Por ARTURO CARDONA MATTEI / Escritor puertorriqueño
Estudié mi bachillerato en la Universidad de Puerto Rico en horario nocturno, pues ya había una familia creciendo y tenía que trabajar durante el día. Así fue como conocí una señora que era muy proamericana. A tal punto llegaba su sentido de inferioridad que decía que los americanos lo hacían todo mejor. Yo le pregunté si era casada y me contestó en la afirmativa. Dijo que su esposo era puertorriqueño. En mi asombro yo le riposté que eso era una contradicción, pues debió buscarse uno americano para estar más satisfecha en su matrimonio, porque usted dice que los americanos lo hacen todo mejor. La risa de los compañeros presentes enfriaron el ambiente. No hubo más comunicación entre esa señora y yo.
La alcaldesa de Guayama, Glorimari Jaime, quiere enviarle un mensaje al Congreso norteamericano de que ella es más americana que Nixon, Reagan y Bush y que no tiene tiempo para perder. Quiere hacer gala de su conocimiento del idioma inglés, y quiere transferir ese inmenso placer a todo los compueblanos de su ciudad, Guayama. En este su primer cuatrienio pretende transformar la vida política, económica y cultural de Guayama a través del uso del idioma inglés. No sabemos cual es su teoría pedagógica, pero ella dice: “Me gusta el inglés porque va de la mano del progreso profesional y de la ciudad”. Ella es abogada no revalidada. Sería bueno saber si no aprobó la reválida porque fue en español. Y si es así, pues, entonces que se la den en su idioma predilecto, el inglés. En mi pueblo le llaman” abogado trompito” a todo aspirante a la abogacía que ha fallado en la reválida.
«No des tu tierra al extraño», decía el poeta puertorriqueño Virgilio Dávila. Como una enorme turquesa/allá el tabacal se extiende/¡la imaginación se enciende/ante ese cuadro admirable!/¡qué bajo y que miserable/el que su terruño vende! ¿Será posible que esta joven y enjuta mujer tenga la sensibilidad necesaria para internalizar un poema de esta naturaleza? Lo dudo enormemente. Pues, los hombres y mujeres anexionistas del patio son capaces de cualquier aberración a cambio de añadir una estrella más a la bandera norteamericana. En su arcoiris poético Virgilio Dávila sabía perfectamente bien que esa maldad estaba entronizada en la sociedad en que le tocó vivir. Hay quien lucha por su honor personal y el de su tierra. Pero también está el que se arrodilla y vende su alma y su honor sin ningún miramiento. Así se ha degenerado el ser humano. Y en Puerto Rico esa enfermedad se ha sembrado y se sigue cosechando. Esas son las almas que al morir hay que entregárselas a Hades, el dios griego de los muertos, y luego al anciano barquero Caronte para que las conduzca al mundo subterráneo.
Estas almas híbridas puertorriqueñas no saben si van o vienen. Son espíritus encorvados que pretenden alcanzar sueños inalcansables. Que manera tan boba de congraciarse con los norteamericanos. Son el hazmerreír de los que verdaderamente atesoran lo que son. Con estas estupideces solo consiguen venderse como seres inferiores ante los norteamericanos. Con razón el Congreso a jugado y manipulado a los anexionistas por espacio de 110 años. Ellos saben que ese tipo de puertorriqueño no tiene verdadero amor por Puerto Rico y mucho menos puede sudar lealtad por la nación norteamericana. El amo conoce bien a sus súbditos. Y con certeza ha usado plenamente su mejor arma para ponerlos de rodilla: los cupones de alimento.
El idioma es la herramienta más eficaz que tiene un pueblo para labrarse su futuro, para decirle al mundo quién es y cómo es su vida. Un idioma bien conservado y cultivado es garantía de progreso en todas las actividades de la vida de ese pueblo. Un idioma bien pulido es muralla protectora contra todo tipo de ataque cultural. Un idioma bien aprendido –escrito y oral- es pieza clave para el disfrute de una vida más íntegra y feliz. Un idioma bien cuidado le garantiza al individuo una mejor expresión de sus sentimientos y emociones. El bilingüismo del puertorriqueño solo lo ha llevado a la tartamudez, a la inferioridad.
En su libro Vive tu vida a plenitud, el psiquiatra Franceschini Carlo habla de diez tipos de Trastornos de Personalidad. Entre ellos está el llamado Por Dependencia, que se describe así: «un patrón excesivo de necesidad que los demás tomen la mayor parte de las decisiones, miedo a la separación y extrema sumisión». Señores y señoras anexionistas, arranquen a ver un buen profesional de la salud mental. Tal vez salgan de esa oficina con un mejor entendimiento de lo que es ser un amante de la puertorriqueñidad. Recuerden: Es mejor ser cabeza de ratón que rabo de león. O como dice Eclesiastés: “vale más perro vivo que león muerto”.
Hasta la próxima, pues me urge una visita al Downtown de Caguas.
Sincerely yours, Arthur Cardon Matteii
Caguas, Porto Rico
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