Monday, January 24, 2011

Cuentos de sangre / de Cecilio R. Font Ríos

Cuentos de sangre (Nueva York, 2008):
Libro de Cecilio R. Font / Crítica


Por CARLOS LOPEZ DZUR

Cecilio R. Font es un talentoso escritor puertorriqueño. Nacido en San Sebastián del Pepino en 1947, por la fecha de sus primera publicaciones [Veinte cuentos y una angustia, 1966, y Entre cuentos y versos, 1968], se forma en los entrejuegos de la Generación del '60. Tiene algunas identificaciones con la actitud crítica de tal generación, pero no con su militancia política.

Cecilio R. Font asimiló las lecturas vigentes, productos de rebelión y resentimiento; pero sus preocupaciones, siendo existenciales, son menos localistas e inmediatas que el discurso de tal generación. Font se para solo con su temática y en su literatura lo estético y filosófico son más intensos que lo político. CRF rehuye inteligentemente lo panfletario, si bien muestra sus simpatías concretas.

Ahora, en su edición de Cuentos de sangre [Editorial Cidral, New York, 2008], es visible que su narrativa está llena de cronopios, «seres míticos que dejan recuerdos sueltos por la casa entre gritos, una serie de fantasmas o ángeles». Escribe por vocación y lo hace muy bien; pero, no estando adscrito a grupos o casas publicadoras que se interesen en su obra, él pasa con bajo perfil ante los escenarios de los escritores establecidos, ampliamente figurados en antologías, historias panorámicas de literatura o de los privilegiadamente reseñados desde la crítica puertorriqueña.

A ésto hay que sumar el hecho de que CRF es uno de los escritores boricuas en la diáspora de New York [quien no hace presencia en Puerto Rico, para el de la Isla, no existe, por síndromes de separatividad, recelo, incomunicación]. Además, por muchos años, la vida de CRF transcurrió en España (donde se hizo médico) y, por supuesto, sumables otros años de estadía en los EE.UU. y sus pocos libros, no se lee.

Con este libro, Cuentos de sangre, valdría que se le diera la oportunidad de conocerlo. Es una recopilación de 30 cuentos. Font Ríos se nos muestra maduro. Es paciente del mal de Parkinson y, posiblemente, nos está brindado las colecciones de cuentos que previamente fue acumulando y escribió en sus años más creativos.

Las 116 páginas del citado libro ya prefiguran que la mayoría de sus relatos son cortos. En el orden de su brevedad y concisión de estilo destacan: «Cartas de una prostituta», el primero que incluye, «El mudo» y «La Iglesia de cristal». Hay, en adición, otros relatos en los que la acción y desenlace de la trama se soluciona con dos cuartillas. Por lo general, Font requiere no más de tres páginas de libro para definir la esencia de sus personajes, la ambientación exterior en que interactúan y para contar el conflicto que los aflige.

El cuento más extenso, «Efraín», tiene doce páginas y relata un pasaje real de vida que, de por sí, por su complejidad y sus misterios, su impacto en la vida de su pueblo natal, pudiera ser una novela. El encubrimiento y asesinato del destacado pelotero y deportista (Efraín Vera Ríos, alias Verita) durante la administración municipal de Ramón Román Hernández, alcalde del Partido Popular Democrático en SS del Pepino, 1981-1989.

Los cuentos de tema puertorriqueño dan los avisos de la atención generacionalmente sesentista que ha formado a Font, en cuanto a denuncia social del avatar colonial y la corrupción política y financiera ad hoc, y del hecho que, por cuarenta años, desde Nueva York, fue observador crítico de la política de su isla y la escena cultural de su gente dentro y fuera. Así como escribe acerca del asesinato de 'Verita' en 1986, que convulsionara a la municipalidad del Pepino, CRF elige temas importantes en cursos retrospectivos de historia.

En un libro investigativo, Puerto Rico Under Colonial Rule (2006), escrito por Ramón Bosques Pérez y José Javier Colón Morera, se destaca que la caza de nacionalistas albizuístas, independentistas del PIP y comunistas sería intensa, a partir de 1948 y sucesivos decenios.

