Sunday, October 10, 2010

De Epica de San Sebastián del Pepino




Casa de Doña Bisa Rodríguez Rabell, construída em 1914 en San Sebastián (Puerto Rico). Doña María Luisa / Bisa / fue hija del último alcalde del Régimen Autonomista español que llegó a su fin con la Invasión Norteamericana de 1898 a Puerto Rico. Quien es la voz lírica que le habla a Don Manuel Rodríguez Cabrero, el Alcalde mencionado, es el Lcdo. Victor Primo Martínez González, quien le sirviera de traductor-intérprete al primero en la hora de entregar el mando ante las fuerzas de ocupación del Pueblo de San Sebastián y su capitán William Brackford. Martínez era un gran lector del gallego Valle Inclán y Miguel de Unamuno.

A Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936),

«La ética es lo fundamental de la estética»: Ramón del Valle Inclán

«Quisiera entrar en mí, vivir conmigo, poder hacer la cruz sobre mi frente, y sin saber de amigo ni enemigo, apartado, vivir devotamente»: Ramón del Valle Inclán

Haré este experimento valleinclano,
recrearme en el portento que evidencia
la estética más mostrenca del muestrario.

Miraré en lo superlativo de nuestro espejo cóncavo
para entrar en mí, para vivir conmigo
porque nada tiene de devoción a la patria
vivir peinando la calva en medio
del colonialismo.

Quiero, si es posible, vivir dentro del monstruo,
acostarme en sus entrañas como Jonás
en grutas de manteca, que me quite
estos olvidos de la desobediencia.

Quiero no traducir mi «Ay, bendito»
compadeciendo sólo al poderoso
o dar mi bendición a él cuando venga a matarnos.
Es mejor que ya me asuma
en la impronta impresionante
y que la memoria sepa dónde comenzó
«la eterna noche del pasado»
donde me perpetúo sin apetito
de la «eterna noche del mañana».

2.

«Tuve miedo como no lo he tenido jamás, pero no quise que mi madre y mis hermanas me creyesen cobarde, y permanecí inmóvil en medio del presbiterio, con los ojos fijos en la puerta entreabierta»: Ramón del Valle Inclán

Yo era como aquel Don Manuel Rodríguez,
el Alcalde. Con miedo a perder la Espada Blanca,
pero no cobarde. Yo no quise creer el amarillismo
de los gacetilleros que llamaron a España la Atroz,
la Carnicera; ¿quén si uno mismo puede aclarar
lo que somos? ... pero una noche, en el acaso
de las pesadillas, desperté
con el Asunto de Virginius (1873).

Otro día, al madrugar, temblamos.
El partido Demócrata de la Era de McKinley,
que es buen Republicano ante el oportunismo codicioso
de Theodor.o Roosevelt, planteó lo inevitable:
ya que han hundido el buque Maine USS
en el Puerto de La Habana
y a centenares ascienden los muertos,
ha de vengarse a la gringada marinera.

Entonces, por tal dinamitaje, apuntaron el dedo
a nuestras caras y dieron el ultimamatum:
«España; ésto, hundirnos el barco,
naufragarnos en sangre, es asunto de tus asesinos.
Abandona la isla, o declaramos la guerra.
Fue el 23 de abril. 1898».

Dos días antes Cuba se vio bajo
el bloqueo y, aquí, a mí, a mí
(que «quisiera entrar en mí, vivir conmigo,
poder hacer la cruz sobre mi frente,
y sin saber de amigo ni enemigo,
apartado, vivir devotamente»),
Macías me llamó a La Fortaleza y juntos
nos dímos ánimos, entrepiernas cagadas
y todo, ánimos, sí, pero temblando.

3.

Yo era, como aquel Alcalde, caballeroso,
realista, blando, bueno, aquel que vio el Monstruo
con dos cabezas. Uno era la Marina americana
surtiéndose de victorias en aguas del Pacífico
y Caribe; otro, era mi Gobernador
y lo que representa, una Cabeza; el Yankee,
otra, junto a la Corona que me exalta,
España mía.

