Tuesday, June 24, 2008

El precio sangriento del vicio




La supresión del narcotráfico es tarea en la que no sólo deben estar comprometidas las policías y ejércitos nacionales, sino todas las fuerzas vivas de una nación. Combatir el narcotráfico equivale a luchar por la soberanía real del Estado-nación y la defensa del buen nombre de cada patria.

Por CARLOS LOPEZ DZUR

Para mucha gente, el disfrute de una adicción narcótica es simplemente un gozo personal. Cosa de su privado gusto. Asumen que tienen el «derecho» a esa evasión. Total, son ellos los que pagan y se arriesgan. Confían que es un acto libre y privado que no tendrá ninguna trascendencia porque saben cuando dejar el consumo. Creen que no hacen daño a nadie, sólo a sí mismos, a sus bolsillos, en caso que su adquisición de marihuana, cocaína o metanfetaminas, afectara su salud algún día o su economía. ¡Pero están equivocados!

Consumir drogas ilegales es una complicidad con un conspirador. Con un enemigo social. El narcotráfico es la forma más generalizada de terrorismo. En los albores del año 2,000, según estudios del FBI, el 5% de todos los asesinatos en los EE.UU. estuvo relacionado con el consumo o venta de drogas. El Programa de Información Uniforme de Crímenes (UCR) del Buró Federal de Investigaciones (FBI) indica que el 4.0% de los 14,860 homicidios cometidos en 2005 ocurrieron en circunstancias relacionadas a narcóticos, como son la comisión de una felonía, manufactura y tráfico de drogas. En el año de 1989, el porcentaje de homicidio relacionados arribó a 7.4% y ha ido descendiendo. Los homicidios durante los años de 1990 a 1995 configuraron totales promedios anuales entre 20,273 y 20,232 homicidios antes del descenso, lo que es indicativo de lo violento que es la nación. Ver Tablas

Además, el FBI informa que las víctimas violentas de su consumo o del ofensor se desglosan del siguiente modo, durante el periodo del 1992 al 2001, exclusivamente en el renglón de drogas (sin incluir licor): los blancos u anglosajones, 9%; similar proporción los indígenas; 11% de los afromericanos y 8% los asiáticos. El 14% de los adultos que están en libertad bajo palabras («probatoniers») estaban bajo el efecto de las drogas cuando delinquieron, según se refleja en las tendencias estadísticas de 1995 al 1998. Las estadísticas de salud mental, según un informe de 1999, indican que el 49% de las personas en libertad bajo palabra sufríann padecimientos mentales y otro 46% había consumido alcohol o drogas cuando cometió la ofensa. Para el año 2004, en las prisiones federales, el 24% de los presos son drogadictos violentos; otro 32% ofensores a la ley de drogas. En las cárceles estatales de la nación, según informes de salud mental del 2006, cerca del 74% tenía un problema de salud mental y el 56% sin el problema eran dependientes del alcohol o las drogas.

Lo que ésto implica es que las drogas, como el alcohol, son detonantes de violencia y un gravamen más para las tensiones que acarrea la gente con problemas de salud mental. Quien vende drogas a sujetos vulnerables como los alcohólicos y los afligidos por depresiones emocionales severas comete tácitamente un doble mal: el riesgo de que su cliente cometa un delito y agrave su propio mal de salud. El delito que comete un enfermo mental, o una persona inducida a un estado de irracionalidad momentánea, no exime de culpa o responsabilidad al que provee drogas. El narcotraficante es copartícipe oculto, lo reconozca o no.

El delito bajo el efecto de las drogas es un patrón que se repite entre ofensoras del sexo femenino. Un informe de Abril de 1999 explica: «Abused State inmates were more likely than those reporting no abuse to have been using illegal drugs at the time of their offense. This pattern occurred especially among female inmates. Forty-six percent of the abused women committed their current offense under the influence of illegal drugs. Among women who were not abused, 32% committed their offense while on drugs» [En las prisiones estatales, quienes consumieron drogas fueron más propensos que los no adictos al tiempo de cometer su delito. El patrón ocurre especialmente entre internas. Un 46% de las adictas delinquieron mientras estaban bajo la influencia de drogas ilícitas. Entre las no severamente adictas, el 32% delinquieron cuando estaban drogadas].

