Romperse el corazón es inevitable (ojalá no lo fuera), y no se rompe solo una vez a lo largo de la Vida. Cuando eso pasa, hay que dejarlo cicatrizar como a las heridas de la piel, poco a poco, de adentro hacia afuera, con recaídas inesperadas cuando el tiempo cambia y esa vieja herida nos vuelve a doler, hasta que un día la cicatriz no sea más que una rayita en la piel. Al principio se llora un montón, luego a determinadas horas o frente a acontecimientos que nos disparan los inevitables recuerdos... hasta que un día nos damos cuenta de que la vida sigue y tenemos un montón de días sin llorar, ni recordar... Lo que determina la longitud de este proceso de cicatrización no tiene que ver con la lógica, eso está más que demostrado, el tiempo, que todo lo cura, es el que dicta las pautas...- ¿Por qué no? Déjala que llore -dijo Silvana-. Llorar no es malo. No pasa nada por llorar -insistió-. Al principio llorarás todo el tiempo; después llorarás un rato cada día, por las noches, seguramente. Luego, cada vez que veas algo que te lo recuerde, o de repente, sin más ni más; pero un día al acostarte te darás cuenta de que no has pensado en él, de que ya no le echas de menos, y da igual si ese día tarda diez años en llegar.
Carmen Amoraga
"Algo parecido al amor"
(Finalista del Premio Nadal 2007)
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