
OSCAR LOPEZ RIVERAOscar nace en San Sebastián pero sus padres, en un intento por escapar de la pobreza acá en el terruño isleño, cruzan el charco para encontrar en Chicago nuevas experiencias de explotación en un mundo totalmente extraño. Desde joven hace trabajo comunitario a favor de sus compatriotas maltratados. Lo reclutan para la Guerra de Vietnam. Es condecorado por su valentía. Regresa a Chicago para continuar luchando en contra del racismo y las miserables condiciones en que viven sus hermanos puertorriqueños. El dolor de la Patria se refleja en cada uno de sus hermanos marginados. Por momentos, los vietnamitas y los puertorriqueños parecen confundirse.
Ante la palpable indiferencia de los políticos y las agencias de gobierno al dolor de su gente decide confrontar de manera más activa a es mundo oficial. Se une a un grupo clandestino, pero respetando en todo momento la condición humana. Es arrestado el 29 de mayo de 1981 y se le acusa de conspiración sediciosa: conspirar para derrocar por la fuerza la autoridad de los Estados Unidos sobre Puerto Rico. Es condenado a 70 años. Sentencia desproporcionada al compararse a las impuestas a los delincuentes que han cometido los crímenes más horrendos en los Estados Unidos.
El encarcelamiento se convierte en el castigo del escarmiento: la privación sensorial, la reclusión en solitario indefinida, el registro al desnudo frecuente y la desarticulación del tiempo, entre otras imposiciones. Tienen una sola meta: volverlo loco a empujarlo al suicidio. La estrategia de la liquidación fracasa. Oscar vence. Lo sostiene la solidaridad sin fin de los que, desde afuera, comparten su dolor. La esperanza siempre presente, nunca perdida. Hoy, reclamamos de sus carceleros que pongan fin a las violaciones de sus derechos humanos. ¡Basta ya de encarcelamiento! ¡29 años son suficientes! Exigimos su regreso a la Patria que ansiosa lo espera para pueda disfrutar del abrazo permanente con su nieta, su hija y su familia puertorriqueña toda la cual honra su valor y sacrificio.
¡Oscar, tu nunca has estado ausente!
En el 1999, luego de una fuerte campaña de años tanto en Puerto Rico, Estados Unidos y a nivel internacional, el entonces presidente Bill Clinton, firmó la excarcelación bajo palabra de 11 Prisioneros Políticos Puertorriqueños acusados del mismo delito que López Rivera, conspiración sediciosa, lo que es decir conspirar para derrocar el gobierno de Estados Unidos en Puerto Rico. Clinton condicionó la excarcelación de Oscar a que cumpliera diez años más de prisión, es decir 30 años de encarcelamiento, los cuales se cumplen el próximo mes de mayo ( 2011). El compatriota se negó a aceptar este acuerdo hasta que todos sus compañeros fueran liberados. También sin ninguna explicación en el 1999 el Presidente le negó la libertad condicionada a Carlos Alberto Torres. El año pasado Torres tuvo por derecho reglamentario a asistir ante la Junta de Libertad Bajo Palabra (JLBP) de Estados Unidos, la cual aprobó su excarcelación.
Ayudanos a traerlo a casa
Indulto para Oscar ahora
El 29 de mayo de 2011 el prisionero político puertorriqueño Oscar López Rivera cumple 30 años de cárcel en Estados Unidos. Al igual que con los demás patriotas encarcelados antes y ahora, hasta sus propios captores reconocen que no se trata de un prisionero común; que sus actuaciones han sido regidas por una causa de conciencia que para él es más valiosa y trascendente que su propia libertad, e incluso que su propia vida: la causa de la independencia de Puerto Rico. El hecho de que haya habido, y aún haya, hombres y mujeres dispuestos a sufrir persecución, cárcel, torturas y hasta la muerte, por obtener la libertad para su pueblo, es algo que desafía toda lógica humana, y le confiere un carácter moralmente superior a esos hombres y mujeres dispuestos a tan alto sacrificio. Sólo la libertad puede convocar tal grado de compromiso vital.