La periodista Rosalind Muhummad, basándose en una serie reveladora de artículos investigativos del Mercury News, de San José, señala que las redes asociadas a la droga de la CIA canalizaron los primeros enlaces de los Carteles de Droga entre Colombia y los vecindarios negros de Compton y Los Angeles. El gobierno de los EE.UU., por largos períodos, ha tenido el objetivo rezagar las comunidades afroamericanas. El artículo «Secret ties between CIA, drugs revealed» tiene un subtitular que resume: «Por casi una década, la CIA ha ayudado a esparcir cocaína crack en los ghethos negros».

UNA MANERA SIMPLISTA y politiquera, que es común en el discurso sobre el problema de las drogas es echar la culpa al Tercer Mundo del problema. La permeabilidad de la frontera México-Estadounidense que permite el arribo de millones de trabajadores indocumentados se utiliza a menudo como pretexto para decir que el narcotráfico es un problema de importación que no tiene un componente estadounidense, el apetito voraz de los consumidores de droga. En realidad, el fenómeno del narcotráfico es trágico para ambas naciones vecinas porque tanta gente mata aquí como allá. Y, en rigor, muchas de las víctimas son servidores públicos. Policías, por ejemplo. No digamos los ya mencionados estragos que hace en la comunidad.

En un reciente artículo publicado por The Laguna Journal Newspaper, bajo la rúbrica de Michael Webster, se cita al director del FBI, Robert Mueller, explicando que las pandillas establecidas en los Estados Unidos están «más organizadas, más violentas y esparcidas que nunca antes». Se ha calculado que hay, en este momento, unas 30,000 pandillas, con más de 800,000 miembros en la nación y que representan «una creciente amenaza a la seguridad de todos los estadounidenses». Mueller y Webster las asocia al narcotráfico y asumen, a juzgar ya por el título del artículo «Dangerous Mexican / U.S. Criminal Enterprises Operating Along the Dangerous Mexican / U.S. Mexican Border» que son parte de los ominosos sindicatos de drogas mexicanos, emergidas «en años recientes como los narcotraficantes más peligrosos y políticamente influyentes del hemisferio occidental si no del mundo». Han dejado ya cortitas a sus homónimas de Cali, Colombia. Los carteles mexicanos son distribuidores, transportadores de cocaína, marijuana y metanfetaminas, pero ya también están produciendo heroína en los EE.UU. y dedicándose al tráfico ilegal de indocumentados, dice el artículo.

PROBLEMA BINACIONAL: En México se vive una verdadera guerra civil. Un interno desastre. Desde diciembre de 2006, a partir de la decisión del Presidente Felipe Calderón de declarar una guerra sin cuartel a los capos de narcotráfico, más de 4,000 personas han sido asesinadas. Calderón ha colocado 25, 000 tropas de la policía federal en distintos puntos de la nación mexicana para frenar el poder que los Carteles del Narcotráfico ganan para dispensar el vicio y el consumo. En lo que va de este año (2008) más de 1,600 personas han sido asesinadas, un ritmo de matanza más acelerado que el año 2007.

El intento de reestructura del Cártel de Narcotráfico en Michoacán, entre 2005 a 2006, produjo el asesinato de cerca de 500 personas como resultado de disputas por el control del territorio y rivalidades entre grupos. Otras 110 personas murieron en Nuevo Laredo entre agosto a septiembre de 2005 por fricciones entre cárteles del Golfo y Sinaloa. Con las iniciativas antidrogas del Presidente Felipe Calderón, se han obtenido muchos logros en cuanto a erradicación de cultivos de marihuana, destrucción de pistas de aterrizaje clandestinas, detención de embarcaciones, naves aéreas, arrestos de mafiosos nacionales y extranjeros, confiscación de armas; pero a un costo de mucha sangre en estado como Baja California, Guerrero, Chihuahua, Michoacán, Tamaulipas, Nuevo León y Sinaloa.

Varias ciudades mexicanas se han convertido en reinos de terror. Ciudades sangrientas. El ejemplo más preclaro es Ciudad Juárez, donde la friolera de personas muertas sobrepasa las 500, desde inicios de este año. Ahora recae sobre ella el título de la Ciudad Mortal, «the most deadly city in Mexico's drug war», como la califican los reporteros internacionales. La fuerte presencia del ejército mexicano, por más bien armado que esté, no es suficiente para que la violencia se detenga. Al contrario, la enciende.

