Sunday, August 1, 2010

COMO HISTORIADOR BIOCATTI PASARIA HAMBRE

Pagina12I
Por Martín Granovsky
 
El discurso pronunciado anoche por Luis Biolcati pareció buscar un gran objetivo: polarizar. De un lado debía quedar el Gobierno, “un feudo, una federación de gobernantes, intendentes, caudillos y punteros políticos”. Del otro lado, él mismo. Un dirigente que pudiera articular el orgullo por la Argentina del primer Centenario, el de 1910, “un momento colosal”. Que fuese capaz de definir a la Argentina como “este maravilloso suelo donde se asienta nuestra patria”. Que pudiera decir: “La tierra, como la patria, permanece”. Que reclamase cloacas y se quejase del índice de pobreza, pero no sucumbiese a ningún recuerdo popular, plebeyo o igualitario, lejano o cercano como la Asignación Universal por Hijo.

Biolcati habló contra la “crispación”. Pero su frase sonó fuera de foco. Por lo menos desde los festejos del Bicentenario, la táctica del Gobierno es evitarla. Enfrenta los conflictos sin ataques públicos que agudicen las situaciones de polarización. Y cuando alguien quiere acumular poder desde una posición beligerante –por ejemplo una “guerra de Dios” contra el matrimonio igualitario–, la respuesta suele ser una construcción transversal sin tono épico, pero con resultados más eficaces. Así pasó con el voto de diputados y senadores en la ley de matrimonio sin restricciones.

El propio Bicentenario tuvo el mismo tono. El Gobierno organizó la fiesta, de Fuerza Bruta a Horacio Salgán, de Agarrate Catalina a Fito Páez. Sin embargo, en lugar de apropiarse de la buena onda esperó que ella decantara como un bálsamo sobre la sociedad.
Sobre los temas agrarios el Gobierno ya no emite los mensajes de 2008, los tiempos de la 125, que a veces nombraban a “la oligarquía” sin segmentar políticamente la realidad.
¿Qué pasó en 2008?

Hipótesis uno: todo sucedió, en la versión conservadora, porque las retenciones debían ser eliminadas sin vueltas y las fuerzas del mercado, liberadas de todo límite, llenarían a la Argentina de alimentos y divisas.

Hipótesis dos: el Gobierno debió defenderse ante un ataque que, si seguía, domesticaría a la democracia y la dejaría en estado vegetativo.

Hipótesis tres: el Gobierno podría haber resuelto el conflicto antes, como hizo al fin en Diputados cuando ya había pasado demasiado tiempo de tensión. La demora exacerbó la rispidez y terminó asustando a un segmento importante de la clase media que ya venía siendo azuzado para que se distanciara de los sectores más humildes.

¿Por qué Biolcati busca polarizar hoy? Porque el Gobierno no polariza y procura no crispar. Porque está bajo discusión pública un Plan Estratégico Alimentario impulsado por el Ministerio de Agricultura. Porque en 2007 Cristina Kirchner fue presidenta con el 45 por ciento de los votos gracias a que hizo la diferencia en dos sectores: el Gran Buenos Aires y ciudades de entre 50 y 100 mil habitantes. En algunas de éstas, el voto por Cristina superó el 65 por ciento.

Si en 2008 la simpatía quedó reemplazada por el odio, con miras a 2011 al Gobierno le conviene sustituir odio por simpatía. Y si no, al menos por cierta indiferencia. El entusiasmo escaso podría convertirse en votos si la situación económica continúa mejorando y se mantiene el año próximo. Como suele decir el consultor Enrique Zuleta Puceiro, “siempre que queden claros el rumbo y el sentido, los ciudadanos votan con el bolsillo del futuro”.

Biolcati busca ser el arzobispo de la oposición conservadora. A él le resultaría útil mantener vivo el odio residual.

En cualquier caso, si Biolcati dejara la política sería bueno que se dedicase a lo suyo. Mejor el tambo. Como historiador se moriría de hambre. Anoche dijo que la Representación de los hacendados escrita por Mariano Moreno era una pieza “contra los altos gravámenes del Cabildo virreinal”. Rudimentario, Biolcati. De alcance más amplio, el documento de Moreno era una proclama contra el monopolio español y el contrabando, y a favor del intercambio libre con los comerciantes ingleses. El virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros aceptó la posición de Moreno. Así, paradójicamente, el virrey permitió que se fortalecieran las posiciones que llevarán a la autonomía en mayo de 1810.

Y ya que Biolcati jugó a los nombres, un divertimento menor que la Historia, ¿por qué no jugar un ratito? Dijo Biolcati que en mayo de 1810 hubiera estado con Moreno, con Manuel Belgrano y con Hipólito Vieytes. En el Cabildo Abierto del 22 de mayo, Vieytes votó por el cese de Cisneros. También lo hizo, entre otros, Cornelio Saavedra, que pidió el gobierno para el Cabildo hasta que se formase una junta. Y dijo: “No quede duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando”.