La colaboración para la detección de la disidencia anticolonial como «diáspora subversiva» en Nueva York, Chicago y el extranjero, se extiende a la metrópolis por mediación de Astol Calero Toledo y por exigencia de Edgar Hoover y el Pentágono. Calero sería quien sugiriera la infiltración con agentes del FBI de núcleos de activistas puertorriqueños, dentro y fuera de la Isla, sabiéndose ya de sus contactos con el agente Alvin C. Schlenker, la Detective metropolitana de NY, el Escuadrón de Seguridad Interna de Puerto Rico y otras dependencias de los aparatos represores.

Como agente y enlace, Calero, desde abril de 1954, actuó instruído directamente por el Fiscal especial José C. Aponte, para compilar informes de inteligencia sobre el ataque nacionalista en la Cámara de Representantes federal.

Un libro reciente, Money laundering and the proceeds of crime (2008), de Mary Michelle Gallant, concluye que el calerismo político distinguió al régimen que «violaba los derechos constitucionales», incluyendo «ser notificados y tener una oportunidad de ser escuchados, ingredientes claves de la Quinta Enmienda de los derechos civiles» de cualquier acusado, principalmente, el relativo al debido proceso, «due process», atentando así a la defensa legal adecuada de los inocentes. Todavía, hasta ese año, Calero Toledo fue superintendente de la policía insular.

Font Ríos compara, con el lenguaje que evoca, las acciones de la Gestapo nazi con mucha de la conducta política de los poderosos y sus entes policíacos que observara en Puerto Rico. El cuento «El Secretario» es una pieza magnífica con que ilustrar el recurso. La ironía del uso del alemán, en contexto puertorriqueño, es impactante. En el glosario, a final de relato, CFR define los términos e identifica las locaciones de ciudades alemanas con que salpica el cuento e irónicamente identifica sus equivalentes borincanos.

«Que te escocoto» es, a su vez, un cuento que atrae por las atribuciones sicológicas y emocionales con que Font afina al personaje de Calero, sus antecedentes, aspiraciones y sus ejecutorias:


«El Sargento Calero, alto, fuerte, colorado y creyente en la Coalición, fue monaguillo en su infancia con los norteamericanos del Colegio San Antonio en Isabela. Aprendió a rezar en inglés. Le decían el 'gringo de Bajura'. Cantaba en el coro dirigido por la farmacéutica Clara Pino, una negra blanca, como decía su familia. Incluso tomó lecciones de piano con ella» (p. 72).

Cuando Calero quiso ascender en el poder policíaco y había cumplido con su servicio militar, tras la guerra de Corea, se hizo incondicional de Luis Muñoz Marín, líder que visitara en campaña política el barrio Bajura. Después de la visita, erá uno de los hombres de confianza de Muñoz Marín.

Durante la rebelión nacionalista del 30 de octubre [ataque a la Fortaleza, en San Juan, incidentes de violencia en Jayuya, Arecibo, Utuado y Washington, D.C), Calero ya es sargento y pidió al Coronel Roig, a cargo de las divisiones blindadas de la Guardia Nacional, lo siguiente:

«Dígale a don Luis que a ese negro parejero lo escocoto... que se lo prometo yo, el Sargento Calero, su amigo fiel. Ese negro no pasa de hoy, le arrancaré el cuero, maricón de mierda» (p. 73).

La víctima potencial que él refiere es el Dr. Pedro Albizu Campos, presidente del Partido Nacionalista, al que el Gobernador Muñoz Marín no quiso como héroe, o mártir, sino que viviera, «como bandido». Ya lo había indultado. Font aprovecha para evocar que la supresión y el odio al nacionalismo por mentalidades como la de Calero, gente formada en el coalicionismo pitiyanki, datan de esos años, el decenio de 1930, cuando los nacionalistas mataron al jefe de la policía, el Coronel Riggs. En boca de Calero, con ironía por las menciones que hace de Lloréns Torres, Pedro Albizu y Luis Muñoz Marín, CRF se hila la defensa al Coronel Riggs por los colonialistas:

«Mira lo que le hicieron al Coronel Riggs esos nacionalistas... Era amigo de Lloréns Torres, de Don Luis y del mismo Don Pedro... son unos hijos de puta de mala madre, Soto... te lo aseguro... por eso te digo... son unos traidores... a palos con esos ateos, Soto. Lo que pasa es que don Luis es buena gente y lo indultó... Díle a don Luis que a ese negro le sacaré el cuero... que me deje matarlo» (p.73).