A menudo es queja de los congresistas demócratas que los medios de prensa conservadores tergiversan informes sobre el esfuerzo mexicano por combatir la violencia en la frontera y el narcotráfico. La cobertura suele ser «anti-immigrant coverage», como si fuesen los ciudadanos y trabajadores los que ocasionan secuestros y asesinatos en la frontera con México. El congresista de New York, Luis Gutiérrez, acusó frontamente a personalidades televisivas de CNN y Fox News Channel de montar una «anti-immigrant hysteria» (mencionó por ejemplo a Lou Dobbs y Glenn Beck de CNN y Bill O'Reilly, de Fox), recordándoles que informen que la violencia existe, en gran parte debida, a que en los EE.UU. «somos los consumidores; somos la causa».

En definitiva, lo que Gutiérrez trató de decir a la CNN y Fox News es lo mismo que el periodista Jorge Ramos, de Univision, dijo en palabras menos duras en su libro La otra cara de América (2000): «Contrario a la imagen de que todos los hispanos son inmigrantes indocumentados, madres solteras, pandilleros u oportunistas, la gran mayoría de los latinos forma parte de la clase media norteamericana». Y está pagando un precio muy alto por estar aquí. En los años de la depresión económica colombiana --recuerda Ramos--- y desde 1977 al 1999, por lo menos, 125 de sus periodistas más valientes, por informar sobre las actividades del narcotráfico, fueron asesinados y «son más de 850 los civiles muertos por la guerrilla y grupos paramilitares».

DESHONRA DE LA PATRIA: Hay dos formas básicas de deshonrar la patria, como suma de comunidades nacionales. Ambas son la doble vía del delito: el consumo del producto y el mercadeo por lucro del que vende droga, a poca o grande escala. Ambos colaboradores de la deshonra, el que compra y e que vende, son criminales, cómplices y merecen el desprecio y la sanción de su patria y el mundo. Son traidores tácitos de su gente. Los principales países consumidores son los EE.UU. y las naciones europeas.

La producción de drogas no es cosa exclusiva de los países del Tercer Mundo (incluyendo las naciones Centroamérica, Oriente Próximo y Sudeste Asiático), sino que los mismos países desarrollados se han unido a elaborar drogas sicotrópicas como la LSD, las anfetaminas y otras sintéticas o semi-sintéticas como el éxtasis (MDMA). Para el año 2005, los mayores productores de la hoja cannabis (la mariguana) fueron los EE.UU. y México. Entonces, en todo el mundo, habían sembradas 530,000 hectáreas de cultivos marihuaneros que produjeron 42,000 toneladas de tal sustancia.

No obstante, queda una imagen de que los EE.UU. tiene las manos limpias en cuanto a su papel productiva y resuenan como un estereotipo imborrable el discurso de Madelaine Albright, cuando fuera Secretario de Estado en los EE.UU., y acusaba a los narcotraficantes colombianos de producir más del 80% de la cocaína mundial. Acusó tanto a guerrilleros como paramilitares de financiar sus operaciones con droga. Para ese entonces se consideró a Colombia como un problema de Seguridad Nacional para los EE.UU., mas todo cuanto se hizo no resolvió el problema de inestabilidad e injusticia social en el país, sino que, entre 1996 y 2,000 hizo que 800,000 escaparan para salvar sus vidas, viniéndose a los EE.UU.

Hay dos cosas que ha ido desprestigiando a los EE.UU.: una es el hedonismo de su paradigma cultural, como el vicio por las drogas; otra, su intervencionismo militar de doble estándard. El historiador John Lukacs, al referirse a las implicaciones de ésto, dijo: «El prestigio es algo más profundo que la imagen... Una persona con reputación resistirá una pérdida de poder material más fácilmente que alguien que no la tiene. El prestigio de los EE.UU. existe en todos los niveles... pero esas cosas no duran por siempre. Si en algún momento la gente se da cuenta que hay muchas cosas que en América faltan y que somos menos libres que lo que pensamos, ocurrirá una erosión del prestigio, irrespectivamente, de cuanto sea el poder material y militar que tengamos, llegado ese punto. Cuando ésto suceda,, será muy peligroso porque es mucho más difícil recobrar el prestigio que recobrar el poder. Esto es cierto en la vida de los individuos como lo es en la vida de las naciones».

