Thursday, August 6, 2009

Los cuentos de Soiponorc de Cecilio R. Font



Por CARLOS LOPEZ DZUR / Escritor y poeta

Los cuentos de Soiponorc de Cecilio R. Font (CFR) han sido insertados en la novela Un weekend en La Habana [Editorial Cidral, New York, 2009] y como un complemento necesario se vale que pertenezcan al relato mayor. El problema es que están sin titular y se preanuncian como varios. Diría que son muchos cuentos, relatos al hilo y que, sin embargo, Font Ríos, ya totalmente desentendido y desorganizado para revelar sus hilos narrativos, los ha dejado como uno. No distingue unos de otros.

Escribir cronopios ya es, de entrada, dar dificultades al lector, obligarlo a conocer distintas fases y tiempos de un personaje; los que CFR aunque pertinentes a una historia de Cuba no son tan obvios y conocidos para el lector, que no está familiarizado con dos cosas como son la historia cubana y la historia de la música, la ciencia y, aún la arquitectura y modernización de Cuba en el decenio del Cincuenta. Mas, desde 1988, Jacques Derrida ha discutido que «escribir es un modo de habitar» y, tal afirmación ha servido para que se estudie, con cierto rigor la naturaleza del cronopio. En un artículo titulado La paradoja del Cronopio, o los lugares del pensamiento [A parte de rei: 2007] de la filósofa uruguaya Carina Infantozzi, se nos ofrecen algunas claves para entender estas construcciones narrativas con las que CFR advino fascinado.

Como creador literario, hay que recordar que CFR es médico y su entretenimiento más importante, a lo largo de su vida, tiene el carácter disector de esa formación. Infantozzi en su estudio sobre la paradoja del cronopio, citando a Derrida, afirma que un camino no tiene que ser descubierto, sino creado. Escribir es un modo de habitar (en un lenguaje entendido como morada, o espacio). Cuando a Cortázar, quien hizo famoso el término, se le preguntaba qué realmente significan, solía limitarse a sonreir. Al ofrecer una explicación sobre cómo surgieron en la imaginación de Cortázar los cronopios y la cercanías y paralelismo de su obra con la de Witold Gombrowicz, Juan Carlos Gómez comentó que Cortázar «empezó a ver unas figuras tenues que volaban en el espacio, y con algo de poesía y con estos duendecillos alados fabricó los cronopios. Eligió uno enorme entre todos y se lo regaló a Gombrowicz». [
J. C. Gómez: La Torre de las paradojas]

En términos generales, con su lenguaje en esta novela y cuentos, CFR está sugiriendo una espacialización, «una disposición en el espacio que no lo domina, sino que accede a él por aproximación, se puede comparar con una especie de colonización, con la apertura de un camino. Un camino que no tiene que ser descubierto, sino creado» [Infantozzi, loc. cit]. Pensamos, ejercemos un cierto pensar inicial, cuando construímos un texto, entre un espacio de tránsito y de fuga, y damos un espacio al tiempo y al ritmo del pensamiento, para que ponderemos el punto de cruce, «donde se nos cruza, lo que da que pensar», «lo preocupante, lo que hay que considerar, lo que se da y nos atrae sin ser visto, o lo que nos afecta». Se piensa cuando se es capaz de señalar lo que se retira, lo que está por ser pensado y nos atrae.

Aquí encontramos que esta aproximación colonizadora de CFR es una metáfora filosófica en su totalidad que Infantozzi asocia a la arquitectónica, entendida como «el arte de los sistemas» y la noción heideggeriana de «habitar», que es no sólo construir el mundo, sino cuidar «el mundo que nos alberga». El momento / espacio / y habitar que, en tan sólo un weekend, procuran sus personajes en La Habana, es muy intenso. Es un encontrarse entre el tránsito y la fuga, la entrada y la salida, de lo preocupante. Como sucede con el cronopio de un relato de Cortázar, uno muy pequeñito buscaba una llave que le permitiera salir a la calle y, ¿qué puede ser esa llave sino el lenguaje?

Si seguimos a Infantozzi, los cronopios tienen que ver también con límites y lugares donde son posibles los pensamientos, «la importancia de poder situar al pensar, posicionarlo y poder posicionarse en relación a algo, marcar el punto de partida y un punto de llegada, esbozar un trayecto».

