Yo no sé si es que soy medio subnormal o demasiado sensible (quizás leí demasiados cuentos de hadas), pero para mi, cada Vida que roza la mía, se queda indeleble y presente, con más o menos intensidad y frecuencia, pero presente por siempre jamás... Me he encontrado con gente que, luego de hablar un rato apenas, me ha preguntado a bocajarro si soy un ángel, y no, no lo soy, soy más bien un bicho, pero un bicho que cuida de los detalles, que se observa, que se revisa, que se ocupa constantemente de crecer y, a veces, se exige demasiado a sí misma (mi ascendente Virgo en mi Cáncer natal, será), y ya sabemos que los extremos nunca son buenos...
No se si será porque, de un tiempo a esta parte, mi vida parece un aeropuerto, en el que siempre me estoy despidiendo de aquellos a quienes amo, de aquellos de los que no quisiera separarme más... No me acostumbro -ni quiero-, pero he aprendido que por más lejos que pueda encontrarme de quienes amo, sus esencias están conmigo, si se me permite el tópico. Por supuestísimo, a veces esa fórmula no me funciona -como me pasa justo ahora, por ejemplo-, porque nada sustituye una textura, un timbre de voz, un olor particular, un color de ojos o la posibilidad maravillosa e invaluable de un abrazo de oso polar o de un beso tronado, porque yo soy de las que tooodo el tiempo les dice a quienes me importan, cuánto los quiero y les doy besos, abrazos y tengo todos los detalles posibles con mis seres queridos. En mi tierra dirían que soy una melosa ¡y es verdad!
En fin, que extraño a mucha gente bella, mágica, azulísima, que ha hecho de mi una mejor persona tan solo por el hecho de poder conocerla, incluidas esas personitas que este Azul paraje ha traído a mi Vida...
Que tengan una estupendísima semana, se los deseo de corazón...
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