En la estructura temática del libro que, como bien se dice en la contratapa, CRF explora con «observaciones minuciosas... los temas de la muerte, la soledad, la maldad, la ironía, la locura y el absurdo», que «se funden para dar origen a los cuentos» (loc. cit.).

El secuestro, la roña represiva y el asesinato político, tema muy del '60 y de la generación que enalteció a Albizu Campos y al nacionalismo de los '30 al '50, al tiempo que adjuntó a sus elucidarios las luchas del anticolonialismo y el socialismo creciente al amparo de Fidel Castro y el Ché Guevara, son captados por Font. Al hilvanar historias, con el tema latinoamericano, presenta la evidencia. Lo político, las memorias olvidadas de guerra, los silencios culpables interesan a Font. También los procesos de sufrimientos / gestos migratorios de mexicanos, centroamericanos, suramericanos / que hablan sobre la intensificación de conflictos regionales, y que datan especialmente del derrocamiento de Salvador Allende y de 1976, con el golpe militar en la Argentina, con apoyo de EE.UU. y el saldo de una dictadura sangrienta que produce 30 mil desaparecidos.

Font Ríos no olvida la guerra centroamericana por razones políticas, anti-imperiales, y otras guerras regionales por la globalización de crimen organizado y el tráfico de estupefacientes. Destaca en el libro que reseñamos un relato sobre un intelectual que llama Juanma, en «El Acuerdo».

Descrito como «enemigo del Establishment», «amigo el Comandante Castro, entre otros», es alguien a quien si mataran, como se hizo con su hijo, «muerto en circunstancias no aclaradas», «produciría una reacción internacional de proporciones insospechadas». Esto ocurre y no es ficción.

Font nos habla sobre un asesinado que iría rumbo a Ecuador por invitación de la Fundación Jaime Roldós, donde ofrecerá una charla en la Casa de la Cultura Jorge Icaza, de Quito. ¿De quién el autor habla aquí? Es más clara la temporalidad y el qué, no el «cómo» y por «quiénes». El autor CFR desea comentarnos, por añadidura, algo que concierne a cierto Juez del Tribunal Supremo de Puerto Rico (Juez Angel), a quien presiones federales «retiraron», de la práctica legal, considerándolo un enemigo del Gobierno Federal, a causa de haber tomado una «decisión ponderada y documentada sobre el caso: el renunciante a la ciudadanía podía votar» (p. 36).

CRF alude a un acuerdo entre jueces federales y a un dirigente de la izquierda revolucionaria, que identifica sólo como «Juanma», quien renunció a la ciudadanía estadounidense y a cuyo hijo, adolescente aún, fue asesinaron a balazos, por extremistas «bajo circunstancias no aclaradas» (ibid). El cuento es inquietante. Nos insinúa a Chemi, como su padre residente en el barrio Balboa, de Mayaguez, «un niño modelo, obediente, inteligente, atento, cariñoso, simpático» (p. 38). El padre se siente culpable de su tragedia por haberse involucrado en la política. «Lo mataron por hacerle daño»; «La polícía tenía pruebas pero era un asunto político» (p. 38).

Es él, Juanma, amigo de Fidel Castro, graduado de Georgetown University, respecto al cual se rememora la decisión del Juez Angel sobre los procesos eleccionarios y los derechos que concede la Constitución, aún renunciándose a la ciudadanía estadounidense. «Era un líder político marxista y nada más», pensaría el Comandante Castro, quien lo aceptaba, aunque «incómodo para él» (p. 39).

De lo local pasa a lo internacional, hila fantasmas y cronopios. La década de 1980 asoma, con intenciones desestabilizadoras de la CIA en el Caribe: en Jamaica se provoca la derrota electoral de Manley; en 1981, el gobierno de Ronald Reagan apoya a un ejército mercenario, facturado por la CIA, la 'Contra', oponiéndola a la revolución nicarguense; en extraños accidentes [«con muy pocas semanas de diferencia, accidentes de aviación muy cuestionados, cuyas causas técnicas no han podido ser esclarecidas»], mueren Jaime Roldós Aguilera, presidente de Ecuador, y Omar Torrijos, líder panameño. El primero fue el presidente electo democráticamente, con el mayor apoyo popular y quien intentó llevar a cabo políticas de beneficio para los excluidos.