La mayoría fue expresando su voto en sintonía con el de Saavedra o con el mensaje de Pascual Ruiz Huidobro, uno de los que exigieron el cese del virrey. Hasta que le llegó el turno a un vecino. Dijo, según consta en las actas del Cabildo, “que no encuentra bastantes datos para considerar necesaria la remoción del Exmo. Sr. Virrey; pero que para evitar todo recelo, gobierne con asociación de dos individuos que tenga a bien nombrar el Exmo. Cabildo”. El autor del voto era comerciante. ¿También contrabandista? Quién sabe. Lo seguro es que le horrorizaba la autonomía al ilustre vecino don José Martínez de Hoz.

LA PATRIA SOY YO - Un relato sesgado por el interes corporativo

Pagina12
Por Fernando Krakowiak
 
El intelectual marxista Raymond Williams definió la tradición como una versión del pasado que se pretende conectar con el presente para condicionar el futuro. El titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, posiblemente no haya leído la frase, pero su discurso de ayer en la Exposición de Palermo constituye una muestra perfecta de ese ejercicio. En este caso destinado a mostrar a los “hombres de campo” como los forjadores de la patria, la cual supuestamente alcanzó su esplendor hace cien años, entró en decadencia en la segunda mitad del siglo XX y desbarrancó con el kirchnerismo. “Cada vez que castigamos al campo nos equivocamos. En el Centenario éramos el granero del mundo y una de las naciones más prósperas del planeta. En el Bicentenario somos un país vapuleado por la corrupción, la imprevisión, la exclusión y la pobreza”, sostuvo. Luego fue más allá y calificó al Gobierno de “autoritario”, “soberbio”, “egoísta”, “crispado”, “arrogante”, “confrontativo” e “intemperante”. A su lado, aplaudieron sus compañeros de la Mesa de Enlace y una pléyade de opositores, donde sobresalieron el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, y el ex presidente Eduardo Duhalde. El ministro Aníbal Fernández calificó al discurso como “espantoso” y retrucó que “no hay mayor corrupción que la de la persona que, al ser beneficiada con rentas extraordinarias, se niega egoístamente a compartirlas”.

El relato de Biolcati fue la contracara de la selección que realizó el Gobierno para la película que proyectó sobre la fachada del Cabildo durante los festejos del Bicentenario. Allí las conquistas sociales del peronismo tuvieron un lugar destacado. Sin embargo, el discurso del ruralista pasó por alto esa historia a la que simplemente englobó como parte de esa segunda mitad del siglo XX que supuestamente marcó el declive del país. Su recorte destacó a Manuel Belgrano en la “tarea de promoción de la agricultura, a la que consideraba un pilar del progreso económico de las naciones”, y al Mariano Moreno que escribió la Representación de los hacendados y “luchó por la libertad de comercio, contra los altos gravámenes exigidos por el cabildo virreinal”. Incluso se comparó con Moreno al decir que 200 años después “estamos luchando contra otros gravámenes exigidos por otros mandatarios”.

Luego de esa breve mención referida al período de la Revolución de Mayo, se concentró en el Centenario, la etapa que más le gusta. “En 1919, las exportaciones superaban los mil millones de dólares, récord recién superado en 1946. El 50 por ciento del comercio exterior de toda América del Sur era argentino. ¿Dónde equivocamos el camino?, ¿por qué perdimos el rumbo?”, se preguntó Biolcati. Su historia contrastó un mundo feliz despojado de conflictos con un presente casi apocalíptico. “Hace cien años, el debate era si debíamos ser como los grandes países de Europa o como Estados Unidos. Hoy compartimos con los países más humildes y castigados de la Tierra los últimos puestos del ranking de calidad institucional”, remató.

Cualquier desprevenido que ayer escuchó al titular de la Sociedad Rural podría haber pensado que los historiadores mienten cuando dicen que la buena performance exportadora de comienzos del siglo XX se combinó con profundas desigualdades sociales, altos niveles de pobreza y el fraude como herramienta política sistemática. De hecho, en 1910 se registró el número más elevado de huelgas y disturbios sociales de la época, pero Biolcati prefirió obviar esa parte de la historia y rápidamente se trasladó al presente. Entonces sí habló de la pobreza e incluso precisó qué porcentaje hay en la actualidad de hogares sin cloacas, hacinados y ubicados en zonas inundables. Si bien no precisó la fuente, es muy probable que no haya sido el Indec, pues aseguró que sus encuestadores son “barrabravas” y sus funcionarios “mitómanos”.

