Bajo el mismo título que este post, en un artículo del 20 Minutos del 12 de Abril pasado, sobre las mudanzas:
"Considérala como si ocurriera un incendio. ¿Qué salvarías si tuvieras sólo cinco minutos para dejar tu casa?".
Por supuesto, traté de hacer el ejercicio mental del supuesto incendio y directamente hice cortocircuito neuronal. Me explico. En lo primero que pensé, obvio, fue en las niñas (las 3, Lola -mi yorkshire- incluida), luego en Magia (mi guitarra), luego en las Robertas (las laptop que me permiten, conectarme y hablar con Uds.), en la flor azul de cristal que me regaló mi Petardi el día que llegué a España, en mi colección de Magos Merlín y de Caballos y Unicornios, en mis libros, cuadernos, atrapasueños, cuadros, fotos... para llegar a la conclusión de que me habría achicharrado con todas ellas, porque luego de poner a salvo a las Enanas y a Lola, no habría sabido para dónde correr...
En el mismo artículo:
"las mudanzas son procesos traumáticos..."
¡Ja!
Que me lo digan a mi...
Que llevo todos los fines de semanas desde ya no se cuándo, metiendo y sacando cosas de las cajas, armando y desarmando cajas (las reutilizo, ¡soy una chica conciente!), yendo a Ikea de Sevilla a comprar lo que falta... y no veo la horaaa. Mayo se me está haciendo más largo que la esperanza de un pobre...
¡Que me digan a mi que las mudanzas son procesos traumáticos!
¡A mi!
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