El primer cronopio que CFR utiliza en lo que supongo es el primer cuento de Soiponorc es la conversación entre Faulkner y Gabo (Gabriel García Márquez), conversación que acontece en el Hotel Riviera, donde el judío polaco, como Lansky, El Botitas, examina una funda con dinero y joyas. «El Botitas realmente había sido artista y pintor en Varsovia antes de la guerra». Está inspeccionando el botín del robo, inspecciona los cuadros, incluyendo «La Jungla», un cuadro de Wilfredo Lam. Lo interesante, desde el punto de vista de los cronopios, como lo define Infantozzi, sirviéndose de Derrida y Heidegger, es el diálogo que se inspira entre esos habitantes misteriosos en la habitación que son Gabo y Faulkner, cuando se examinan unos manteles, con diseños de teclas blancas y negras, con que se daban honores a Libarace. Como si realmente fuesen testigos de lo que acontece en la habitación, los cronopios, o seres, Gabo y Faulkner dialogan. Gabo es quien dice:

--Saquemos estos manteles y vamos a emplearlos como si fueran túncas mágicas... Yo escribo guiones en México para películas... Buñuel... Ok, bueno, vamos a aprovechar el momento... Debe existir un número mágico que nos dé la salida... ni la música nos dará la clave... ni el arte... vamos a interpretar a Hamlet, de Shakespeare o de Marlowe, quien sea... Hamlet representa el despertar de un espíritu desde el sueño a la realidad. Hamlet es un caso clínico, Estamos en un laboratorio y Hamlet está a la vista de un microscopio... Shakespeare analiza cada personaje... Laertes es la antítesis de Hamlet por su apasionamiento, sin reflexión. Claudio es malo por tener voluntad, es un ambicioso, un hipócrita... Gertrudis es la mujer sensual con instintos de bestia y, a pesar de todo, es una mujer. Es madre. Lo malo se explica por sus inconsistencias... Ofelia es una estrella fugaz en medio de la tragedia... es el ideal del sentimiento. Hamlet interesa más por lo que representa en la vida, por lo humano y la crisis moral del individuo... cuando la razón descubre lo que significa el deber... eso es la moral.

--Un momento, Gabo. Volvamos a los principios. Todo comienza como una estructura... la política, la música, la literatura, la ciencia, la religión...

--Muy bien. A ver lo que nos dice Liberace» [CFR, Soipornc, 33]

A la conversación, van uniéndose más cronopios. Uno de ello es Brik el Rojo.

El planteamiento de ese diálogo involucra un deseo de hallar una salida, o llave mágica. El primer cronopio plantea de un modo general las estructuras, ya sean la política, la música, la literatura, la ciencia, la religión, con que el ser humano / estos personajes en la novela y los cuentos / desean posicionarse respecto al mundo. Los cronopios hablan, desde la memoria y para la memoria, por cuanto ésta, como observara Heidegger, es el «lugar de posibilidad para la transmisión de sentidos», tras el velo del olvido originario. Así también el lenguaje es «el espacio donde se despliega la historia, la temporalidad de esta historia» (Heidegger).

Mas, ¿qué sucede, según avanzamos, en el análisis de los personajes? Que muchos de ellos descubren los límites del espacio, no como apertura, sino como cierre. Esto es lo que sucede durante una conversación del Dr. Durothy con Guillo Salazar.

ANALISIS DEL PERSONAJE CONDUCTOR: Algunos personajes que CFR presenta en la novela y en los cronopios de Soiponorc, sirven para que él que canalice sus opiniones sobre los asuntos sociales y haga reflexiones sobre la condición humana.

Martin Fox, quien, «cubano de pura cepa», diabético y compulsivo fumador, un cubano buena gente, que cree que «la vida es un teatro», donde los hombres y mujeres son los actores. Que el destino se cambia. «Cambia la caligrafía, pero nunca el texto». Por igual, «pensaba que en la política todo era corrupción y nunca confió en las revoluciones», no apoyaba ni a Batista ni a los barbudos. «En Cuba hemos fracasado siempre en la política por causa del caciquismo». La Constitución de 1940, en sus palabras, «había solucionado la mayoría de los problemas sociales de Cuba de Cuba, excepto el caudillismo y el desinterés por la política». Se dedicó como administrador y finalmente dueño de El Tropicana, «en cuerpo y alma», porque unas 400 personas «dependían del lugar como forma de vida».

