Una de las cosas con la que no me voy a quedar con las ganas es volar en helicóptero. Me subí en esta miniatura en Santo Domingo, República Dominicana, con Carlos, que aparece en la siguiente foto que le tomé mientras volábamos y él trabajaba. La experiencia es única y, salvo algunos virajes bruscos, en los que mi ombligo se quedó, por lo menos, a 300 metros del resto de mi cuerpo, yo disfruté como una enana volando en ese pedacito de cosa con hélice
Otro lugar relindo que visitamos, entre muchos otros, es Chavón, en la foto de izquierda a derecha, estamos Orling, quien les escribe (de azul, qué raro =o) y Vicky, que siempre nos visita y comenta, ambas son bellísimas personas y amigas, las mejores anfitrionas que, junto con Carlos, pude tener...
¡Que me entra la nostalgia! sniffff
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