Wednesday, June 30, 2010

Escándalo de espías entre EE.UU. y Rusia

Un caso sonado pero no convincente

Por Rita Novosti / Periodista

El periódico ruso Kommersant califica de «sonado» pero «no convincente» el escándalo de espionaje que estalló en las relaciones ruso-estadounidenses.

El FBI detuvo el pasado domingo a 11 personas, presuntos agentes del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (SVR) que supuestamente usaron papeles falsos para legalizarse en EE.UU. y establecer contactos con «centros de planificación y toma de decisiones políticas». El arresto se produjo dos días después de que el presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, concluyera su visita a EE.UU.

A los detenidos, que deberán comparecer ante un tribunal el próximo 1 de julio, se les imputan los cargos de «connivencia para actuar como agentes de un Gobierno extranjero» y «confabulación criminal para blanqueo de dinero». El FBI supone que todos ellos pasaron por un curso de entrenamiento especial en el que aprendieron, entre otras cosas, a usar escondites, tinta invisible y códigos secretos. Muchos eran vigilados desde 2000, de manera que el expediente penal ya se extiende a varios centenares de tomos. A juicio del FBI, Moscú pretendía obtener a través de estos agentes los datos más variados, empezando con la postura de EEUU de cara a las negociaciones sobre el desarme y terminando con los rumores acerca de los cambios en la cúpula de la CIA.

La pregunta fundamental que sigue sin contestar es si los presuntos espías rusos vulneraron la seguridad de EEUU. Los únicos detalles que merecen cierta atención en este sentido son los contactos de un detenido con un influyente financiero de Nueva York, cuya identidad se mantiene en secreto, o el encuentro de otro sospechoso con «un científico implicado en el desarrollo de bombas aéreas anti búnker».

El Departamento de Justicia de EE.UU. rehusó ayer formular la acusación de espionaje contra los detenidos. "Se entienden por tal los intentos de traspasar materiales secretos a otro Estado o tercera persona pero no había motivos para suponer que alguno de los sospechosos haya recibido o transmitido datos clasificados», declaró a Kommersant un portavoz de esta entidad.

Harvey Klehr, coautor del libro Los espías: El auge y el ocaso de la KGB en América (Spies: The Rise and Fall of the KGB in America), considera que «las consideraciones operativas se impusieron en el FBI sobre la reflexión acerca del futuro del relanzamiento (de las relaciones) entre EEUU y Rusia».

Dmitri Trenin, jefe del Centro Carnegie de Moscú, opina que detrás del escándalo podrían estar varios grupos: en primer término, «aquellos políticos estadounidenses, para los cuales Barack Obama hace el juego a los rusos y se les acerca demasiado», pero también los propios servicios secretos impacientes por demostrar su celo profesional tras una serie de sonados fracasos que derivaron en la reciente dimisión de Dennis Blair, director de Inteligencia Nacional de EEUU.

El experto calificó de «poco convincente» la acusación formulada. «Es como si a uno le hubieran arrestado bajo la sospecha de homicidio para después procesarle por aparcamiento en lugar indebido», dijo.

El periódico resalta que los funcionarios estadounidenses y rusos se refieren al incidente con extrema cautela. Un interlocutor que pidió anonimato declaró a Kommersant que «a todos los portavoces locuaces se les dio en secreto la instrucción de no ofrecer comentarios». Todo parece indicar que esta orden se cumple de buena fe. Serguei Prijodko, quien asesora al presidente Medvédev en materia internacional; Natalia Timakova, la portavoz del jefe del Estado; y hasta Konstantín Kosachov, jefe del comité de asuntos internacionales en la Cámara baja, se negaron rotundamente a comentar el caso a petición de este diario.

La parte estadounidense actuó de la misma manera. Barack Obama respondió con un lacónico gracias cuando los reporteros le inquirieron sobre el incidente. El subsecretario de Estado de EE.UU. para asuntos europeos y eurasiáticos, fue el único en emitir una declaración al respecto. Recordó que Washington aspira a seguir fomentando las relaciones con Moscú y sugirió interpretar el escándalo de espías precisamente en este contexto.

Tomado de
ArgenPress. info

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