El enviciamiento de Norteamérica con las drogas ilícitas es cosa que pone su prestigio de rodillas.

PANICO SOCIAL: Desprestigia al país que, al caerse en una panoia persecutoria y afán simplista, ineficaz y poco coordinado, por atrapar criminales, en realidad, se confunda a quien se busca. Hay vecindarios comunitarios, en ciudades metropolitanas, donde a cada hora es un chillido de bocinas de los carros de patrullaje, helicópteros y alardes de presencia policíaca, no siempre con prontitud para atender la emergencia; pero siempre ruidosamente. No sé ya a que teme más la gente si al escándalo policíaco, o al delito cometido. Es absurdo que se quiera dar la impresión de un peligro magnificado cuando lo peor pasó. El crimen, asalto o balacera, se cometió; pero ya pasó. Quedó el muerto, o el herido, en la calle y el rastro de los que huyeron. Entonces, ¿para qué tanto espectacularidad policíaca?

Hay otra cosa peor por lo que la gente pierde la tranquilidad. Y el Instituto Cato tiene un informe sobre el asunto: U.S. «Drug War Plague: Paramilitary Police Raids». Es un informe que indica: «As many as 40,000 times per year, American homes are raided by paramilitary police forces dressed and armed as soldiers», es decir, tantas como 40,000 veces por año, fuerzas paramilitares de la policía, vestidas y armadas como soldados, hacen redadas en hogares estadounidenses. Lo que dice el informe del Instituto Cato es sorprendente. Estas redadas han tenido un aumento del 1,300% en los pasados 25 años. La vasta mayoría de tales invasiones de residencias sólo satisfacen investigaciones de rutina («routine drug warrants»), incluyéndose delitos tan triviales como posesión de marijuana. Adicionalmente, niños y mujeres curiosos o espectadores inocentes quedan aterrorizados; otros son amenazados y en algunos han sido muertos o heridos durante las redadas. Desde mediados de 1980, se han realizado unos 300 redadas en los lugares equivocadas.

Estas redadas son innecesariamente aplicadas contra ofensores de la ley de narcóticos, no-violentos, espectadores y civiles equivocadamente hechos el objeto de terror. Sus hogares son asaltados mientras duermen. Un analista de Cato, Raldey Balko, escribió: «Usualmente, el equipo viste ropas militares y viene fuertemente armado. Se utilizan tácticas confrontativas que ocasionarán violencia en vez de aminorar los riesgos».

Otra observación que conviene hacer es que, por simplificación politiquera, se identifica al inmigrante indocumentado con un potencial narcotraficante, claro está, de cuantía menor. Un vendedor callajero. Las tácticas de redadas para buscar narcotraficantes y terroristas en los vecindarios pobres ilustra un deseo de esquivar el enfrentamiento con los criminales intelectuales del delito, los narcotraficantes de envergadura. La misma política de siempre: utilizar el terror que ocasionan las redadas para originar deportaciones. No por algo muchos críticos de los métodos policíacos para combatir las narco-mafias alegan que se trata de un cogebobos: «While the U.S. federal government has been waging a phony and hypocritical war on drugs as an easy way to increase repression in inner cities and confiscate millions of dollars in private assets through unconstitutional forfeiture laws in order to fund its burgeoning police state, it has also been an active participant in the illegal drug trade, using public resources to bring heroin and cocaine into American inner cities at least since the 1960's». El gobierno federal sólo busca una manera para espantar a los indocumentados, intensificar la represión en los suburbios pobres y confiscar propiedades locales para financiar las agencias estatales de policíacas.

