No hay ningún humanismo que justifique lo que pretende un ciudadano cualquiera cuando el síndrome de dominación social sustituye realmente las virtudes sociales. La SDO es na actitud hacia las interrelaciones de grupo que oculta en sí, pero extiende con disimulo retórico el deseo de dominio sobre otro grupo. Los grupos están sujetos a subordinación, a una estructura jerrquica y debe ser de este modo; unos tendrán un estatus menor y el grupo más orientado al dominio social será árbitro en la concesión de lo que merece. Por esta razón, el pensamiento conservador se reserva para sí una postura de oposición a programas y legislaciones dirigidas a promover la igualdad, en asuntos tales como «Affirmative Action, leyes sobre igualdad de derechos para homosexuales, mujeres en combate, etc.)

Los estudios de Pratto indican que una expresión intensa de la mentalidad descrita en términos de dominancia social («high SDO scores») se correlaciona a las actitudes sexistas y a los prejuicios raciales contra los negros y minorías étnicas. Este ripo de estudios sobre la Social dominance orientation se utiliza para definir y predecir las actitudes sociales y políticas y sus variables de personalidad. Un grupo de sicólogos que incluyá a W. A. Cunningham, J. B. Nezlek y M. R. Banaji, M.R. lo aplicó para determinar los fenómenos del etnocentrismo, implícito y explícito al estudiar las ideologías del prejuicio y la dinámica de opresión. J. Sidanius y otro grupo de sicólogos aplicó la noción del SDO para su estudio «Racism, conservatism, affirmative action, and intellectual sophistication: A matter of principled conservatism or group dominance?»

JUSTIFICACION DEL SISTEMA Y LA MENTALIDAD AUTORITARIA: El pensamiento conservador está asociado, por igual, a una tendencia específica de personalidad, que ha sido estudiada por J. J. Jost, j. Glaser, A. A. Kruglanski y J. F. Sulloway, quienes en 2003 encontraron que el conservadorismo político es motivado por la cognición social y cuaja con rasgos de personalidad autoritaria. Según Robert Altemeyer, las personas afectas al pensamiento conservador son, por lo general, que expresan ansiedad ante la muerte; exigen de sí una estructura personal que si bien no permita la ambiguedad y la incertidumbre (como la crearía la pobreza y los problemas agudos de la guerra y el desamparo), les evite el peligro de pérdida de auto-estima y posición. Estas personas sueñan y actúan, con miedo a lo incierto, se apegan a la ortodoxia religiosa y, políticamente, obstruyen los cambios a los que llaman las «amenazas».

Desde 1981, Altemeyer acuña para ellos el término la «mentalidad autoritaria conservadora». O autoritarismo del ala derecha (RVAs). Anteriormente, sicólogos de la Escuela de Franckfurt como --- habían estudiado la misma mentalidad

En su libro Right-wing authoritarianis, concluye que los conservadores con altos índices de RWAs, son más proclives a exigir los castigos más duros para los criminales.

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as prepackaged units of interpretation that spread because of basic human motives to understand the world, avoid existential threat, and maintain valued interpersonal relationships

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Bibliografía

Introduction a The Conservative Tradition, ed. R.J. White (London: Nicholas Kaye, 1950)

The new racism : conservatives and the ideology of the tribe / Martin Barker., 1982

Sidanius, J., Pratto, F., & Bobo, L. (1996). Racism, conservatism, affirmative action, and intellectual sophistication: A matter of principled conservatism or group dominance? en: Journal of Personality and Social Psychology 70(3), 476-490.


Pratto, F., Sidanius, J., Stallworth, L.M., & Malle, B.F. (1994). Social dominance orientation: A personality variable predicting social and political attitudes. Journal of Personality and Social Psychology, 67(4), 741-763.


Jost, J.J, Glaser, J., Kruglanski, A.A., & Sulloway, F.J. (2003). Political conservatism as motivated social cognition. Psychological Bulletin, 129(3), 339-375.


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