Cuando intentó profundizar en las causas de este “empinado tobogán por donde se fueron deslizando las expectativas, los sueños y los proyectos de aquellos que bajaron de los barcos”, le apuntó al Gobierno con un párrafo de colección que vale citar completo para apreciar la superpoblación de adjetivos calificativos peyorativos que incluyó: “Sólo los autoritarios, los soberbios, los egoístas descalifican al otro para dominar la escena. Es que el egoísmo es pariente cercano de la ambición, la avaricia y el poder. Esperábamos de las autoridades nacionales un pequeño gesto en el Bicentenario de la Patria, quizá que se acercaran hasta aquí. Que comprendieran que la sociedad ya no admite ese estilo crispado, arrogante y confrontativo. Que abandonen por un instante el sesgo autoritario, la mirada soberbia y el gesto intemperante. Hace falta abrir una ventana en esa muralla de intolerancia”, sostuvo para el regodeo de las plateas, que lo ovacionaron.

Para reafirmar la idea, luego aseguró que los pobres y excluidos son “esclavos de territorios electorales que conforman el feudo de una federación de gobernantes, intendentes, caudillos y punteros políticos que se hacen fuertes y poderosos a medida que los pobres son cada vez más pobres y dependientes de sus favores. Le llaman clientelismo, pero es una humillante manipulación de conciencias”.

La esperanza la depositó en la Mesa de Enlace que él integra. “La Mesa de Enlace es un ejemplo. Un ejemplo de diálogo que construye y no descalifica. Un paradigma que debieran imitar nuestros actuales gobernantes”, sostuvo, aunque parecía estar pensando más en los próximos que en los actuales ya que su opinión sobre el gobierno actual la cerró diciendo que “al fin y al cabo son un episodio pasajero de esta historia de 200 años”.

En esta oportunidad, Biolcati dejó para el final de su discurso los reclamos sectoriales de coyuntura. Criticó a la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario. “Hoy parece que tenemos administradores a los que parece que les gusta tener a nuestros productores sometidos, encadenados llenando un montón de formularios. Haciendo cola en los mostradores de la Oncca”, dijo y pidió que no se insista con una política agropecuaria que derivó “en la peor cosecha de trigo del último siglo” y “el incumplimiento de la Cuota Hilton”. También afirmó, en lo que fue un claro guiño a la Federación Agraria, que “no queremos un desierto verde de soja que produzca riqueza para pocos. Queremos agricultura con agricultores”. El federado Eduardo Buzzi festejó la ocurrencia.

El discurso también fue seguido con atención por el ex presidente Eduardo Duhalde, la senadora Hilda “Chiche” Duhalde, el jefe de Gobierno Mauricio Macri, el diputado Francisco de Narváez, y sus otros compañeros de la Mesa de Enlace: Mario Llambías (Confederaciones Rurales) y Carlos Garetto (Coninagro), quienes acompañaron con aplausos. En un lugar destacado también estuvo el secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores, Gerónimo “Momo” Venegas, quien tuvo el dudoso privilegio de ser ovacionado por las plateas donde se ubicaron los patrones de sus representados.

Además dieron el presente los diputados Lidia “Pinky” Satragno (UCR), Federico Pinedo (PRO), Ricardo Buryaile (UCR), Ricardo Gil Lavedra (UCR), Jorge Srodek (PRO), Cristián Gribaudo (PRO) y Alfredo Olmedo (Salta Somos Todos). Este último aportó, como acostumbra, una nota de color al repartirles gorritas amarillas con su nombre a un par de camarógrafos que estaban filmando el evento. Del mundo empresario estuvieron Gregorio Werthein (Grupo Werthein), Cristiano Rattazzi (Fiat), Jorge Zorreguieta (presidente de la Copal), Héctor Méndez (titular de la UIA) y Cristian Amuchástegui (presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario).

Una vez que Biolcati terminó de hacer lo suyo, todos se quedaron a disfrutar de un espectáculo de luces, entonaron el Himno Nacional haciéndole coro a la cantante Patricia Sosa y vieron pasar a los ejemplares campeones, como si no hubiera pasado nada.

Vídeos Boda de Chelsea Clinton


Chelsea estaba radiante, yo la he visto hasta guapa.
Lo que me encanta de esta familia, es que han facilitado fotos del enlace.
No como algunos , me refiero a Bardem, que esconen su boda como si se tratara de una acción vergonzosa.

Recuerdo la boda de Julia Roberts, también fue secreta, pero tuvo la deferencia de ofrecer a todas las agencias una foto del matrimonio.
Y es que la clase no se puede ocultar, unos creen tener...pero no la conocen ni de lejos.

Pues ya se han casado, que sean felices.
FUENTE, FOTO:Chelsea Clinton, triunfa el amor- ABC.es