Si me hieres una vez, la culpa es tuya...
la segunda, mía...
No recuerdo de donde sale ese sabio ¿proverbio?, pero es así... A veces se nos olvida el por qué le hemos puesto límites a ciertas relaciones en el pasado, idealizamos, porque aquello de "todo tiempo pasado fue mejor" es ciertísimo (o eso nos parece en la distancia), los defectos se diluyen, las cicatrices que nos produjeron se suavizan, y nos vemos tentados a reincidir, sin recapitular el por qué dijimos "hasta aquí" en el pasado... A veces llegamos a detenernos a tiempo, a veces no, por eso, la segunda herida es de nuestra única responsabilidad (y ojalá no haya terceras, cuartas o quintas...)
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