Wednesday, June 16, 2010

Los encapuchados de la estadidad


Por Arturo Cardona Mattei / Escritor y poeta puertorriqueño

Los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico llevan sobre cincuenta días manifestando sus sentimientos y preocupaciones sobre las realidades e intrigas que se suscitan en dicho recinto educativo. Tienen sus puntos válidos. Entre ellos, quieren que el pueblo de Puerto Rico sepa que no todo es miel sobre hojuela lo que se cocina en la trastienda universitaria. Hay gastos excesivos, privilegios mal usados; y una gran matrícula de estudiantes que perciben un doloroso aumento en los créditos. Entre ese gran estudiantado hay algunos que tienen la costumbre de usar algún tipo de capucha cada vez que salen a manifestar sus quejas y agravios. Quieren cierto grado de anonimato, pues las represalias, por parte del gobierno y de la propia Universidad, no se hacen esperar. Las autoridades quieren criminalizar esos actos legítimos de protestas. La administración universitaria también busca el anonimato para sus muchos desvaríos administrativos. Esta es una lucha titánica y desigual.

No solo los que roban bancos usan disfraces, también los usan esos buenos señores y señoras que pretenden usar los dineros públicos como si fueran dineros de sus negocios privados. También están con nosotros los encapuchados de la estadidad. En esa faena llevan 112 años tratando de colárseles al Congreso como el Estado 51 de la Unión. ¡Estos sí que han destripado las arcas públicas tratando de comprar un sueño irrealizable! Pero el americano sabe los verdaderos propósitos e intenciones de estos asimilistas encapuchados. Quieren voz y voto para bregar con el trillonario presupuesto que se reparte en Washington. Hasta ahora solo han recibido promesas que no se pueden cumplir. Pero ellos siguen animados en el juego de la política demagógica. Buscan subir al púlpito de la catedral de la estadidad, pero solo se les ofrecen capillas y viejos monasterios. Pero los anexionistas encapuchados no se dan por vencidos, quieren rezar y orar en grande, quieren subir a la cúspide de esa montaña llamada estadidad.

El americano sabe mucho más. Ellos saben que a la estadidad se llega por convicción, no por conveniencias espurias e ideales fatuos. Allá saben que acá lo que hay son estadistas que han hecho de la política un modo fabuloso de vida. Solo buscan la estadidad para seguir en esos vicios de patriotas enajenados. Ese es su gran oficio. Ese es su gran credo. Pero aunque vayan encapuchados siempre el disfraz se les cae. Allá saben que los pro-americanos puertorriqueños, los mismos que están desmantelando la puertorriqueñidad, serían los primeros en huir de la estadidad si en algún momento la nación norteamericana zozobrara en los vientos de la historia. Imperios suben, imperios caen.

Estos son los mismos encapuchados que hace cinco años le dieron una puñalada traicionera a las aspiraciones de un pueblo que gritaba por mejorar su sistema político/legislativo. El pueblo votó en un referéndum de mucha importancia para que su legislatura fuera cambiada a una unicameral. Sobre un 60% respaldó aquel llamado democrático. ¿Qué hicieron los encapuchados de la estadidad puertorriqueña? Se mofaron del pueblo. Se erigieron en dictadores del pueblo. Echaron al zafacón los resultados de un pueblo que fue a las urnas tratando de construir otros caminos para la democracia de nuestro pueblo. Esos son los mismos encapuchados que le cantan loas –día y noche- a la democracia del Tío Sam. Están desnaturalizados hasta el tuétano.

Hoy, en un nuevo escenario, vuelven los encapuchados de la estadidad a oponerse a una reestructuración de la rama legislativa. En la Cámara de Representantes hay un pequeño grupo que se opone tenazmente a ese cambio. ¿Por qué? Solo piensan en sus intereses personales. No conocen de principios, solo tienen olfato para el lucro individual. Es un bochorno contar con legisladores de esa calaña. Son una camada de lobos que solo velan por su trozo de carne. Son muchos los privilegios que están protegiendo. Solo piensan en engordar lo más posible sus futuras pensiones. Y el resto del pueblo que se vaya al infierno. Esos encapuchados también serán los primeros en abandonar la nave puertorriqueña si en algún momento Cielo y Tierra le dan por jamaquear violentamente nuestra pequeña geografía. Estos son los patriotas de papel que se alzan como nuestros líderes políticos. Estos son los guachinangos que se arropan con la bandera de las muchas estrellas. Pero por más que se arropen y por más encapuchados que salgan, siempre sus vergüenzas quedarán al aire, como al mono trepado en el árbol.

