Monday, August 9, 2010

La Gran Bestia de la jactancia y los dragones del Sueño Americano


Por Carlos López Dzur / Administrador de La Naranja / OC

Algunos de nuestros inmigrantes en los Estados Unidos han aprendido a ser presuntuosos sobre la hazaña de cruzar la frontera. El recién llegado y sus líderes glamorizan el valor de su arribo ilícito y sus riesgos. Como grupo, son presumidos. Se jactan. Estos son quienes no entienden el sentido oculto de transgresión que ser inmigrante tiene. Son el espejo miserable de la explotación porque vienen a vivir del cuento y la palabra vana. Posiblemente, son los instrumentos del que «muerde»; el llamará su amigo al coyote, al primer agresor de la frontera.

He visto a los músicos, rascuaches sobrevivientes del mal cantar y el mal rasgueo de las guitarras, en medio del ruido de sus tamboras o aburridos acordeones, explotar a un inmigrante ebrio. Aprovechan para tentar que no quede en sus bolsillos un centavo, el 'pídase otra canción', es la maña para robarlo elegante y persuasivamente. No les importa folclor ni decencia ni compasión ni patria. El inmigrante inspira sus despojos. Este estilo de vida es el mismo que el del coyote; sólo que la música es el medio, el cuatro o trampa que sirve de ardid para que pierdas un emigrante, paisano con nostalgia, lo que duramente se gana.

Las canciones tradicionales y corridos proclaman que «la Migra me [nos] hace los mandados». Es decir, los agentes de la Patrulla Fronteriza estadounidense son vistos como
recaderos obedientes o achichincles de servicio para los inmigrantes sin documentos. Letras como éstas son hechas por compositores de encargo que exaltan la cultura del narcotráfico en el Norte o del coyote o simplemente del inmigrante temerario.

Dicha palabrería y pitorreo jactancioso no tiene base. En promedio, por acciones de la Migra, por la existencia obstrusiva del Muro de la Tortilla y por las persecusiones incrementadas en la franja fronteriza, unas cuatrocientas personas, principalmente mexicanas, mueren cada año y las deportaciones se multiplican exponencialmente. Muere el equivalente de un inmigrante por día
Suman más de cuatro mil mexicanos muertos al intentar cruzar a EU [Noticias. StarMedia.Com, 31/8/2008 Redacción]. Y cerca de la ciudad de Sasabe, en Arizona, uno de los puntos más frecuentados por los inmigrantes clandestinos y los traficantes de drogas, mueren, por las condiciones del desierto, cerca de 300 personas en su intento por pasar al otro lado cada año. Entonces, si consideramos que en un sólo año, 2007, la Patrulla Fronteriza arrestó 380,000 inmigrantes indocumentados en la región de Tucson (Arizona), ¿qué verdad o favor se hace al inmigrante al alegar jactanciosamente que la «Migra nos hace los mandados?»

Para las burocracias del sistema de control migratorio, la separación de padres e hijos es una rutina. Un caso más o un caso menos [de separación de familias] no desvela a los jueces o los funcionarios de Migración. La ley importa más que las emociones y el problema sentimental o humano de las decisiones que se consideran mandatorias, por deber, es la retribución debida a quien la sufre por gafar el sistema y meterse donde no le llaman. Un país que no es suyo. La burocracia ha dicho, desde sus comienzos, que son los papeles los que legislan en torno al Sueño Americano, no los seres humanos, en particular, si son pobres.

Este próximo año, la Agencia de Migración y Ciudadanía del Departamento de Justicia anunció que deportará a México unos 200,000 inmigrantes indocumentados. Vaciará las cárceles federales y ésto implicará unos 36,000 inmigrantes deportables más que el año anterior. No. La Agencia se ha quedado muy corta en sus proyecciones. Después del incidente del 9 / 11 y los primitivos gritos de batalla contra presuntos responsables de esa tragedia, los profesadas preocupacones por las sensibilidades, han echado abajo los principios de los Padres Fundadores de la Nación. El Transgresor es más transgresor que nunca y, voz pópuli, dentrio del país se grita caitela, que no haya siquiera asilo para aquel que viva los Ejes del Mal. «The number of foreign born who were granted asylum in 2008 was 22,930. This represents an 8.7 percent decrease over the corresponding number in 2007 (25,124). According to the Department of State, the United States expects to accept at least 17,000 Iraqis, 12,000 Bhutanese, and 5,500 Iranians in 2009» [Aaron Terrazas y Jeanne Batalova:
«Statistics on Immigrants and Immigration in the United States» : Migration Policy Institute: October 2009].

