Monday, December 7, 2009

Inevitable...








Hace frío y estoy insomne...

Las imágenes y los sonidos vagan libres por mi cabeza, sin nada que los perturbe o los atenúe... tratar de asir uno es casi imposible: pasan y suenan como en un slide show, se superponen, llenan mi mente de color y de voces durante un parpadeo, y en seguida surge otro (sonido) y otra (imagen)... Me gusta esta sensación, este mecanismo maravilloso de los recuerdos que se apodera de mi sin aviso previo...

Probablemente sea cierto que sublimamos el pasado, que bajo su influjo suavizamos dolores y aprehendemos las pinceladas suaves, esas que acarician y no duelen... lugares, palabras, colores y aromas arriban llenándolo todo... y así surgen, uno tras otros, nítidos, a full color, olorosos y en estéreo:


La mano de mi padre sujetando el sillín de mi bici para ayudarme a mantener el equilibrio... Darling, nuestra pastor alemán (foto), llevándome sobre su lomo al Colegio Humboldt, en Puerto La Cruz... la sensación de libertad que sentía sentada en nuestra lancha... Arapo y Arapito surgiendo entre la bruma mañanera, bañadas de mar Caribe...
Las lecciones de latín que me daba mi padre cuando me llevaba hacia el colegio cada mañana...
La primera vez que toqué el cuatro y la guitarra sin previo aprendizaje, como si hubieran formado parte de mi desde siempre...
La época en que nos reuníamos a bebernos a Becquer y a Lorca tratando de conjurar para nosotros sus musas...
Las patinatas de Diciembre y los amaneceres gaiteros en El Poliedro de Caracas...

Las obras de teatro en el colegio, riéndonos entre bastidores, con las prisas del cambio de vestuario...

El coraje que me daba, cuando en el último año de bachillerato, mis compañeras no me tomaban en serio porque solo tenía 15 años, frente al terror que me daba la Universidad cuando la pisé por primera vez para ir a clases con esa misma edad...
El primer viaje trasatlántico sola, con 15 años, y la cara del policía de la aduana cuando mis tíos, que me estaban esperando en Barajas, les pidieron pasar porque yo era una niña, y salieron con una "niña" de 1.70 m de estatura...
Los cines de verano con las estrellas por techo...
La primera vez que me bebí Nueva York con los ojos...
El hormigueo en la piel que siempre me asaltaba -y me asalta- cuando estaba -estoy- en una biblioteca o en una librería...
Nuestra casa de playa en Chichiriviche (Estado Falcón, Venezuela)... las fogatas en la playa... y las carreras que yo pegaba para huir lejos, cuando mi papá llegaba con dos sacos de cangrejos que le habían costado 2 bolívares cada uno (50 centavos de dólar de la época), porque no podía escucharlos arañar las ollas, mientras los hervían (¡aún hoy me parece terrorífico e inhumano!)...
Las escapadas a Cata con los amigos (la foto aquella con la guitarra, ¿recuerdan?) y las noches que pasábamos insomnes, porque los murciélagos aleteaban en el techo de la casa... las acampadas en la misma playa, sentados en la orilla, esperando el amanecer...
La primera vez que escuché "La canción del elegido" de Silvio Rodríguez y se me grabó a fuego, lo que más tarde habría de aprender en carne propia: "lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida..."


Ya vienen las ganas de dormir... dicen que ya tienen material más que suficiente para poblar de sueños mi cabeza... y me voy sonriente a la cama, porque se que veré paisajes maravillosos esta noche que, cosa extraña en mi, tengo la certeza de que dormiré como los dioses...








Escrito en la madrugada del 15 de Enero de 2008 y vigente de principio a fin :)
La foto es de las pocas que se medio salvó de quedarse en mi casa de Caracas, y se la quité a mi mamá para escanearla. De izquierda a derecha: yo, mi hermano Diego, mi primo Fernando y Darling, nuestra pastor alemán que no necesitaba hablar para hacerse entender perfectísimamente; estábamos en nuestra casa de Puerto La Cruz. Mientras mi papá tomaba la foto, yo gritaba "Cazáááán", llamando a nuestro otro perrito, hijo de Darling :)




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