Hoy se señala que la CIA («creada en 1947 para vigilar el mundo que se salga del redil de sus designios») ciertamente estuvo involucrada en estos accidentes estratégicos.

En 1982, para sorpresa de los argentinos, EE.UU. apoya a Inglaterra cuando el gobierno de Argentina ocupó militarmente Las Malvinas, un archiélago de su territorio. Un año después, los EE.UU. invadió militarmente Granada y derrocó cruentamente el régimen de Bishop. Como contextualizador, el cuentista CRF es valiente. Está escribiendo lo que moralmente debe escribir y como el personaje de Juanma, se pregunta, como un alucinado que testifica cronopios y gritos en su casa, o cuestiona absurdos operativos de la CIA en su isla y más al sur del Caribe:

«Pero qué es todo ésto? El grupo Fusiles para la Democracia o FUDE suena a CIA... No es lógico. Le quiere echar la culpa de mi muerte a los ecuatorianos... ¡qué pocos pantalones tienen estos de la CIA!...» (p. 36-37)

«Tenemos un problema serio, hay que negociar con los terroristas para que no maten a Juanma... quien ha renunciado a la ciudadanía. El Presidente se lavó las manos y dejó el asunto a nuestra discreción.[...] Por otro lado, le debían seguridad y respeto a todos los ciudadanos. Llevaba una vida respetuosa frente al enemigo... Si lo iban a matar, los mejor sería con un disparo en la boca. Era desagradable pensar que le quitarían esto y lo otro en la cara, los brazos... Eso tenía que ver con la CIA, seguro. Tenía la factura, el olor y el corte de esa organización» (p. 37)

Al cuento «El acuerdo» lo colocaría en la segunda categoría deL esquema del temario incluído en el libro: (1) Vida y sufrimientos de escritores, en contextos políticos. El personaje conoció a Jaime Benítez. Es un educador puertorriqueño y asistió a Guayaquil (Ecuador) a una conferencia de las Naciones Unidas para la Educación. Se constituye en una «papa caliente» para el Alto Mando Militar Norteamericano, cuando allá es secuestrado y se avisa del hecho. «Los secuestradores lo cambiaron de su escondite», se verá en Colombia, cuando la decisión ante el «relinquish» es que «no se gastaría ni un céntimo en un ciudadano que no creía» en la ciudadanía norteamericana (p. 39).

No sabemos claramente el desenlace que Font Ríos da tras contarnos minuciosamente su secuestro, a menos que interpretemos su muerte:

«Estaba en Colombia y eso cambiaba la perspectiva. Estaba en política por motivos políticos profundos. 'La patria es valor y sacrificio', se repetía una y otra vez... Nada le importaba ni le interesaba. Ni su vida, ni el dinero, ni el poder. Ni el amor. Tan sólo aquella palabra: Patria» (p. 40)

Es difícil juzgar quién es el personaje aquí, a no ser que pensemos en el cronopio como ángel, ya no como demonio. Hay algunos trasuntos que invitan a pensar en Juan (Ma)ri, quien perdió un hijo y fue marxista. En ocasiones, la envergadura intelectual de este personaje misterioso, esbozado por CRF, sugiere a otro Juanma incómodo, muy conocido en Puerto Rico por su peso intelectual y autor de más de 20 libros: Juan Manuel Garcia-Passalacqua (n. 1937), pero éste es sanjuanero. Estudió en universidades como Tufts, Tulane and Harvard y su padre fue profesor de literatura en la Universidad de Puerto Rico y un tío, candidato a gobernador por el Partido de la Independencia de Puerto Rico.

García-Passalacqua, más tarde, mostró su descontento con el Partido Popular Democrático y sus partipaciones en el programa televisivo de análisis político «Cara a Cara», nos da la pista de cómo realmente pensaba sobre asuntos caribeños y locales. En 1982 fue invitado a ser miembro del Council on Foreign Relations y uno de los obsevadores de elecciones en países alrededor del mundo y otras funciones del Ambassadors Circle del Centro Carter en Atlanta.

Este nombramiento descarta a Juan Ma (García) como el personaje motivador del relato, así como el hecho de que el Gobernador, en 2009, Luis Fortuño le creará un Día de Reconocimiento y le llamará uno de sus mentores de los años formativos, en virtud de sus análsis políticos. Más alusivo y probable es que sea Juan Mari Bras, ficcionalizado con extremos cronopiescos. A Juan Mari, marxista declarado y fundador del Partido Socialista Puertorriqueño, sí le mataron un hijo en 1976 y renunció a la ciudadanía estadounidense. Quizás este es el antecedente necesario.