La inmigración clandestina, sea cualquiera la cifra, que al año siguiente se reduzca. A más estricto el cumplimento de ley en las fronteras, más apto el país para evitar un flujo de mexicanos que se ha promediado en 10,000 de ellos entrando ilegalmente cada año, sin entender tazones. La ley que se disponga de tal forma que se dude del que dice ser y no es. Todo los que 46.9 millones de personas que claman un ancestro latino y, más si étnicamente descriiben un perfil, son sospechosos. De ellos, el 62% puede que diga: «We are native-born US citizen», pero es mejor dudarlo. Todo el que viene, o el que se deporta, siempre alega que tiene un «Sueño Americano». Pero el Sueño Americano es un carnaval de máscaras y, en espacio de enmascarados, el sistema gubernamental, tiene sus Dragones y desenmascadores inversos.

Si hay que ir negocio por negocio, empresa por empresa, a desenmascar a enmascarados, hágase. La ICE (Immigration and Customs Enforcement Agency) tiene las técnicas auditoriales, propuesta bajo la Administración de George Bush, para que de cualquier archivo documental de empleos separar la paja del grano. Esto debe serbir como evidencia definitiva de ilegalidad de empleados y de responsabilidad criminal de empleadores. El hecho es que hay que deportar cada vez en mayor número.

Los enmascarados son de todas la naciones. Mas la «Gran Bestia» invasora es principalmente mexicana. Las cabecitas de la Hidra que provienen de Europa puede que no asciendan a más del 6% y los asiáticos, de entrada ilegal a Norteamérica, nomás del 9%; pero el gran cuerpo de la Gran Bestia es el 57% o más de la presencia; un 24% son émulos de la América Latina.

Ya no debe haber piedad, socavándose el principio que en los días de George Washington, fue incuestionable. Días en que una Congregación Judía recomendara en Newport, Rhode Island, garantizar que la nueva República se comprometiera con la tolerancia universal, es decir, con todos los inmigrantes, sean árabes o judíos, hindúes o eslovacos, católicos o protestantes. «All possess alike liberty of conscience and immunities of citizenship. It is now no more that toleration is spoken of, as if it was by the indulgence of one class of people, that another enjoyed the exercise of their inherent national gifts». Mas que ésto no sea cosa de revocación por demagogos de raíz amarga es demasiado ya después del 9 / 11 y la revelación de que la Gran Bestia es un entele vicioso y un transgresor impredecible, con alta tasa de fertilidad.

Por tanto, la hora ha llegado de descabezar al Dragón que se enmascara en la Decimocuarta Enmienda (la que garantiza ciudadanía al hijo del engañador, «all persons born or naturalized in the United States»). Hay que atacar el fundamento de los Anchor Babies del monstruo que pervierte el generoso «birthright citizenship», pretextado por el Invasor dragónico «with purpose of anchoring themselves to American rights and the welfare state». Un editorialista de Washington Post, E. J. Dionne Jr., lo advierte al citar al Senador republicano de Carolina del Sur Lindsey Graham, cuando dice: «La gente viene aquí a tener bebés . Vienen a dejar caer un crío. Esto es llamado 'drop and leave.' Para tener un hijo en América, ellos cruzan la frontera, van a la sala de emergencia, tienen el crío y el crio es automáticamente un ciudadano estadodunidense. Esto no debe ser así. Esto atrae a los inmigrantes por las razones equivocadas». [
E. J. Dionne Jr.: 'Dropping Babies,' Abandoning Principles [ArcaMax Publishing, 2010]