Cuando quise regodearme en El Pepino,
él me llamó: Una misión de reconocimiento
desde mayo se cumple asaz conspiratoria
bajo nuestras axilas. Un Teniente
de la artillería americana tiene sus cómplices,
tentaculares voces en la isla. «Hay una infección
de tración a la patria, Don Manolo».

Al misionero del Averno, le supe el nombre
y el rango: Henry H. Whitney, Teniente
y corroboré que su Bureau de Inteligencia Militar
(¿quién lo dijera?) cuenta con colaboradores
cipayos / pitiyankis / del patio;
y ellos dan al exttranjero nuestros mapas,
con puntos estratégicos, claves de acceso
a nuestra geografía («aquí están:
los arsenales. la boca de los montes y la calle mayor,
que es como hilo plateado de Ariadna
en el oscuro hormiguero de Minos
y a toda salida nos conecta, aquí el monte tupido
para que sus artilleros salgan a bloquear
sus enemigos y, en asedio aislante, mueran de hambre
quienes defienden el León ibero»).

Y yo era, como Manuel Rodríguez Cabrero,
último alcalde autónomo de la Colonia Tranquila,
y ví, cómo ufanamente arribó el Capitán Blackford
y pidió hablar conmigo, antes y lo recuerdo
un 12 de mayo, una escuadra de buques
del comodoro William T. Sampson
bombardeó la capital y cagarrutas de Macías
me hieden en las narices y salpicaron de llanto
el espejo cóncavo desde el que miro.

Ahora estoy ante un gringo de marras
que me come los ojos y me deja
ante uno de mis monstruos.
[«Tuve miedo como no lo he tenido jamás,
pero no quise que mi madre y mis hermanas
me creyesen cobarde».]
«Quiero que permanezca usted como Alcalde
de este pueblo. Me han dicho que usted
es honesto, trabajador, virtuoso.
Vamos a izar Nuestra Bandera.
A intercambiar las Espadas a las afueras
del edificio del Cabildo y sea confirmado
como Alcalde auspiciado por el nuevo orden
que proclama el General Nelson Miles en Puerto Rico».
[«... y permanecí inmóvil en medio del presbiterio,
con los ojos fijos en la puerta entreabierta»].

4.

Pero yo ví que Blackford tenía la complexión
de las arpías. Era un ave de rapiña
con rostro angelical de 'redneck' y lo ví,
en pesadilla, bajando del buque Yosemite
con 3,300 soldados de los suyos;
pisó las tierras de Guánica, se movió en escaramuzas
por los pueblos del Yauco, Fajardo, Guayama,
y parecía un tiburón bajo el Puente del Río Guamaní.
Entonces, las partidas sediciosas lo oliscaron
por Coamo y lo llamaron a la Batalla de Asomante.
Lo vimos como el águila en retirada del Cerro Gervasio,
reagrupándose para entrar a balazos en Aibonito,
pero cuando cayeron heridos los capitanes
y tenientes E. T. Lee, asistido de John Long
y el Teniente Harris, le dijeron, «Ven. Huye»
y fue el Comandante Landcaster: «Vete a Pepino,
que allá están quemando y las lluvias de agosto
no apagan los fuegos que dañan
los cafetales; hay que saber quién quema
y si quema por ayudanos, o quema
por odio que inspiramos.
Allá no han de saber que el protocolo
de paz y rendición de España se ha firmado».

5.

«España no está aquí, está en América»: Ramón del Valle Inclán
«Te están ofreciendo
la eterna noche del mañana, don Manolo.
No te niegues. Es noche el pasado
y es noche el mañana. Ese es un momento
en que no podemos escondernos
y tú eres el Hombre Selecto.
Un país es más que una bandera.
No te niegues por lealtad a Macías.
Ya Filipinas cayó
y Guam, y Guantánamo estará
por cien años en la garra de la arpía.
Afuera están cantando coplas de quemazones
Don Simplicio y su gente, mogrollos discursores
en las barricadas y Moncho Lira, el bastardo,
grita contra los yankees, Viva España,
él de quien no lo creería...
pero la Noche llegó
y Pedro Arocena es el gallo que madruga
y amarra de la cola de un caballo
al jíbaro y al mulato y se urge un Caballero
de Tu Bondad, no un españolista
con cepa de ladrones.
Recuerda que España ya no está aquí:
la esencia más pura quedó en medio
del campo», lo dijo en traducciones
con un inglés con zeta y con cedillas
Victor Primo, El Caballero,
cepa de González y González,
pariente español, criollo,
de los Giner de los Ríos.