PROBLEMA DE DECENIOS: Son varias décadas las que lleva el problema de las pandillas violentas y la narcodependencia en los EE.UU.. Es importante que se entienda lo que ha resultado de cultivar el pánico social como estrategia de las fuerzas de policía y cómo a éstas les ata las manos fuerzas superiores al nivel federal. Han sido las guerras civiles, alargadas por el patrocinio de los EE.UU., la que ha incitado a que vengan a la nación miles de refugiados centroamericanos. Fue en el gobierno «pelele» y corrupto de Ronald Reagan que se infiltró en las agencias un exclusivo grupo de miembros de la CIA que ha sido llamado el «Equipo Secreto», tema del libro The Secret Team: The CIA and Its Allies in Control of the United CIA

To understand how the CIA has for decades infiltrated various agencies of the United States Government, stolen property and subverted the will of Congress there is one book which is on my "must read" list. That book is The Secret Team - The CIA and its Allies in Control of the United CIA drug smuggling in Mena, AK
en 1991Jim Sabow was murdered because he caught the CIA flying drugs onto a base where he was Chief of Air Operations. Much of theevidence indicates that the cocaine arrived on the same C-130s which had been given to the Forest Service.Luis Carlos Herrera-Lizcano who was John Ford's partner way back to the original C-130 transfers out of Australia in 83-84. Herrera was the owner and CEO of Trans Latin Air and in 1994 he was indicted by the U.S. Attorney in Chicago for using C-130s to move billions of dollars of cocaine into the U.S."CIA and Subsidiaries Exposed in Court Documents As Active Drug Smugglers Using Military Aircraft Washed Through Forest Service

El CONSUMIDOR, COMPLICE DEL MAL: La drogadicción es un mal-inducido por la propaganda informal y origina importantes consecuencias sociales: el crimen, violencia, corrupción, marginización y problemas de salud. Los gobiernos responsables prohíben la producción, distribución y ventas de sustancias narcóticas ilegales. En muchos, casos toleran legalmente en otras que también pueden originar adicción: e.g., los licores y otros medicamentos por receta. Se ha advertido que los opioides recetados «a veces son mucho más fuertes que la heroína encontrada en la calle, por ejemplo, el grupo de los análogos del fentanyl». [Ver]

Cuando afirmamos que el consumidor es un cómplice del mal (la compraventa), enfatizamos que dañará sus vínculos con el mundo que está supuesto a respetar y amar. Por ejemplo, su mundo doméstico. Las riñas en el hogar suelen ser una de las experiencias más comúnmente informafas asociadas al uso de drogas. En 1998, el 25% de los encarcelados dijo que habían surgido discusiones o enfrentamientos con sus familias, amigos, cónyugues o novias y parejas mientras estaba bajo la influencia de los narcóticos. Aproximadamente, 1 de cada 5 personas en las cárceles por arrestos por violaciones a las leyes vehiculares de manejo (DWI) había sido arrestado o encarcelado por la policía como resultado de su uso de driogas. Y casi el 10% perdió su empleo por la misma causa. Un 15% de los encarcelados se vio involucrado en una pelea por causa de estar bajo influencia de las drogas.

EL NARCOTRAFICO, LA FORMA MAS PERVERSA DEL CAPITALISMO: Un afgano, desde su tierra, no puede ingeniársela para exportar el opio como mercancía a Europa y los EE.UU., sin tener una base amplia de contactos, de socios capitalistas para el negocio, del mismo modo que los peruanos y los combianos para triunfar en el hampa de la cocaína y la marihuana. Es una salida cómoda juzgar a los países exportadores (eg., Afganistán, Perú, Colombia, México, etc.) como únicos culpables del problema, si la distrubución y venta ilícita de drogas requiere de un conglomerado muy amplio de socios en el país donde su oferta tiene gran demanda. Cuando se habla del narcotráfico es justo decir hablamos de mega-empresas, ocultas en las sombras de la ilegalidad y apantalladas en un marco legalizado de sub-empresas, que mueven su producto con un valor en el mercado de 13 mil millones de dólares, al nivel de producción; el precio al mayoreo ascendía en 2003 a $94 mil millones. Un informe del año 2005, titulado United Nation World Reports, al calcular los precios de menudeo, habla de $322 billones.

Ciertamente, el narcotráfico es una industria que ni el pueblo ni el goberno quieren. No conviene por los costos sociales que genera. Sin embargo, los representantes de esas mafias son poderosos en los EE.UU. y pueden incitar la corrupción de figuras e instituciones claves que son antagonistas teóricos del narcotráfico.