Y, entonces, los desenmascaradores inversos, repasam las estadísticas de los cinco estados que tienen el mayor crecimiento absoluto de niñez, cuyos padres son inmigrantes en la última década (entre 2000 and 2008): Texas (544,300), California (290,200), Florida (217,300), Georgia (196,400) y Arizona (162,200) [Aaron Terrazas y Jeanne Batalov, loc. cit.] Cotejan la malicia de los porcentajes: entre 1990 y 2000, la niñez se concentra en los cinco estados
«with the largest percent growth of the total population of children with immigrant parents»: Nevada (232.6 percent), North Carolina (223.7 percent), Georgia (193.8 percent), Nebraska (174.2 percent), y Arkansas (170.1 percent). ¡Qué barbaridad! y han nacido como ciudadanos utilizando el método del Dragón invasor: Child-dropping.

Y la queja contra la paridora ilegal es muy bien aprovechada por los enemigos del 14th Amendment of the U.S. Constitution y la ciudadanía automática, en que el Estado asumía orgullo y protección del que nace en el Suelo / Edén / de la libertad. Ya no. En Texas, The Dallas Morning News se apresura con alarma a publicar que al menos 60,000 bebés nacen en familias de progenitores indocumentados. [Sherry Jacobson: Across Texas, 60,000 babies of noncitizens get U.S. birthright]. Utilizar los nacimientos para originar un asunto explosivo y xenofóbico en las elecciones prócimas nos retrotrae a los debates previo a la aprobación de la Enmienda decimocuarta en 1868 cuando la leyes esttales buscaban formas para evitar que los ex-esclavos adviniesen como ciudadanos y se derogase la decisión judicial entonces vigente Dred Scott de 1857 en la cual la Suprema Corte Federal declaró que los esclavos africamos eran «mere property» / mercancías y no podían convertirse en ciudadanos.

Donald Kerwin, vicepresidente del Migration Policy Institute en Washington, D.C., ha dciho que alterar la actual interpretación de la Decomicuarta Enmienda equivaldría a restaurar la decisión Dred Scott y crear una «hereditary underclass in the United States. These children, who didn't break any laws, would have no rights and nowhere to go».

Hasta el Senador John McCain, ex-candidato vicepresidencial y otrora osado republicano en defensa de la inmigración, endosa el repudio a la Enmienda decimocuarta
(«birthright citizenship») como solución a estos embarazos calculados para criar dragoncitos con ciudadanía. El se une a los oponentes de que quede intacto el derecho a la ciudadanía por nacimiento. En su libro Democracy Reborn (2006) sobre la Enmienda Decimocuarta de la Constitución, el profesor de leyes de la Universidad de Baltimore Garrett Epps defendía la amplitud e importancia de esta ley: «This provision comprehends the Chinese of the Pacific States, Indians subject to taxation, the people called Gipsies, as well as the entire race designated as blacks, people of color, negroes, mulattoes, and persons of African blood». Esta fue la provisión de ley en la Constitución que hizo a todos aceptables ciudadanos, cuando no había Transgresores Culpables ante la democracia y se era inocente hasta que no se desmostrara lo contrario. Sin embargo, ahora la democracia agoniza porque se rige por un futurizado sentido de culpar a priori.

Epps ha citado, como verdadero ejemplo del Edén Benévolo que EE.UU. quiso ser, un comentario del inmigrante alemán, simpatizante de Abraham Lincoln y uno de los más ardientes defensores de la Enmienda Decimocuarta, Carl Schurz. Este dijo en 1859: «Todos los elementos sociales y nacionales del mundo civilizado están representados en la nueva tierra, sus peculiares características se han mezclado en favor de todos los poderes asimiladores de la libertad. Esta es el origen de la nacionalidad estadounidense, la que no ha nacido de una sola familia, una tribu, un país, sino de la incorporación de los vigorosos elementos de todas las naciones civilizadas de la tierra» [E. J. Dionne Jr., loc. cit.].

Pero el Edén Benévola ha cambiado. Se ha mirado no hacia la incorporación de fuertes elementos de inocencia, esperanza y futuro, sino en culpa y miedo. Inmigración no significa incorporar, generosamente. Los extremistas pintar el cuadro del terror. Inmigrar significa, en principio, transgredir. El Sueño Americano es cada vez más condicionado.