6.

«Lo mismo da triunfar que hacer gloria la derrota»: Ramón del Valle Inclán

«Soy aquel amante que nunca se muestra, muda en cada instante mi sombra siniestra»: Ramón del Valle Inclán

España cayó de bruces frente a nuestras narices,
don Manolo. Quedó sin aliento en El Desastre.
Sin principios en las batallas de Asomante y El Guacio.
¿Quién iba a decir que correrían, asustados
a abrazarse al enemigo. fingiendo caídas
hombres como Soto Villanueva?
¿Cómo contar con hombres tales que ante el gringo
les entran sus culilllos y decirlo ante Macías Casado?
menos vergüenza me dio el sucio Bascarán
que el Teniente Suau y Soto Villanueva
con todos los rendidos a su mando.
Pero la Noche Monstruosa del mañana
es noche en todos; y valiente sea usted
ante la España que caduca,
que no admite su ruina ni su desmoronamiento
ni la trampa social ante su espíritu
y quiere vivir de figurones figurantes
lo que ya no tiene por virtudes.
Y la Noche de Borinquén es igual,
pero el mañana a definirlo nosotros
con estética mostrenca del Deber.

¡Adiós, Gobernador Macías y Casado
que a otra lado se vaya
con su incompetencia administrativa,
y las pompas y los trajes de brillo
de los figurones!
¡Adiós a los amantes que jamás se muestran,
a esos amores bobos del hispanismo
que son amores como los de Moncho Lira Mislán
que por la damita Scharrón
derrapa por calles de amargura!
¡Adiós a los que ni saben triunfar ni hacer
de la derrota su gloria!
Mediocre élite del León íbero vayan
a lamer las nalgas de la negrada en Pepino:
todos, hasta los buenos socialistas
y anarcos de Chago Iglesias, Mingo Liciaga.
los Juarbe, los Padró Quiles,
se han tornado barbosistas, cipayos,
pitiyankis
y ésta es la podredumbre del momento.
España no está aquí, está en América,
pero América no es la puta obediencia
ni es el yankee ni el inglés impuesto
como lengua educativa por decreto.
No son gringas maestras
con los nombres de «mísis» con misiones
de que nos metan el inglés
por el gollate y 'civilicen' nuestros hijos ignorantes.
Font-Feliú, ahora pionero de los anexionistas,
ayer adláter comecandela de la Espada Blanca...

¡Ay, don Manolo, por la gente sin meta
ni futuro, quédese en la Noche del Mañana,
acepte la Alcaldía que se la ofrecen
de oquis y háganos un pueblo con futuro
antes que loz tiznaoz noz quemen
los repliegues del ano...


7.

«La tibia fragancia de su alcoba encendía en mí, como una tortura, la voluptuosa memoria de los sentidos»: Ramón del Valle Inclán

¡Qué puta colonia es ésta, don Manolo!
Que en la tibia franquicia de nuestros acomodos,
sobre camastros putales de la prosperidad,
nos viene voluptuosamente y se revuelca
el monstruo que juega con el gusto
y la sarna, con gusto, no pica...
¡ay, amigo Rodríguez Cabrero! ... nosotros
no sabemos de padecimiento ni interiores conflictivos
cuando avanzó esa romántica ensoñación
del fin de autonomía y con dulces palabras nos dijo
que no somos colonia, que no existe ningún monstruo
ni prolongaciones nocivas de la vieja noche
que nos asfixiara, desde el reinado de Isabel II
y aquella Europa de regímenes autoritarios
envueltos en gusto neoclásicos
pero con pesadillas de movimiemtos libertarios,
anarco-liberales y pulsiones románticas
sofocadas porque su interioridad es contagiosa
y su lenguaje proposicional.
«Hagamos conocible a ese monstruo;
sin hacerlo simulacro de estilo».
Que no se desplace a Pepino, que no sea
nómada y venga, con saltos dañinos y asediantes
como dan los psicópatas con sus actings sangrientos.
Que no invadan, como zombies, las calles del pueblo
y se hagan camaleónicos cuando,
deseantes de habitación estemos y se encarnen
dentro de la tibia fragancia de su alcoba
con maña de tener la propiedad de ser todas
y cada una de las cosas y encender en mí,
en todos, la tortura,
«la voluptuosa memoria de los sentidos».