Este personaje de Martin da presto a CFR para una experiencia suya con «lo Preocupante» en el sentido heideggeriano. En las paredes de El Tropicana hay colgadas estatuas que representan un mensaje. El día que estaban siendo descolgadas, a la que representaba el Contrato Social, le surge una voz de espíritu que deja a Martin Fox maravillado, así como le dejara la voz del Espíritu del negocio. Estas voces representan cronopios. Lo que las voces / o espíritus / de las estatuas dicen es significativo:

Locke atribuye la soberanía al pueblo. Este cede el poder al 'trust'... confía que la finalidad del comportamiento de las personas es gozar el máximo de placer y evitar el dolor. El hombre ha nacido libre, pero se encuentra encadenado, siendo más esclavo que otros, creen sus amos. La asociación natural es la familia. La familia es el primer modelo de la sociedad política. Ningún hombre tiene autoridad natural sobre sus semejantes. La guerra es una relación de Estado a Estado. El derecho de conquista no tiene otro fundamento que la ley el más fuerte. El derecho de esclavitud es malo. [CFR, loc. cit,m 59]

Cuando el espíritu cronopial habla a través de la estatua que representa al Negocio, ésto es lo que dice:

La ley está hecha para joder al más pendejo. Mire, mi idea es la de los intereses compuestos que fue guardada por el Diablo en el mismo Templo del Rey David y de pendejo a Dios... mira si es estúpido para que tenga una idea, en intereses nada más: Suramérica paga en 5 años, unos $200 mil millones, es decir, nadie podrá pagar ni los países... Las materias primas se van perdiendo. Los bancos son los dueños. Allá los pendejos. Nosotros, los banqueros, estamos fabricados por el diablo. Parecen comerte el culo y el sistema norteamericano posee una ambiguedad de soberanía: la federal y la local. El Estado es soberano y el país tanmbién. Llegamos a tu muerte y pactamos con el diablo para que trabajes para nosotros desde el infierno... [...] Resumiendo, en nuestro mundo poseemos el control del capital y de la gente. Ellos creen que no pueden vivir sin nosotros para poder llegar a un nivel de vida. La solución para ellos: consumo cero, intercambio de productos, directamente como ocurrió en la Revolución Bolchevique... Ahora, el secreto está en los intereses. Este interés ouede ser simple o compuesto. El interés compuesto envuelve intereses sobre intereses. Ese es el secreto del éxito en nuestro mundo» [CFR, ibid]

Es obvio y muy simbólico cómo con Martín Fox, personaje que sirve un hilo conector o hilvanador entre toda índole de personaje en la novela y en los cuentos, se posiciona respecto al mundo. Es un ser atrapado entre las realidades adquiridas en los EE.UU. y la que le son más deseadas, las cubanas. Obviamente, es el personaje guía respecto al cual CFR más elabora, describiéndolo y desplazándolos en la trama con revolucionarios, con el hampa, con la gente o clientela de El Tropicana; pero, es un personaje atrapado y que busca alguna salida. Es un hombre de negocios, a quien «le gustaba más el discurso del Sermón de la Montaña que el del City Bank» y es así porque conoce las diferencias, económicas y sociales, de los grupos que viven en los EE.UU. y conoce la realidad cubana. Antes de contar cómo él mismo, siendo blanco, sufre las majederías de blanco que lo creen un «jerk» por meterse en un baño, exclusivo para negros, CFR destaca que, por su inteligencia y equipamiento intelectual, «Martin conocía muy bien las estadísticas». Ejemplica:

El uno por ciento de los norteamericanos eran dueño del 40% de la riqueza del país.

[...] Cinco millones de niños mueren al año por diarres. Una de cada tres personas no han tenido acceso al agua potable nunca. Un tanque de guerra cuesta lo mismo que ochenta tractores. Un submarino cuesta 35 hospitales. Un bombardero cuesta el sueldo de 50,000 maestros. Un portaviones podría dar de comer a un millón de personas por mucho tiempo. [CFR, loc. cit., 74]

Un día que anduvo bastante bebido y se metió en un baño para negros conoció a Camilo Cienfuegos; fue en los días en que el Presidente Ike Eisenhower envió tropas contra el Gobernador Wallace, quien se rebeló contra la autoridad federal «por no creer en la integración racial». Ese día tuvo que aprender, como consejo de los Teamsters y la Mafia, que si quería continuar con la amistad de Frank Regano y sus aliados en el hampa, «no tenía que llamar la atención ni en los tiempos buenos».

Algunos de los espectros fantasmales con que Martin se da memoria son cronopios. Para él, para quien fumarse un tabaco significa sensualidad y éxito, el Dios del Tabaco es el «falo del mundo por excelencia», la hoja externa del puro, «otra piel de mujer» y significa, en adición, éxito, «porque el tabaco se cultiva con grandes esfuerzos y detalles». «No es que los cubanos sean machistas. Es que existen actividades y situaciones en la vida que exigen madurez y compromiso, que la mujer o el hombre sean macho, que no se doble ante las circunstancias, como los árboles de roble o guayacán... No es cosa de machismos, sino de ser un machazo, un impulsor de ideas y de justicia social». Comparaba un falo de ausubo como una consciencia insobornable, como la de Robespierre».

