Por Marcos Reyes Dávila / Educador y poeta puertorriqueño
La Universidad, ciertamente, no son los edificios. Mas, sin embargo, los estudiantes, sin que se les pidiera ni se les requiriera, cuidaron de las instalaciones y propiedades de la universidad porque la aman.
En esta huelga, a la Universidad la defendió quien la amó, cuidó de ella y representó su ser. El ser de la universidad es el diálogo, la búsqueda de la verdad, la investigación y la creatividad, la asamblea en el ágora, la plaza abierta, el respeto a la diversidad de opiniones, el respeto a la mayoría, y también, a la minoría.
En esta huelga NO DEFENDIÓ a la Universidad quien no la amó, quien no cuidó de ella ni representó su ser. No defendió la Universidad quien quiso negársela a los estudiantes, quien llamó a la policía para tratarlos como a criminales, quien quiso negarle comida y agua a los estudiantes, quien se negó al diálogo, quien dio puños sobre la mesa, quien se obstinó en la represión y el castigo a quien pregunta y cuestiona, quien mintió y pidió dar macanazos, quien se mantuvo en la actitud soberbia de Nerón en el balcón de palacio, quien se reunió en cuartos cerrados, quien procuró el uso de la fuerza contra el joven que debía proteger y educar, quien insistió en reprimir, reprimir y castigar.
Nada desprestigió tanto la Universidad de Puerto Rico como su presidente, José Ramón de la Torre, y la presidenta de la Junta de Síndicos, Ygrí Rivera.
Una mala administración no sólo no la representa: la niega.
Por suerte, los estudiantes, que no pueden no representar a la universidad, dieron cátedra magistral ante el país y ante el mundo.
La UPR no concedió la Cátedra Hostos este año a la profesora Liliana Cotto, que tanto la merece. Pero hizo bien. Porque la Cátedra de Honor Hostos, la cátedra del valor, la conciencia, la moral, la justicia, la libertad y el carácter, la ejercicieron, en propiedad y con dignidad, los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico.
MRD / UPR-Humacao, Puerto Rico 00791-4300
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