¿Te fijas cómo somos ahora, don Manolo?
Como monstruos psicopáticos, estratégicos, miméticos,
calculadores, seudo-sabios... inteligentes, para hacer
el mal y oprimir en nombre del Progreso,
del Mañana y los Nuevos Valores
del American Way of Life.

8.

«Mi alma se daba, dándose gozaba, y transcendía su esencia en goce. Se consumía en la alegría del que conoce»: Ramón del Valle Inclán

Y usted rechazó la idea de permanecer
como el Alcalde Bueno y dejó que un panadero
vendepatria, hijodeputa, llegara de Lares a traficar
protecciones y «si no me pagas la cuota,
mando a cualquier mano negra
y te quemo; y si la pagas a tiempo, mando
tropas americanas a que cuiden tu hacienda».


Y la Alcaldía de González
fue la forma primera de pudrirnos por dentro
y comenzar a vernos para siempre
como colonizados en el espejo cóncavo de una noche,
esperpéntica y sin futuro, y una estética sin ética
donde desaparezca la decencia del héroe.
Con razón se olvidó lo biográfico y argumental
de la vida del criollo
(ya no queremos ser bondadosos, ejemplares,
exitosos por compromiso altruísta).
Nos enseñamos a castigar ojo por ojo, ¡ay! qué reflejos

... ví llegar al masón Lino Guzmán, el Cojo,
arrastrado del rabo de una mula, con sus costillas rotas
y sus manos sangrantes, chamuscadas)
y ví el brazo de Andrés Jaunarena salpicando
barriadas y campos y ví mucha carne de cañón
donada al Imperio, con el primer bobo suicida
electo en el sorteo, el Veterano Arocho,
y corrales de electores, en pánico porque
la Banda de los Siete Puñales, pistoleros por contrato
de Getulio, no quiere triunfos liberales,
aliados son a fraudes eleccionarios,
van encañonando
a pistola, a los primeros campesinos
que votan en sus vidas
por democracia a lo yankee...

... y eras tú el bueno, don Manolo, sólo
que te cagaste de miedo, así como Macías Casado,
así como Soto Villlanueva, así como Sosías en Lares
y aquellos que mandaron a Genaro Eleuterio López
al destierro de Vieques y, sumado a ese exilio,
a Aurelio Méndez Martínez
a Santo Domingo.

Tú dejaste los botelleros impunes en las Alcaldías,
el arribismo de nuevo cuño, la corrupción,
la mala maña. Y, al menos, ese año requería
un alma que se diera en gozo
y transcendíera su esencia en este goce,
que se consumiera en la alegría del dar
como mi padre daba maderas
para un nuevo pueblo,
árboles para un nuevo porvenir,
pero: ¿sabes? quedaron sicarios y ladrones.

9.
«Fui peregrino sobre la mar, y en todas partes pecando un poco, dejé mi vida
como un cantar». Ramón del Valle-Inclán
No hay muerto malo y España ya no existe
si no la hallamos aquí, con su energía,
su esencia renovada, aquí no como fue
con sus instituciones,
sino como una novia, que no es lejano espectro
de sus mala Madre. Mira que no hay novia
que no sea bonita. Y mira que si España ha muerto
como era, no hay muerte mala que merezca lamento.
Manolo, edifica esa enorme palaciega casa
que sea orgullo del pueblo, ahora que heredaste
una millonada, pero no la llames Casa,
llámela Patria / Mujer / Esencia
porque Casa sin mujer y barco sin timón,
igual cosa son. Dan lo mismo.
Te lo digo, que soy un poco
como el marqués de Bradomín
que está de moda en círculos madrileños.
Yo que sido andariego, peregrino sobre la mar,
conozco mucho desastres e inútiles tranvías
y conozco malos comediantes y lecciones académicas
y concursos de arte para gentes mediocres
y conozco hidalguías que se levantan
sobre vanidades vacías
y valentías, que son adrenalina
presumidas a los perros, los pordioseros
y fracasados ganapanes.