Entonces, regresará a Cuba y se replanteará muchas cosas que incluyen el machismo, el fumar puros, la ciencia, el romanticismo y, finalmente, la música. Las reflexiones que Martin Fox haría, en esos años del '50, son interesantísimas y no serían posibles sin la existencia activa de los cronopios. Son sus reflexiones sobre la ciencia y la moral, a través de los personajes de Shakespeare en Hamlet. Esta lo inclinan a querer más el Sermón de Montaña (que esgrimían como su actractivo los «barbudos») que el poder y el dinero.

El fantasma cronopial de Dios hace presencia:

Y dijo Dios: Esta mulata va a acabar con el cielo y la tierra y los lugares secretos. Hasta con mis propios pantalones y las buenas costumbres...

[...] Y dijo Dios: Que el dinero es la fuente de todo mal. La solución está en el Sermón de la Montaña. Muchos pusieron cara de yo no fui. Alguien expresó se acabó el relajito habanero. Hay que dar Son con Son. Olvdese del oro, la plata, el metal, el dinero. Y Dios repitió su Sermón. Y el hombre dijo: Dios ha muerto.

[...} Y dijo la mulata: «Soy ese vicio de tu piel que no puedes desprender, soy lo prohibido. Soy esa fiebre de tu ser que no puedes desprender. Soy lo prohibido. Soy esa noche de placer, la que entrega sin papel. Soy tu castigo porque en su falsa intimidad, en cada abrazo que me das, sueñas conmigo. Soy el pecado que te dio nueva ilusión en el amor. Soy lo prohibido. Soy la aventura que llegó para ayudarte a continuar en tu camino. Soy ese beso que se da sin que se pueda comentar. Soy ese beso que jamás fuera de aquí pronunciarás. Soy ese amor que negarás para salvar tu dignidad. Soy lo prohibido» [CFR, loc. cit., 64]

Martin piensa que «la ciencia es la más eficaz educadora de la razón»; pero, al mismo tiempo, «la moral es la relación entre la naturaleza y el hombre». Así como Heidegger propone a Atenea como símbolo de la deidad «aconsejadora e iluminadora», «la mediadora del límite», limite pensado como apertura y no como cierre», en ese propósito de superar el límite yu hallar un sentido en la evolución biológica, Martin Fox se plantea que es Hamlet, con su «ser o no ser», el espíritu de crecimiento y superación.

Quizás, manejado por el espíritu romántico que dice que «sólo es bello lo que es bueno», aunque en ese riesgo de alterar virtudes y vicios, se violente el sentimiento, finalmente, lo que le quedará el discurso a la música, el discurso de los Angeles Cantores. Lo que CFR hace en las páginas que siguen a esa conclusión por la que optara su personaje es hacer una musicografía de tales artes y ritmos. «Estamos ante un fenómeno de la alegría, del buen vivir». Martin, graduado como ejecutante del piano, «era un enamorado de la belleza del arte, de la música en su cuna, Cuba. Le importaba la calidad. El dinero carecía de importancia para él». El hecho final es que lo precupante se traslució con la idea de que Castro y sus barbudos le quitaran El Tropicana. «Sin su Tropicana, él era nadie».

Dentro de ese proceso que es angustiante y para el que Martin Fox buscara salida y mediante el cual el personaje colectivo de la Música halla su presencia en la novela y los cuentos, el cronopio es el espíritu de Hamlet, sumado al espíritu de los instrumentos musicales, las mulatas, el mambo y el son. Pero la Atenea criolla, o el análisis guía, la llave es Hamlet, entendido como CFR explicaría:

Hamlet es... descubrimiento de la verdad. Crece el cerebro y crecen las ideas. Shakespeare lo resume: «For nature crescent do not grow alone¤. Todo es obra de la evolución universal. Ofelia sería la figura estética. Claudio no sería un malvado, sino un hipócrita. Es malo por tener voluntad. Hamlet es revolución del interior del hombre. Las funciones de la razón serían: instituir la verdad, inducir, deducir, sistematizar. Todo hombre es Hamlet en algún momento de su vida. Representa el estado de poder del espíritu y sentimiento a la razón de la identidad de la realidad. [CFR, loc. cit., 61]





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