De hecho, en ciertos momentos, la corrupción y los vínculos del gobierno de los EE.UU. con el narcotráfico se han asomado con sus escandalosos visos. Oliver North y Barry Seal son los ejemplos. Durante el escándalo Irán-Contras, ambos fueron implicados «en el uso del comercio de drogas como una fuente clandestina para beneficiar a los Contras». El Informe Kerry al Senado estadounidense, en diciembre de 1988, concluye que el dinero del narcotráfico se utilizaba, con el visto bueno del gobierno, como la «solución perfecta a los problemas financieros de la Contra».

Durante la Administración del Presidente Ronald Reagan, en la década del Ochenta, él no sólo autorizó secretamente la venta de armas a Irán, permitió los campamentos de entrenamiento militar de los terroristas Contras en La Florida, sino que minó los puertos nicaraguenses y el Tribunal Internacional de La Haya declaró a los EE.UU. culpable de crímenes internacionales. Durante ese mismo periodo, en Pakistán sólo había un pequeño mercado rural de opio. La CIA interviene en el país y, entre 1978 a 1985, «el número de adictos a la heroína creció de cero a un millón y medio» [Ramón Reig, citando a Arundi Roy, escritora e investigadora de la India].

Un coronel de las Fuerzas Especiales de los EE.UU., James Bo Gritz, acusó a los EE.UU. de colaborar con el General Manuel Noriega, de Panamá, en el tráfico de drogas. En su libro, Called to serve (1989), Gritz detalla su papel como un empleado clave de los EE.UU. en la protección de los negocios de Noriega. Gritz, graduado en Ciencias y Leyes de la Universidad de Nebraska, sirvió por 22 años al Ejército y al servicio de inteligencia del Departamento de Defensa, ha sido condecorado en 62 ocasiones por diferentes misiones, incluyendo 3,000 operaciones especiales, mercenarias, que le llevaron al Sureste de Asia, China, Vietnam, Africa y Latino América. Por escribir el libro mencionado y otros artículos, durante la administración de Bush, el Fiscal Federal William Maddox dio la orden de que se le capturase. Sus revelaciones en la Nation Betrayed colmaron la copa, pero el patriotismo de Gritz estaba fuera de toda duda. Había sido distinguido con la «Conspicuous Service Cross», pero, ante cinco audiencias ante el Comgreso dio el mismo testimonio. La nación está siendo traicionada con las inmoralidades secretas y los negocios turbios que infaman la Constitución.

Fue por ello que el Coronel Gritz fundó el Centro para la Acción, en 1989, «to bring accountability and responsibility to government» y se le dio la oportunidad, en 1992, de ser el primer candidato presidencial de la America First Coalition, un grupo formado para adecentar la política nacional.
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LOS AUTORES INTELECTUALES DEL NARCOTRAFICO: La transformación del vicio en negocio tiene una autoría intelectual. Se ha planteado su origen en las guerras del opio, esfuerzos por obligar a China a permitir a los comerciantes británicos comerciar opio entre la población general de China. Aunque era ilegal por decreto imperial, «fumar opio era común en el siglo XIX y se creía que curaba muchos problemas de salud».

En Suramérica, el problema del origen

El Dr. Henry Makow, en un artículo titulado The CIA Created The Drug Culture, explica asuntos muy importantes sobre esta problemática. La cultura de la droga comienza en el decenio del '50, con un experimento: el LSD que será utilizado como arma de interrogatorio. «In the 1960's they used this weapon to divert idealistic Americans from the path of social responsibility to one of introspection and self-gratification, i.e. spiritual liberation», concluye. [En los 60, se completa su aplicación como un modo de neutralizar a los jóvenes idealistas estadounidenses para que dejen el sendero de la responsabilidad social y se desvíen hacia la introspección y la autogratificación. «El profeta fue el sicólogo, Dr. Timothy Leary (1920-1996)».