La biografía de este prócer puertorriqueño, mayaguezano de nacimiento, con la que CRF trabaja estéticamente, dice:

«On July 11, 1994, Mari Brás renounced his United States citizenship at the American Embassy in Caracas, Venezuela. He did this to test a technicality in United States citizenship laws. Legally, a citizen of the United States who renounces to his citizenship will be deported to his country of origin. Since Puerto Rico is a territory of the United States, the country's Department of State would have had no option but to deport Puerto Ricans who renounced to their citizenship to Puerto Rico. He was taken to court on the allegation that if he had renounced his American citizenship, then he also had renounced his right to vote in the local Puerto Rican elections. The courts ruled in his favor twice. This action continues to be a popular subject of debate».

El libro de CRF puede subdividirse en cuatro temáticas principales: (1) Evocaciones de personajes de la música, siendo éste un tema que le apasiona y él, estudioso de ella. El tema aparece en cuentos como «¿Qué te pedí?», «Cucubanos» y otros. (2) Vida y pasiones de escritores y poetas. (3) Temas regionales y pepinianos y (4) Depresiones-suicidios y sus contextos.

Habría que agregar, para la primera temática, que CRF escribió un libro titulado Cosas de la danza de Puerto Rico (Editorial Edil, 1975).

En el segundo renglón, en la muestra de sus cuentos, destaca «El proceso», sobre el enfrentamiento entre José Santos Chocano y el periodista Edwin Elmore. Raíz del asesinato de Elmore fue una disputa de Santos Chocano con el intelectual mexicano José Vasconcelos y estudiantes peruanos, simpatizantes de éste, como Edwin Elmore, quien escribió un artículo muy polémico al parecer libeloso. Telefonemas, insultos y amenazas, se sucedieron. El resultado final fue el enfrentamiento en las oficinas del diario «El Comercio». Los tabloides capitalinos no tardaron en informar: «Poeta Nacional Mata a Periodista en el Periódico: José Santos Mató a Edwin Elmore».

De hecho, a José Santos Chocano Gastañodi (1875-1934), se le había considerado ya «Cantor de América / Poeta Nacional de Perú» [título que, en ceremonia le fue otorgado por el Presidente Augusto B. Leguía. el 5 de noviembre de 1922] y la defensa del Abogado Defensor, Dr. Ricardo E. Dulanto, aprehende en sí, con su alegato, la belleza del cuento y clave para el desenlace que tuvo el proceso. CRF aprovecha para dar contextos políticos, ideológicos y literarios que explican la idiosincracia de los implicados.

El padre de Elmore había sido espía de los chilenos durante la Guerra entre Perú y Chile. Por igual, Elmore parecía resentido por algo más privado. «Se comentó que la causa del incidente se debía a un problema de faldas. Santos le había quitado la novia a Elmore, una rusa exilada en Brasil, Larisa Vladimorovna Mitina. Era un rumor» (p. 44).

Para hacer justicia al título del libro, Cuentos de sangre, CRF trae a la memoria lo que sucedió tras el proceso, la condena a dos años de prisión de Santos y el viaje a Santiago de Chile que hicera, donde viera en pobreza mentras preparaba la colección de poemas, que constituiría «Primicias de Oro de Indias». En 1934, se informó que fue apuñalado en un tranvía. Todavía se discute su homicidio, en cuanto a si fue un extraño, un demente o un rival de amores. CRF optó por la versión dada en el desenlace: «Luego de salir de la cárcel, Santos se dirigió a Chile donde apareció asesinado en el tranvía por un demente, Manuel Bruce Badilla, quien le hunde cuatro veces una navaja Solingen el 8 de diciembre del 1934» (p. 49).

Otros cuentos que siguen la temática sobre la vida y pasiones de escritores y poetas son: «Conversaciones con Julio Cortázar», «Juan el Lector», «María a las diez», «El secreto del doctor Franco», «El llamado», por mencionar algunos.