Se dice a contínuas que la masa inmigrante es un obstáculo para el progreso del grupo precedente y que ya no conviene que vengan más. Son un mal. Un fastidio. Ya son muchos y parió la abuela. En general, sobre el inmigrante latino se dice que crea demasiados problemas y prepara la ruina de la comunidad. No se dejará que nuestras autoridades supremas sea la muchedumbre. Personas de piñón fijo que, por quedarse, crian muchachos que no atenderán como se debe y que harán, con sus graffittis y mugreros una vecindad de mala muerte, así em las ciudades que alguna vez fueron tranquilas y blancas: hoy, por consiguiente, están llenas de pandillas, cholos de mal talante, grafitaje, escandalosos barrios y ranflas, mujeres que llegan a los EE.UU. a embarazarse, alimentarse del WICs y vivir de la Beneficencia Pública, o a reclamar residencia americana a base de engaño, embarazos aviezos y argucias de sobrevivencia, así como pájaros de cuenta, que no son lo que recomendó la Etica del Maestro y las buenas costumbres del México civilizado.

La persona humilde, siendo inmigrante benévolo, siente el miedo con la tónica con que se le emplaza y se le cela. El jactancioso, no. Este último va a restaurantes mexicanos y paga al marcar canciones en las rocolas que conviertan la sana nostalgia en una bravuconería, sin tradición y sin mensaje. Se complace en escucharlas. Los conjuntos norteños son portavoces ambulantes de tal repertorio. Gente que comete crímenes, que se asocia a la burla y al bandidaje, que deja sus esposas e hijos abandonados por la aventura del dinero y las fantasía de su migración, revestida de inversa nostalgia, son los nuevos elementos del folk-art. Y la tambora y el acordeón, con que arde esta leña, crepitan. Mas no se crea que hay una catharsis. Una borrachera, a son de banda, no es descargo de consciencia, sólo escapismo y fanfarronería. Se pierde el respeto por cualquier oyente que coinda en el lugar. El egoísmo personal habla por sí mismo.

Una cosa es que los inmigrantes se sienten heroicos, paradigmas de cierto tipo patriótico, dignos de recibir una bienvenida agradable. La mayoría ha hecho su tarea y piensa que ellos merecen un premio de reconocimiento. La gente trabajadora ayudará a sus familias según vayan ganándose el salario. La vida de la especie migratoria será una cruzada de riesgos y sueños. Enviarán sus remesas a México, Sur y Centroamérica. La economía de sus países de procedencia se fortalece por ésto. Pero los mencionados, inmigrantes de bravata musiquera, sólo representan el lado demencial de la nostalgia en los fracasados y sumidos en pérdida, porque como dijera Juan Avilés Medina en su poema
A mi aldea no son verdaderos combatientes. Posiblemente, no aman lo suyo ni lo ajeno, como dicen. Son nihilistas que lo mismo le habría sido irse pa'l carajo y no El Norte.

En las interesantes apreciaciones que el novelista Luis Melero hace sobre el heroísmo de los indianos, no se olvida de rememorar la soledad con que a veces el inmigrante se percibe a sí mismo, inclusive ya ante su propia gente cuando regresa:

«... por mucho que uno se adapte a otros lugares, por mucho que se esfuerce por comprender las claves de esos lugares, siempre sentirá que pertenece al lugar que dejó. Lo malo es cuando descubre que los que quedaron en ese lugar también han dejado de considerarlo paisano.Sólo los emigrantes conocen el vacío y el vértigo de haberse quedado sin raíces. ¿Es posible describir el dolor de no poder distinguir a dónde pertenece uno de verdad?» [Luis Melero, El HeroÍsmo De Los Indianos]

]Una comunidad de cómplices en solidaridad les espera cuando se van y regresan. Cuando muy tercamente, por mor del Sueño Americano, pese a deportaciones, los paisanos en su tierra declaran: «¡Adelante con los faroles! A la tercera va la vencida!»; pero no toda la gente los animará cuando estén aquí. Ellos han elaborado su propio diálogo de sordos. Se habla mucho, pero nadie escucha ni entiende, por lo que sólo se generan los grandes niveles de controversia. Sea macho o hembra, un inmigrante indocumentado puede permanecer atrapado en una fascinación que puede llamarse la Gran Bestia. Vulgo profano / Profanum Vulgus.

