Thursday, August 20, 2009

Doble faz de unos falsos demócratas


Por Hernán Uribe / Periodista chileno

Cualquiera sea el desenlace de la ruptura constitucional en Honduras ya está claro que la oligarquía dominante en países de América Latina respalda enfáticamente el golpe de Estado y con ello echa por la borda su repetitiva pero falaz defensa de una democracia que sólo utiliza como pretexto para agredir informativamente a los regímenes progresistas.

Al inicio y debido a la actitud dudosa del gobierno estadounidense, que es su mentor ideológico, guardaron cauto silencio, mas transcurrido un mes desde el 28 de junio la prensa que integra la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y en particular los integrantes del Grupo de Diarios de América (GDA) comenzaron a respaldar el cuartelazo y los ataques del golpismo en contra del presidente Zelaya.

Ejemplifiquemos. El diario El Mercurio (Santiago de Chile), miembro del GDA y cuyo propietario, Agustín Edwards, fomentó y apoyó el golpe castrense en Chile en septiembre de 1973, publicó el 25 de julio pasado un editorial de sugestivo título: Mayor pragmatismo en Honduras. Se lee: «La comunidad internacional incurrió en un diagnóstico equivocado: no consideró la firmeza del gobierno de Honduras para resistir la presión internacional ni su total rechazo al restablecimiento de Zelaya a quien insiste en procesar por abuso de poder» (sic).

El 28/7/09 ese periódico difundió una entrevista al jefe político del cuartelazo, Roberto Micheletti, en la cual éste repite las conocidas versiones que se han utilizado como pretextos de la ruptura institucional. Al día siguiente (29/7/09) aparece otro artículo editorial cuyo encabezado adelanta una curiosa hipótesis: “Legitimidad democrática: no sólo la elección”… Se apunta ahora- nótese la secuencia de los escritos- que ha surgido una polémica (¿?) sobre la desnaturalización (sic) de las instituciones públicas a cargo de presidentes elegidos democráticamente que buscan concentrar los poderes y reelegirse. Agrega: «No pocos ven en estos procedimientos sendos golpes de Estado, formalmente jurídicos y democráticos; incruentos (…) y finalmente contrarios a la democracia».

Como usted ya lo habrá imaginado los versos son para los presidentes Chávez (Venezuela), Morales (Bolivia), Correa (Ecuador), Ortega (Nicaragua), y a la letra, «últimamente, Zelaya (Honduras)». De este embrollo se desprende otro principio de los hasta ahora dueños del poder económico: si las elecciones las ganan nuestros adversarios, no valen nada. Eso es de verdad mayor pragmatismo.

Las maniobras previas al golpe hondureño son idénticas a las practicadas en Chile 36 años atrás para justificar la asonada que liquidó la democracia liberal y provocó la muerte del presidente Salvador Allende Gossens (SAG). El Congreso Nacional donde la oposición tenía mayoría, declaró que SAG actuaba con base en resquicios legales y al margen, según ellos, de las leyes. A renglón seguido y más nítidamente, La Corte Suprema de Justicia sostuvo la ilegalidad del Gobierno. Todo era falso, pero una descomunal campaña publicitaria respaldó al sector civil del golpismo y de ese modo abrieron el portón a los uniformados, cuyo jefe, Augusto Pinochet se comportó durante 17 años como un criminal y corrupto jefe de una mafia.

Mas, como de todo hay en la viña de la política, el día cinco de agosto en curso, el senador democristiano Eduardo Frei, candidato a la presidencia de la República, respaldó el golpe hondureño, algo que no ha hecho el gobierno de Chile. Frei adoptó sin matices las tesis mercuriales antes mencionadas al sostener en un seminario-cuyo público fueron diplomáticos y militares- que «Existe la tendencia a modificar las reglas de la institucionalidad democrática en función de ambiciones personales» y al efecto nombró a los presidentes Chávez y Zelaya.

La participación de Estados Unidos en los sangrientos sucesos de Chile y con la mano de la Central Intelligence Agency (CIA) fue comprobada por una minuciosa investigación del Senado cuyos detalles se encuentran en un acta conocida como Informe Church, nombre del parlamentario que presidió el comité. Algún día se conocerá con detalles que ocurrió en ese terreno con el golpe hondureño. Una intervención estadounidense se puede deducir pues desde 1982 existe allí la base castrense yanqui de Palmerola.

Recuérdese que cuando emerge Palmerola, aparecen en suelo hondureño los grupos armados nicaragüenses contrarrevolucionarios (contras) que tuvieron así un lugar ideal para sus planes de ataques a la Revolución Sandinista que había triunfado en 1979. El general John Galvin, en ese tiempo, general en jefe del Comando Sur de EE.UU., fue bastante franco al afirmar:
«Se trata de mostrar a los sandinistas que deben quedarse en casa y mostrar a las fuerzas armadas, al gobiernos hondureño y al pueblo que sí somos sus aliados».

El golpe en Honduras «tuvo una pieza clave en el embajador de Estados Unidos en Tegucigalpa, el cubano estadounidense Hugo Llorens» afirma el periodista mexicano Carlos Fazio el 27 de julio pasado. Llorens, agrega, coordinó la expulsión de Manuel Zelaya. Ese embajador, enfatiza luego, «Integra una red de diplomáticos nombrados por la administración Bush, todos expertos en operaciones encubiertas y guerra psicológica contra Cuba y Venezuela: Robert Blau en San Salvador; Stephan McFarland en Guatemala y Robert Callahan en Managua, Nicaragua». (Fazio, Carlos. «Obama y el sátrapa Micheletti», diario La Jornada, México)

Honduras fue bautizada así por el propio Cristóbal Colón quien visitó sus costas en 1502 y percibió la gran profundidad del mar adyacente. El país actual posee 112.088 km2 y cu capital, Tegucigalpa fue fundada en 1762. En la época contemporánea no se ha andado con chicas en cuanto a golpes de Estado. Un breve recuento:

-1954: es depuesto el presidente Juan Manuel Gálvez y asume como dictador el vicepresidente Julio Lozano;
- 1956: golpe de las Fuerzas Armadas;
- 1963: el Ejército derroca al presidente Villeda Morales y asume el cargo el coronel Oswaldo López Arellano;
-1972: López Arellano derroca al presidente civil Cruz;
-1975: Las Fuerzas Armadas destituyen a López A. y lo reemplazan por el coronel Juan A. Melgar Castro;
1978: es derrocado Melgar Castro.

En resumen: seis golpes de Estado en el transcurso de 24 años. No será récord mundial, aunque si parece que es marca latinoamericana. En 1985, José Azcona Hoyo asumió como el primer presidente que en 50 años recibía el poder de su antecesor también electo.

* Hernán Uribe es Periodista / escritor, chileno

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