Estos son los ñangotados de la vida política puertorriqueña. Y viven tan enajenados de la vida, que luego toman posiciones de moralistas para condenar a toda una juventud universitaria que lucha con pasión por unos derechos bien estructurados.

En la Universidad hay encapuchados apasionados. En la Legislatura hay encapuchados que son odiados. Unos cargan ideales limpios, otros mueven sus vientres a fuerza de privilegios descarados y lujos desvergonzados. Unos son quijotescos. Los otros siempre andan con la panza al trote. Estos son los que sufren de estreñimiento mental. A estos desnaturalizados puertorriqueñosencapuchados de la estadidad- les recomiendo que se muden a Arizona; allí podrán comprobar cuán amarga es la vida de los latinos. Cojan sus bártulos y trastos para que le rindan pleitesía eterna a la altanera gobernadora Brewer y a su capataz Joe Arpaio

George Bernard Shaw dijo: «No es que el poder corrompa a los hombres: Lo que pasa es que cuando los tontos llegan a ser poderosos, corrompen al poder». ¡Con razón nuestro gobierno se baña en la corrupción!

A los encapuchados amantes de la estadidad les digo: Ustedes son soñadores confundidos con la verdad. Todo lo ven doble: dos banderas, dos himnos, dos culturas, dos idiomas, dos sistemas judiciales. Así la estupidez crece a paso doble.

Caguas, Puerto Rico

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Indice / Novela de tesis / pedagógica / 1. Preámbulo / 2. El Estado Dorado y Exitoso / 3. ¿Cuál es «El divino tesoro»? / 4. La cazapremios que vive entre ratas / 5. La llaman Meteorito o La Gorda / 6. «Usted es un progresivista, no un trascendentalista» / 7. Dos papas podridas / 8. El certificado de defunción / 9. Un demonio vestido de santito / 11. El hijo de un guerrillero / 12. La exportación del miedo / 13. «Soy de donde mejor me convenga» / 14. «Y de mí, ¿qué va a decir?»: La Shakira / 15. En el submundo de la Rosa Salvaje / 16. «Los marcianos llegaron ya»: Miss Meteorito / 17. «Tras viciosos, malagradecidos»: Rosie / 18. Cruzarse de brazos / 19. Sobre conejas, premios y el Título X / 20. «Por amor a mi cantón»: El cholo / 21. «Naomi, ese hijo pudo haber sido el mío»/ 22. ¿De qué sueño americano estará hablando? / 23. El sabotaje y la historia / 24. El desaliento / 25. El toiletazo y los 'Homies' / 26. Se harán averiguaciones / 27. El robo y la palabra del día / 28. En defensa de Fa Boulon / 29. Gustavo y el padre de Fa Boulon / 30. El régimen de vigilancia / 31. El detalle de 2,000 caballos muertos / 32. «¿Lo expulsan por feo?»: Gustavo / 33. «Para despolitizar este asunto»: Frazier / 34. Vivencias del padre del alumno laosiano / 35. Por un poquito de digndad, no quiso la etiqueta para sí / 36. En el terror de una micronación / 37. El régimen de la secretividad / 38. La fotografía de la Princesa / 39. El equívoco del investigador / 40. Fa Boulon, la Princesa Bui Dou y los padres / 41. La amistad y la política en el plantel escolar / 42. Amigo es el que aprende a oir / 43. Conversaciones magisteriales / 44. Vatoz Locos / Pájaros locos / 45. «Ahí está la pandilla» / 46. «Cuando el barco se hunde»: Manuel Esqueda / 47. Una situación peligrosa / 48. El payaso, o el amigo del renco /

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