Sean cuales sean sus ideologías personales, raza o posición, muchos ciudadanos estadounidenses pueden sentirse ansiosos cuando nuestras comunidades afrontan el ciclo de olas migratorias.

He oído y he conocido a muchos 'Latinos estadounidenses' que se avergüenzan de su ancestro o de de sus padres inmigrantes o relacionados. He escuchado una predicción que es igualmente un lamento. O una queja. Se está juzgando el Todo por la Parte, lo Sano por lo Pudrido, la Gente Buena y Trabajadora por una Gentuza. El populacho, con su cultura de pobreza, se representa con sus muchos alcoholes, indolencias, taloneos, machismo y otros males. Es lo que puede como mínimo.

La conclusión engañosa no tarda en darse. Aunque una mayoría de pueblo bueno pague por lo injusto de una chusma filtrada, Norteamérica ha comenzado a darles morcilla. Esto es, a despreciarlos y cerrarle las puertas.

Para explicar algunos 'porqués', déjeme añadir ésto: En la ley y la política, la connotación más temprana de ser un trabajador indocumentado en los Estados Unidos es dolorosa y peyorativa en cierto modo. La primera cosa que se duda consiste en si el inmigrante étnico en cuestión tiene un estatus de residencia legal; si es un ilegal, sin papeles; el segundo asunto sobre el cual se habrá de sospechar y, al final, para rechazo, es que él podría ser, debido a su / su empleo y actividades, probablemente un pobre que contribuye a infecciones sociales. Puede que sea un criminal de otro tipo. Un terrorista o un narco.

Cuando una persona que ha triunfado aquí, de algún modo siempre honesto, tiene un mal vecino étnico, presupone como punto de partida moral que hay que ser una persona productiva que sigue los pasos de sus padres exitosos e independientes. Una persona debe entregar algo o tratar de hacer contribuciones duraderas. Una persona no es un valor a otros por simplemente existir. O haber llegado al país nuevo. Se requiere de méritos.

Contestaré dos o tres de estas preguntas dentro de este contexto. El primero: ¿por qué algunas personas buenas en nuestras vecindades tienen una mala impresión en torno a los inmigrantes? ¿Quiénes, entre las comunidades indocumentadas, son éstos de los que se tiene una opinión negativa? ¿Se implica una preocupación (o interés) justificable para nosotros?

Las comunidades se sienten infelices ante las implicaciones prácticas de la «cultura de la pobreza» o su presencia infecciosa en su área. Oscar Lewis, antropólogo norteamericano, describió las características de esta enfermedad social:

El alcance de los medios de comunicación globales y estilos americanos y la lucha por normas para capturar el mensaje existente en ésto permea todos y los predispone negativamente. Son muchas las personas que así lo expresan.

Y la verdad es que siempre hay enemigos pre-empacados e inventados. Surgen en las ocasiones de escasez o cuando la economía se deteriora. Cuando los gastos fiscales por beneficencia y servicios al pobre son mayores. Cuando el crimen se eleva. Esto ocurrió en los años 1930. La mano de obra barata mexicana aquí en el Suroeste el país fue contrada durante temporadas de auge y expulsada durante las eras de crisis.

Entonces, para justificar la expulsión, fue lanzada una campaña xenofóbica y anti-pobre que caracterizaría al trabajador extranjero como uno que desplaza y quita los empleos «a los verdaderos americanos». Algunos estudios sugieren que hasta el 60% de aquellos mexicanos (de viejas generaciones en este país) que fueron forzados a marcharse en los años 1930 al 1940 eran realmente ciudadanos americanos por derecho.

Para mayor desgracia, a través de sus instituciones, el gobierno mexicano les robó ahorros. Ni los consideraron de aquí ni de allá. Faltaba el respeto.

