Religión, política y negocios

Por Arturo Cardona Mattei / Escritor puertorriqueño

Indiscutiblemente, el mundo está hastiado de tanto fraude espiritual. Esta sucia corriente viene de muchos siglos atrás. Pero desde los tiempos de Jesucristo estas estampas han aumentando en volumen superlativo. Los escándalos espirituales se suceden a diario en todas las partes de este enfermo planeta. La humanidad que lo habita va de mal en peor. Poco a poco todo va cayendo en su lugar. El juego tiene muchas piezas, pero todas ellas van encontrando la posición que les corresponde. La navidad es una época que ilumina con acierto cuán amistoso es este triunvirato: religión, política y negocios. Son tres imperios que parecen no tener fin. Se ven muy estables, inmovibles. Parecen no tener fin.

La falsa religión nos sigue dando feos ejemplos. La prostitución espiritual se levanta como montaña elevada más allá de las nubes. Así de pecaminoso es este imperio religioso. El mundo entero está bajo el manto de una espiritualidad espuria.

En Miami-Dade, un pastor y su esposa son culpables en corte por un intrincado esquema de lavado de dinero. En el corto tiempo de seis años -2002/2008- obtuvieron una fortuna de 7 millones de dólares. Me los imagino cómo brincarían de alegría en su iglesia predicando las bondades de Dios hacia ellos. Esas son las aguas con ejenjo que le dan a millones de seres humanos a través de todo el planeta. La alocada cristiandad verdaderamente está muerta, espiritualmente hablando. Su muestrario de enseñanzas falsas no cabe en el fondo de los mares.

Por otro lado, tenemos un informe de la propia Iglesia Católica de España, donde se pinta un cuadro muy deprimente de su situación actual. En parte dice ese informe: hay decenas de sedes diocesanas vacantes, que hay que poner coto en España a lo que la jerarquía llama «símbolo de un laicismo feroz», la crisis de vocaciones, se habla de la escacez de sacerdotes y que estos son más viejos. Prosigue el informe: «En España hay 23,286 parroquias; 10,615 no tienen sacerdote residente. Son datos de 2007 y la situación lleva camino de empeorar. La media de edad de los curas en activo es de 63.3 años. En algunas zonas alcanza los 72.4 años. Tampoco es mejor la media de edad de los obispos».

El cardenal Antonio María Rouco dice que «el desarrollo sin hombres rectos es imposible». Ahí está el meollo del asunto. La Iglesia Católica Romana, desde su misma fundación nació torcida. En ella no ha habido rectitud espiritual. A este respecto, su legado histórico es muy amplio y pesado. La moral, la ética y la espiritualidad de esta institución están malamente aprendidas y dañinamente enseñadas. No, no es posible que el Espíritu Santo pueda posarse en su sede mayor, el Vaticano. La pedofilia sigue dando que hablar y sus consecuencias a la Iglesia han sido devastadoras, tanto en lo económico como en lo espiritual. Tiene razón el cardenal Rouco, «el desarrollo sin hombres rectos es imposible». La decadencia moral y espiritual de su Iglesia se debe precisamente a ese factor. Enseñanzas torcidas y líderes corruptos, espiritualmente hablando, no pueden dar buenos frutos. Y el futuro no pinta nada bueno para toda la falsa religión de este mundo. Su final será uno abrupto, sin pena ni gloria.

En Italia, otro país muy católico, hay un fuerte debate sobre los símbolos religiosos en lugares públicos. El ateísta y juez Luigi Tosti dice que la cruz cuando es expuesta en lugares públicos como las escuelas, violenta la libertad religiosa. Luego pasa a decir: «I want to challenge the crucifix being a symbol of morally, culture and civilization. We must consider that the swastika for example is a symbol of negative values because Nazis are responsible for the death of six million of people, Jews, gypsies, homosexuals. And if we evaluate the history of Christianity, we are not talking about 6 million people killed, but of a 100 million people killed, tortured, ghettoized in its 1.800 years history, with the crusades». Es verdad, sin hombres rectos no es posible seguir los caminos y enseñanzas del verdadero cristianismo.

Es cuestión de tiempo, el juicio y ejecución de la infame ramera -toda la religión falsa- está grabado en el reloj y la mente de Dios. Ni tardará, ni se aplazará, ni fallará. Dice el libro de Apocalipsis: «Porque sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo, y Dios ha recordado sus actos de injusticia. Páguenle a ella así como ella misma pagó, y háganle a ella el doble, sí, el doble del número de las cosas que ella hizo; en la copa en que ella vació una mezcla, vacíenle a ella el doble de la mezcla. Al grado que ella se glorificó a sí misma y vivió en lujo desvergonzado, a ese grado denle tormento y lamento. Porque sigue diciendo en su corazón: «Estoy sentada como reina, y no soy viuda, y nunca veré lamentó». Por eso, en un solo día vendrán sus plagas; muerte y lamento y hambre, será quemada por completo con fuego, porque fuerte es Jehová Dios que la juzgó».

El imperio de la religión falsa es de muchos siglos, pero su final será rápido y el mundo entero quedará perplejo al ver que una institución tan prestigiosa quede desamparada por los hombres y por Dios. Nunca jamás se le permitirá su regreso a la vida de la humanidad. Para ese entonces sus mejores amigos se retirarán y la abandonarán. Sigue la descripción de Apocalipsis: «Y los reyes de la tierra que cometieron fornicación con ella y vivieron en lujo desvergonzado llorarán y se golpearán en desconsuelo por ella, cuando miren el humo del incendio de ella, mientras se quedan de pie lejos, por su temor del tormento de ella, y dicen: «¡Qué lástima, qué lástima, tú, la gran ciudad, Babilonia la fuerte ciudad, porque en una sola hora ha llegado tu juicio’».

Prosigue: «También, los comerciantes viajeros de la tierra están llorando y lamentándose por ella, porque no hay nadie que compre ya su surtido cabal».

Vemos pues, a reyes y comerciantes dándole la espalda a la gran ramera, la misma que lleva en su frente el abominable título de Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las cosas repugnantes de la tierra. Aquí queda ricamente plasmado el yugo de estas tres instituciones mundiales: religión, política y negocios.

Caguas, Puerto Rico

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