Wednesday, June 2, 2010

Carta constitucional de la O.N.U.


Por Arturo Cardona Mattei / Escritor y poeta puertorriqueño

El 26 de junio de 1945, con ruidosa publicidad, en San Francisco, E.U.A., 50 naciones votaron a favor de aceptar la Carta constitucional de la Organización de las Naciones Unidas. Este cuerpo tenía el objetivo de «mantener la paz y la seguridad internacionales». Entró en vigor el 24 de octubre de 1945. The World Book Encyclopedia dice: «En algunos aspectos la ONU se parece a la Sociedad de Naciones, que se organizó después de la 1ra. Guerra Mundial. Muchas de las naciones que fundaron la ONU también habían fundado la Sociedad. Como la Sociedad, la ONU fue establecida para ayudar a mantener la paz entre las naciones. Los organismos principales de la ONU son muy parecidos a los de la Sociedad». Podemos decir que la ONU es en realidad una revivificación de la Sociedad de Naciones.

La Sociedad de Naciones fue un parto producto de la 1ra. Guerra Mundial, y fue cadáver sepultado por la 2da. Guerra Mundial. Mantener la paz y la seguridad internacionales de un mundo tan complejo como en el que vivimos no es tarea fácil. Por eso fracasó la Sociedad de Naciones y la O.N.U. va por el mismo camino. Sus días están contados, pues sus principales objetivos no han podido ser alcanzados. Hoy, más que nunca antes en la historia del hombre, vivimos con el signo de la inseguridad y la paz no da los frutos que de ella se esperaban.

No podemos hablar de paz y seguridad cuando nuestro planeta está siendo sometido a tantos conflictos de toda índole. Los intereses de las naciones son muy complicados. El egoísmo es bárbaro. Los diferentes sistemas económicos son una rémora para el progreso de los pueblos. Lo mismo puede decirse de los muchos sistemas políticos que rigen en el mundo. Y como si eso no fuera suficiente, tenemos el monstruo de muchas cabezas conocido como la falsa religión. Nadie puede negar el triángulo amoroso entre política, negocios y religión. Ese lazo es indisoluble. Ya tiene más de 4 mil años.

Y esa es la razón indisputable por la cual las religiones del mundo le dieron la bienvenida a la Sociedad de Naciones y a la Organización de las Naciones Unidas. Con ese apoyo, siendo la cristiandad la parte más notable, le dieron la espalda a todos los principios y propósitos que están plasmados en la Biblia. Veamos algunos datos históricos innegables.

Cuando la Liga de Naciones tuvo su nacimiento luego de la 1ra. Guerra Mundial, sus muchos amantes religiosos se desbordaron en elogios. Así, este nuevo organismo empezó a llenarse de nombres blasfemos. «El cristianismo puede suministrar la buena voluntad, la fuerza dinámica tras la liga, y así hacer que el tratado, en vez de ser un trozo de papel, sea un instrumento del Reino de Dios». –The Christian Century-.

«La idea de la Sociedad de Naciones es extender a las relaciones internacionales la idea del Reino de Dios como orden mundial de buena voluntad. Es aquello por lo cual oran todos los cristianos cuando dicen: Venga tu Reino.-The Christian Century-.

«Lo que mantiene unida a la Sociedad de Naciones es la Sangre de Cristo».- Dr. Frank Crane, ministro protestante.

«Cuando consideramos las aspiraciones, las posibilidades y las resoluciones de este acuerdo, vemos que contiene la esencia de las enseñanzas de Jesucristo: El Reino de Dios y su justicia. No es menos que eso». -Sermón del arzobispo de Canturbery en la apertura de la Asamblea de la Sociedad de Naciones en Ginebra-.

La historia está llena de muchos otros ejemplos. Pero lo importante es saber que estos falsos maestros de la Biblia han inmiscuido a Dios en sus chapucerías políticas/religiosas. El gran fracaso de la Sociedad de Naciones es prueba suficiente para darnos cuenta de tanta blasfemia cometida en nombre de Dios. Ni los círculos de oraciones, el mal llamado ecumenismo, pudieron salvar a dicha organización política. Dios no puede ser presionado por oraciones que cargan el pesado pecado de la hipocresía. Jehová, ‘el oidor de las oraciones’, cierra sus oídos a las palabras huecas de los hombres que no hacen su voluntad. Verdaderamente, ese medio político de hechura humana no es la solución para los problemas de este mundo. Tampoco ese es el Trono de Jesucristo. Los muchos amantes religiosos con que cuenta la Organización de las Naciones Unidas están igual de equivocados. Estos falsos maestros siguen escupiendo blasfemias y continúan desvirtuando los medios que tiene Dios para llevar a cabo sus propósitos para la humanidad toda.

En un esfuerzo por reforzar las esperanzas de la humanidad, la O.N.U. proclamo el año 1986 Año Internacional de la Paz, con el tema: «Para salvaguardar la paz y el futuro de la humanidad”. El 1 de enero de 1986, el papa Juan Pablo II alabó la obra de la ONU y dedicó a la paz el nuevo año. Y el 27 de octubre reunió a los líderes de muchas religiones del mundo en Asís, Italia, para orar por la paz. ¡Qué muchos dioses iban trepados en aquella Babel de oraciones! ¡Santo Súbito! ¿Cómo bautizó el mundo ese mismo año de 1986? Según un informe hecho por el Instituto de Investigación sobre la Paz Internacional, ¡más de 5 millones de soldados murieron en combate tan solo en 1986! Otras muchas guerras –grandes, medianas y pequeñas- se han apoderado del mundo. El hombre no encuentra la paz y la seguridad tan anheladas por toda la humanidad. Una humanidad que no conoce lo que es la verdadera paz y seguridad. La paz y seguridad que el hombre ofrece no es la misma que ofrece Dios. Pero la falsa religión, con sus líderes de una espiritualidad enclenque, siguen mortificando a Cielo y Tierra con sus pestilentes oraciones. Son oraciones bastardas que no llegan a las alturas celestiales.

Como los líderes infieles del Israel antiguo, claman: «¡Hay paz! ¡Hay paz!, cuando no hay paz». Y el apóstol Pablo dijo: «El día de Jehová viene exactamente como ladrón en la noche. Cuando los hombres estén diciendo: ‘¡Paz y seguridad!’, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera”.

Jehová Dios dice: «Aunque hagan muchas oraciones, no escucho; sus mismas manos se han llenado de derramamiento de sangre». Océanos de sangre es lo que el hombre ha sembrado y cosechado a lo largo de toda la historia humana.

Con razón Apocalipsis describe a toda la falsa religión con el escalofriante nombre de: «Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las cosas repugnantes de la tierra». También dice: «¡Ha caído! ¡Babilonia la Grande ha caído, la que hizo que todas las naciones bebieran del vino de la cólera de su fornicación!»

Con certeza sus aguas se están secando por toda la Tierra. Su ramería espiritual no tiene perdón.

Caguas, Puerto Rico

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Día de la Recordación / Tipheret / International Jewish anti-Zionist Network / Indice / Novela de tesis / pedagágica

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