Quizás los vecinos que hoy los juzgan emitirán juicios inmerecidos e injustos; pero esto concierne a lo que es el título de este comentario: la Gran Bestia. Una imagen de muchedumbre y vulgaridad que es creada por los políticos más inescrupulosos y grupos de presión anti-inmigrante. La cultura de la pobreza es el pretexto y la herramiento publicitaria. Es tan verdaderamente repugnante lo que es que resulta efectiva para fortelecer los prejuicios.

La Gran Bestia es la publicidad mala que se dan a sí mismos, por su conducta, los inmigrantes de los fondos bajos. También la Gran Bestia es el temor fantasmal con que se consuela el que odia al prójimo y no quiere conocerlo en verdad; pero sí opinar sobre ellos, despachándose con la cuchara grande.

Como subcultura, el inmigrante sin mérito y sin meta destruye el arte de vida. Se vuelve un objeto del odio público. Origina muchas veces la pérdida de relaciones primarias, como son las obligaciones de familia a favor del objetivo orientado a otras relaciones secundarias. En ese caso, hasta su propia familia e hijos, lo sienten un monstruo. Cuando una persona no está preparada para mudarse a un ambiente nuevo y desafiante, se deslumbra. El capitalismo de consumo moderno ha formado una sociedad donde muchas personas tienen que vender su personalidad y se entregan a la búsqueda del beneficio fácil o fantasía y el escapismo.

Inmigrar hoy no es fácil. El mismo latino y la gente blanca serán sus acusadores. Inmigrar ya no es una aventura heroica admitida y para admirar. Políticamente, no puede ser así porque el recién llegado mencionado es un transgresor. En estos días, un inmigrante es juzgado como a engañador, que infringió la ley al mudarse de un país al otro sin el consentimiento de cualquier gobierno. Entrar al país ajeno, cruzarse hacia su tierra, es una tarea de desobediencia política. Y de criminalidad. Los políticos utilizan monstruosamente las estadísticas demográficas y económicas en contextos criminalizadores: «Entre cinco y diez mil individuos entran por la frontera diariamente y con ello cruza — un 20 porciento de personas que tiene convicciones criminales — son pandilleros, traficantes de drogas, tratantes de blancas, pervertidores de niños, violadores. Es una invasión. Es una violación de la Constitución. es indecible», dice el ex-legislador federal por Colorado, par quien el pueblo estadounidense, en contra de la oligarquía corporativa que ante pone el lucro al patriotismo, desescucha el grito de la nación que pide a Was Washington D.C., en proporción del 70 al 80% de los encuestados: «Close the borders, enforce the law». [Jim Meyers: : «Arizona Immigration Law Author: Failure to Enforce Law Impeachable Offense» [Aug 2010]

En fin, no otras palabras [pero «muchedumbre», «multitud indeseable» o masas] son muchas de las que he oído de bocas obstinadas y amigas. Y lo que está implícito cuando se da este nombre a gente, cuyo único delito es ser indocumentada, es lo que el filósofo inglés Thomas Browne describió como «el Gran Enemigo de la Razón y la Virtud: la Bestia, un monstruo más prodigioso que la Hidra».

¿Es ésta una exacta, completamente verdadera, descripción de la comunidad migratoria? ¿O es el punto de vista decepcionado, elitista, esto es, el concepto demagógico ofrecido por los grupos que piensan así?

Los políticos que hablan únicamente para explotar el resentimiento y ocultar su incapacidad de legislar, con soluciones apropiadas ante la tal llamada a amenaza a la estabilidad nacional, no me interesa, pero hay que aprender a oír a los vecinos que observan diariamente la naturaleza de su contacto con la población económicamente pobre, no asimilada y generalmente hostil como inmigrante.

Como una minoría marginada, todavía sin la lengua inglesa o con la educación insuficiente como ciudadanos potenciales, su americanidad será desafiado. La primera calidad o el sabor de ser inmigrante étnico es ser el sospechoso de algo.

No pocas veces, en muchas ocasiones ~ el sentimiento es mutuo. Al igual que la gente blanca, el latino-estadounidense rechaza a cierto tipo de inmigrante indocumentados. El juicio convenido se adopta en base a los que piensan grupos sociales que gobiernan o son más activo. Cuando menciono tal desaprobación, realmente implico las críticas que son hechas contra olas migratorias pobres, mexicanas e hispanas, indocumentadas en general.