Makow dice que Leary creía en las causas del Movimiento Estudiantil, Anti-belicismo y de Derechos Civiles que flotaban en el ambiente, pero, sucumbió a recibir dinero de la CIA, ajeno a que se preparaba toda la agenda del Nuevo Orden Mundial. En su autobiografía Flashbacks (1983), Leary señala a Cord Meyer, ejecutivo de la CIA a cargo del financiamiento de la izquierda liberal y la contracultura de «ayudarme a entender mi rol en la política cultural más claramente»

El contexto político en que Makow interpreta lo sucedido es amplio: «Como la mayoría de las agencias de inteligencia, la CIA no representa intereses nacionales. Esto fue creada por la Inteligencia Británica y sirve a los banqueros en la base central de Londres... La CIA dijo que patrocinó radicales, liberales e izquierdistas, como una alternativa al Comunismo. Esto no es cierto. Ellos no presentaron ningún tipo diferente de comunismo... Detrás de su fachada retórica, el comunismo es un capitalismo monopolista de Estado, controlado por los banqueros y administrado por el Estado. La gente que detenta la Reserva Federal de los EE.UU. también controla la industria rusa y sus recursos» [«Like most intelligence agencies, the CIA does not represent national interests. It was created by British intelligence and serves the London-based central bankers... The CIA said they sponsored radicals, liberals and leftists as "an alternative to Communism." This is not true. They did it to introduce a different style of Communism... Behind the rhetorical facade, Communism is state-monopoly capitalism, controlled by the bankers and administered by the state. The people who own the US Federal reserve also control Russian industry and resources»].

El artículo de Makow termina con esta reflexión: «Nuestra visión de mundo y preocupaciones están totalmente manipuladas por los banqueros masones con base en Londres, através de la CIA, la mass media y la educación pública... Somos marionetas. El ambientalismo, el feminismo, la diversidad, todo. Los banqueros mueven las cuerdas. En el caso de la cultura de las drogas, ellos nos hicieron auto-absortos y quietistas. No esperan que ninguno de nosotros halle a Dios. Es tiempo que redescubramos la responsabilidad social y sostengamos el Orden Divino en oposición al Nuevo Orden Mundial satánico».

Esto nos lleva a considerar mitos de los considerados en el estudio Youth Violence: Lessons from the Experts, publicado por el National Adolescent Health Information Center que no sólo provee interesantes estadísticas sobre la delincuencia juvenil, sino que descarta muchos mitos sobre ella. Entre éstos: (1) que la violencia, siempre t toda vez, resulta de estos crimenes; (2) que la violencia y el homicidio se originan por conductas cuidadosamente premeditadas; (3) que los adolescentes por naturaleza teens son temarios; (4) que los actos de violencia a menudo son cometidos por extraños o invasores desconocidos; (5) que hay tipos de personas violenas y tipos de víctimas; (6) que las niñas no son violentas; (7) que necesitamos más policías; (8) que la juventud violenta nació de ese modo; (9) que la juventud afroamericana es más violenta que la blanca y (10) que la juventud afroamericana comete violencia contra la juventud blanca o anglocaucsica. Nada de eso es cierto.

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Bibliografía

«Dozens dead in 4-day Mexico border killing spree», 24 de junio de 2008, en Reuter. Ver

«Guerra contra el narcotráfico (México)», en Wikipidia. Ver

«Biography: Coronel Bo Gritz», en: Ver

«James Bo Gritz: America' s Most Decorated Green Beret Commander», en: Ver

«Drug use and crime», en: Bureau of Justice Statistics. US Departament of Justice. Lugar citado.

Bill Moyer, A World of Ideas, «American Values in the New Global Society», Entrevista con John Lukacs [1989: Doubleday, New York}, ps.435-446.

Michael Webster, «Dangerous Mexican / US Enterprises Operating Alon the U.S. Mexican Border», en: The Laguna Journal, 1 de mayo del 2008. Ver

Penny Starr, «Democrats Unaware of US Warning about Border Violence», en: CNSNews. Ver

Henry Makow, «The CIA Created the Drug Culture», 12 de abril del 2008, en: henryMakov.com Ver

Rosalind Muhammad, «Secret ties between CIA, drugs revealed», en: JesusIsSavior.com. Ver

Jorge Ramos, La otra cara de América [2000, Grijalbo Editores, México], ps. 188, 190-1

«Overkill: The Rise of Paramilitary Police Raids in America». Instituto Cato. Ver

«U.S. Drug War Plague: Paramilitary Police Raids», en: Instituto Cato. Ver También Ver Mapa



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