En la tercera temática, la fascinación con el pueblo natal es característica común de Font con muchos autores, particularmente nacidos en San Sebastián del Pepino. Un cuento breve, pero poderosamente sugestivo, inserto en este localismo, es «El guapo», que rememora a los guapos o peleoneros de Cidral y Eneas, las rencillas entre anexionistas 'republicanos' y las mayorías del Partido Unionista, los conflictos de clase, las prácticas en el calabozo de Maguín, aplicar diez latigazos a los reos, y los desafíos temperamentales de los campesinos ante abusos e injusticias.

«El guapo» nos cuenta la irrupción de Antonio Valente en la casa de Emilio y terrenos de Pedro Echeandía, la legítima defensa que de sí mismo hizo, representado por el abogado Leopoldo Feliú en la Corte, su primo, y la suerte final que acaecería para la viuda de Valente y sus cuatro huérfanos. Como en la mayoría de sus cuentos, en dos páginas CRF da una historia conmocionate. Este comienza con la descripción de la carga del cadáver en una hamaca por caminos de campo y da mención de gente campesina y pueblerina, muy recordada en Pepino.

A la pregunta del fiscal [«Entonces, ¿qué le dijo Valente?»] para esclarecer el motivo del crimen, Emilio, el asesino, contesta: «... Que era capaz de abofetear a Chilín Echeandía cuantas veces quisiera, cuando saliera de la cárcel y que para calentar el ambiente, iba a empezar con su primo.. que soy yo, que me iba a abofetear hasta que cayera al suelo suplicando por mi vida, que él haría lo mismo con Chilín... _ Entonces, ¿qué pasó? _ Le advertí que yo estaba en mi finca, en mi casa, que no lo había provocado, que se fuera... que no buscara problemas...» (p. 51)

Entre los actuales cultivadores puertorriqueño del cuento, que abordan teman de la idiosincracia y el folclor pepiniano, hay que incluir a Doris Oronoz Méndez («El tiempo y sus musarañas», 1999), Joaquín Torres Feliciano, Ramón Edwin Colón Pratts («Estilete», 2002), Eduardo Méndez Bernal («Vecinos de mi barrio», 1991) y Carlos López Dzur («Sarnas de la ira parda», 1980, y «El corazón del monstruo», 2006), entre otros.

Concierniente a las depresiones-suicidios y sus contextos, de esta temática, el cuento «Quite por gaoneras» es un ejemplo. El personaje Paco Fiestas «se metió tres cuartuchos de dinamita donde termina la espalda y encendió la mecha con el puro» (p. 89). Es un torero, casi toda la vida residente en Valencia, maestro en el club taurino, pero se le terminaron las andanzas en tal arte y terminó siendo capataz de una compañía telefónica. Sin embargo, Paco tiene recuerdos que le han torturado por 40 años. Durante la Guerra Civil española, se escapó del fusilamiento. Fue un republicano bajo la comandancia de Durruti y éste, su amigo, da en el clavo cuando señala las razones que explican la depresión de Paco Fiestas. En una ocasión le dice: «Ya ves, camarada, hasta el mismo Vicente Rojo vive en Madrid con el placet de tío Paco... así es la vida, te da sorpresas... Aguanta... esa depresión te llevará a la muerte... hasta el mismo Negrín vive en Norteamérica... increíble... lo que hace el vil metal, Paco Fiestas...» (p. 89)

El cuento es una secuela del desencanto con el sangriento conflicto que dio comienzo en julio de 1936. Ese «río de cuarenta años» (p. 88) que cuando Paco Fiestas se mira al espejo, «se le vino encima», alude a la dictadura franco-fascista que por 40 años se viviría en España.

Tras la Guerra Civil se divide el poder republicano. Manuel Azaña dIo el poder a Juan Negrín, pero no se tardó en acusárlsee de estar dominado por los comunistas. Aún así, Negrín siguió en el gobierno y, aunque intentó negociar una paz con los nacionalistas, los sublevados (al mando de Franco) avanzan hacia el poder por toda España. El alzamiento nacional, de corte militar o rebelión fascista, fue apoyado por elementos conservadores contra el gobierno legalmente constituido de la II República de España.

Este contexto es la tortura de Paco tanto como de Durruti, quien vive en París, viendo cómo después del asesinato de José Calvo Sotelo, líder del derechista Bloque Nacional, España se desvance en el materialismo. La Guerra Civil española (1936-1939), ha sido descrita como «la premonición de la guerra mundial», «la ultima guerra europea entre idealistas» y es uno de los cuentos que reflejan la presencia de 'cronopios', tal como CRF los define.