En el discurso político específico, a escala nacional, la significación de inmigración se ha vuelto una mala palabra. Un fantasma de amenaza. La cuestión es una «papá caliente». Las oleadas migratorias ~ son aquí la gente que, por un lado, descubre dónde radica la raíz de problemas internacionales, dónde la discriminación es abierta o el racismo se ha extendido o pretende ser más sutil, pero que, al mismo tiempo, contiene en sí misma el germen de una cultura de pobreza. No sólo esto. Trae más problemas consigo. El más subjetivo y difícil de juzgar son las diferencias culturales creadas por el sentido de alteridad, la Otredad, en términos de recepción de lo extranjero por los otros que han vivído aquí antes de su llegada.

Los aspectos económicos y materiales de la presencia del inmigrante indocumentado son más evidentes y cuantitativos: poblaciones rápidamente crecientes en nuestras ciudades pueden significar escasez de viviendas. Los grupos de más arribo tendrán que compitir por la mayor parte del alojamiento, de por sí, viviendas en reducción y en deterioro. Los líderes comunitarios han observado que un grupo étnico con pandillas crear territorios y se da a la tarea de defenderlos contra el cambio. El gobierno descuida, o abandona tales áreas y lo que también conduce a mayor actividad de pandillas o a la formación de una subcultura autónoma, como es la de niños socializados en comportamientos y actitudes que perpetúan su inhabilidad de salir de la pobreza y la delincuencia. El inmigrante pobre forma barrios. Ghettos de los que el anglosajón y la clase media alta huye.

Esto es un punto crítico. La entrada ilegal a un país [que no es nuestro propio] desafía el poder político de otra gente, la nación vecina. El estado nación hizo la inmigración una publicación(cuestión) política: por definición esto es la patria de nación definida por la identidad étnica compartida y / o la cultura. Los ciudadanos estadounidenses creen en su derecho a acusar al ajeno indocumentado como invasores. Actualmente, América no es, ni puede ser, tan generosa como cuando Emma Lazarus, en un poema titulado El Nuevo coloso que está inscrito sobre el pedestal de la Estatua de Libertad, escribió: «Give me your tired, your poor, your huddled masses yearning to breath free».

El modelo de inmigración reciente ha cambiado. El volumen global de inmigración es alto y la gente de EU piensa que ya recibió una gran cuota de ellos. El volumen global de inmigración es alto y la gente de EUA piensa que ya recibió una gran cuota de ellos. La política de inmigración cada vez está más asociada a cuestiones como la seguridad nacional y la protección contra el terrorismo. La nueva ideología es:
Nosotros, los Americanos primero. La inmigración debe ser selectiva. Incluso cuando la selección étnica generalmente desaparecía, por lo general dan a la prioridad al que es el educado, experto y rico.

Los motivos para la inmigración no se han cambiado. Los individuos y familias todavía vienen a los Estados Unidos con una visión de mejorar sus vidas, pero la puesta en práctica de restricciones existentes y nuevos siempre más hostiles nunca se cesará.

Bibliografía

E. J. Dionne Jr.:
'Dropping Babies,' Abandoning Principles [ArcaMax Publishing, 2010]

Aaron Terrazas y Jeanne Batalova:
«Statistics on Immigrants and Immigration in the United States»: Migration Policy Institute

Luis Melero,
El HeroÍsmo De Los Indianos

Jim Meyers:
«Arizona Immigration Law Author: Failure to Enforce Law Impeachable Offense» [Aug 2010]

Suman más de cuatro mil mexicanos muertos al intentar cruzar a EU [Noticias. StarMedia.Com, 31/8/2008 Redacción]

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Desarraigo, nostalgia y tiempos olvidados / 13. Los Edenes Autoritarios y la Obediencia de los Transgresores: Caín, Abel y las difamaciones / 14. EE.UU. como Edén autoritario y el Reino de la Obediencia Nominal / 15. El Relato Redentor, la integración social y la desilusión con los Anfitriones Benévolos

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