Para quienes han elegido ese camino, la libertad no se discute; se toma y se disfruta como derecho humano inalienable y fundamental. Ésa es la gran lección que nuestro pueblo ha recibido de sus patriotas y prisioneros políticos, a quienes Oscar López Rivera ha encarnado por 30 años de manera ejemplar. Su estatura y la de los demás combatientes por nuestra independencia nacional ha ido creciendo en el imaginario de nuestro pueblo, en la misma medida en que el gobierno estadounidense ha ido ensañándose contra él, y también contra los hermanos Avelino y Norberto González Claudio, como antes se ensañó contra Carlos Alberto Torres y sus demás compañeros y compañeras, y aún antes contra Lolita Lebrón y Oscar Collazo; contra Rafael Cancel Miranda, Irvin Flores y Andrés Figueroa Cordero, entre muchos otros.
El caso de Oscar López Rivera es único por varias razones. Es el prisionero político puertorriqueño que más años consecutivos ha estado encarcelado en Estados Unidos, y probablemente es también el prisionero político más antiguo de nuestro hemisferio. Además, su larguísimo encierro es el producto de la lógica torcida de sus carceleros. Mientras el gobierno de Estados Unidos pretende dar lecciones de libertad, democracia y derechos humanos al resto del mundo, ha mantenido a Oscar López Rivera encarcelado por 30 años, negándole también, bajo las reglas del mismo sistema que tanto defienden, el derecho a la libertad bajo palabra y obligándole, en forma arbitraria e inhumana, a cumplir 12 años adicionales de condena.
El gobierno de Estados Unidos tiene una responsabilidad con Puerto Rico que, hasta este momento, se ha negado a cumplir. Aquí hubo una invasión de sus fuerzas armadas en 1898, por virtud de la cual nuestra nación fue intervenida militarmente y sojuzgado su derecho a decidir su destino político, situación que prevalece hasta nuestros días. Ése es el principal agravio por el que tienen que responder, y la razón por la cual los independentistas puertorriqueños llevamos una lucha que ya cumple 113 años, y durante la cual miles de puertorriqueños, entre ellos Oscar López Rivera, han pagado una enorme cuota de sacrificio.
En este momento, la salida de Oscar López Rivera de la cárcel depende de la decisión del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien tiene en sus manos la oportunidad de emular a sus homólogos Jimmy Carter y Bill Clinton, e indultar al aguerrido boricua. Obama, el primer afronorteamericano en llegar a dicha posición, conoce por experiencia propia el difícil camino que hay que recorrer para vencer los prejuicios y la discriminación. Por eso, y por un sentido elemental de justicia y de juego limpio, es su deber excarcelar al prisionero político puertorriqueño Oscar López Rivera sin más dilación y devolverlo al seno de la Patria a la que pertenece y le ha ofrendado su vida.
FCI Terre Haute / PO Box 33
Entre los Firmantes a favor de la liberación de Oscar López Rivera están:
<> El Comisionado Residente de Puerto Rico en Wáshington, licenciado Pedro Pierluisi.
<> Los representantes puertorriqueños del Partido Demócrata en el Congreso de Estados Unidos, Luis Gutiérrez, de Illinois y Nydia Velásquez y José Serrano, de Nueva York.
<>Federación de Alcaldes que agrupa a los alcaldes del Partido Nuevo Progresista (PNP), presidida por el alcalde de San Sebastián, Javier Jiménez Pérez.
La Asociación de Alcaldes que agrupa a los ejecutivos municipales del Partido Popular Democrático (PPD), que preside el alcalde de Comerío Josean Santiago.
<> El Concilio Ecuménico de Puerto Rico, que agrupa a todas las denominaciones religiosas en la Isla.
<> El Concilio de Iglesias Protestantes, que preside el reverendo Ángel Rivera.
Miles de boricuas aquí y en la diáspora.
Reproducido de Claridad / periódico de la naciób puertorriqueña
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