Estos demonios o ángeles se expresan con el personaje (Rafael, exilado republicano, ahora residente en el Bronx), quien es hallado muerto, tras seis meses sentado en una silla, víctima de los coleópteros, llamados 'dermestes'. En el breve relato, el hombre al que se halla muerto, ya viejo y retirado por enfermedad, habría evocado la vida revolucionaria y su relación con María, su amor de adescencia y camarada. La llamada telefónica puede que sea parte de un delirio al influjo de las drogas. «Dos centímetros de aquel polvo en la vena y había sido capaz de vencer el tiempo, de ver caras, paisajes, personajes» (p. 12). En el relato, otra vez CRF introduce el desencanto crítico y la angustia con que evalúa lo que ha sucedido en España y la dirigencia revolucionaria. La visita prometida de María es menos real que sus remembranzas de la Columna de Durruti, en marcha hacia Valencia, la música de Concha Piquer en un gramófono, el grabado de Renau, la foto del General Vicente Rojo, la antigua carta de Indalecio Prieto, el conocimiento de la estadía del expresidente de la República Negrín en Nueva York y otros detalles como la pistola sobre la cama. La conciencia de Rafael, con sus pensamientos suicidas, es el vehículo para darse a comparaciones, quien lee y comunica a la imaginaria ex-novia mientras presuntamente le telefonea: «Ya, María... habrás leído que Fidel ha revolucionado media América desde Cuba... ése sí es revolucionario... no como nosotros, nos quedamos en la Península y de ahí no salimos... Fidel está hasta en Africa...» (p. 12).

En el cuento de cuartilla y media del libro, «Muerte en el parking», CRF aborda el tema de los coches-despeñados, los suicidios en masa y la pluralidad de razones que los explicarían, en un país como Colombia, donde «mueren 20,000 personas al año». Y «si a nadie le importaba eso», dice CRF en su cuento, las Fiscalías investigadoras también piensan lo mismo, cerrando los expedientes, sin ir al fondo de las causas, con anotaciones que, como en el caso del vehículo despeñado en Bucaramanga en 2004, que es tema del cuento, y en el que murieron 10 personas, entre ellas cinco niños, lo siguiente: «Sospecha de un suicidio en masa».

«Servidora» relata el poder que la guerrilla colombiana tiene sobre la gente en necesidad. El cuento es parte del componente crítico del desencanto que Font Ríos tiene por movimientos que se evocan como redención y se convierten en fuente de corrupción. El mensaje lo da a través de Mirta Pérez, en «Servidora». Esta joven pierde el empleo y el alojamiento, donde vivía. Hizo el amor con el hijo de su patrona y sostuvo un romance secreto de diez meses con él. Cuando se va de la casa, las opciones son pocas, pero dice: «Lo mejor será irme a la montaña, a la revolución, a luchar contra los opresores, los ricos... ya la pagarán» (p. 79).

Sucesivamente, al cumplir su propósito, sirve a la guerrilla en la división de prostitutas, en el bar de Odalis, y luego en la división de drogas, donde su misión sería «buscar clientes y nuevos vendedores», pero no podía enviciarse porque «los guerrilleros sorprendidos en el consumo de drogas eran reciclados» (p. 80). El término implicaba castigo o muerte, según insinuaba al decirlo el General Chivas, jefe guerrillero de tal división. Manolo, miembro de la brigada social de la policía, la sorprendió ofreciendo su cuerpo y la droga y, en vez de arrestarla, la advierte y habla con ella. Mirta ignora que es el sujeto con quien sostuvo un romance.

Como han crecido y ella, desobedece al mandato guerrillero de no enviciarse con drogas, no lo reconoce, hasta que él la pone en antecedentes: «Tú no sabes qué hago, por qué lo hago, eres un niño engreído, tú no sabes nada de la vida... Tú no sabes lo que significa ser un hombre» (p. 80). Quien, en realidad, no entiende el camino autodestructivo por el que va, es ella. María, la prostituta sin antecedentes penales, termina poco después «acribillada a balazos en la Fuente de los Mártires» (p. 81).

La vida periodística de Font Ríos en Nueva York, sus nexos con inmigrantes españoles por haber vivido en España, le permite extraer de sus vivencias y su entorno, muchas historias que transmite como cuentos.

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