Pero, al fin, Manolito, vas a edificar la casa
frente a la Plaza Baldorioty y ahora que tienes
millones de dólares, no digo, yo pesetas
del '98, doblones devaluados por el yankee, haz,
no una casa de paja ni piedra
sobre arena movediza; no hagas casa a la mediocridad
que el régimen ha traído porque nos piensa
tontos. Todos los imperios piensan así
del criollo y, más cuando son humildes
y confiesan su miedo.

Harás casa, tu primera casa sin España,
Manolo, y generoso es Dios contigo
porque sin pan ni vino, no hay amor fino.
Haz una Casa porque Dios te dio el pan
y tu mano hacendosa hizo el vino y si frostate
la lámpara maravillosa, házla en el alma de Violante Rabell.
Házla con muchos balcones y con ventanas
abiertas a los cuatro puntos cardinales.
Esa casa debe representarnos como pueblo señorial
(somos, Manolo, pese a todo brandomines,
marqueses en el fondo, aristócratas
de amor y de arte.
Haz la casa del amor que cura las mismas heridas
que inflige; hazla para los oídos que oyen
y el corazón que adivina
casa de amor y tos, que no pueden ocultarse.
Haz la casa que cubra todas las faltas
de la casa del pobre; házle una biblioteca, cuarto
de huéspedes; haz casa de corazón contento
para que el banquete sea constante;
si flor en sus jardines han de ser rosas
que la rosa sea el amor y como rosa al revés
que las espinas vayan por dentro.

10.
A la Casa de Doña Bisa Rodríguez-Rabell Vda. de Negrón

Yo, fui peregrino sobre el mar.
Y he visto castillos y cortes, pero ahora
que España no existe, que Tu Casa sea
amor de Santander, amor de Rabell-Rodríguez.
amor- Cabrero, como sus huellas en Pepino.
De tí lo espero porque eres hermano de un poeta
y has sido escribano, intrahistórico,
de todo cuanto hemos padecido.
Todos somos la Noche del pasado,
todos podemos ser víspera del Destino, Futuro.

En razón de desajustes en las relaciones sociales
(en este pueblo donde el 90% o más de la gente
vive en miseria, haz para tu casa
por balcones o jardines
no un ruedo ibérico para las parentelas santanderinas
de antes, o tus ancestros de las Bariñas
en llanos de Venezuela, que vengan, sí,
que vengan; PERO.... hazte de reinado femenino
y lo que sea más opuesto a la corte isabelina
(si las confundieran con una corte o sala
de tertulia de prohombres),
que no sea corte de milagrerías,
ni baza de espadas. Que sea una casa
embellecida por el amor al pueblo,
la más bella de las casas, la elegancia misma
de la España que perdíste.
La casa de la estética conciliada con Deber.
No hagas choza de palo para quien nazca pa' cabrón
porque tarros caen del cielo
ni casa para el ojo
ni el corazón codicioso.
Nunca estarán satisfechos.
Sea digna tu casa de Rodríguez Cabrero
y acuérdate de Diabolín, tu hermano,
porque él era el esclavo que ama la Patria
(no la España que fue espejismo de Macías y Casado):
y él, Luis Rodríguez, se sentía el amo
porque él era el amado, aún en el exilio.
Ya lo dice su refrán favorito: «El que ama es esclavo,
el amado es el amo. Y el que ama teme
y yo te ví temblando, cuando estabas frente a Brackford,
y le dijíste: No bajes la bandera de España
ni subas la del extranjero, porque la ira en mí
tiembla y no sonríe y estoy paciendo de amor
y con las piedras de mi campos es que hablo».

«Y cierto que Puerto Rico está lleno de miseria
y los huracanes no han vuelto tan feos
y la carencia de libertad, tan resignados y sumisos,
pero bonito me parece todo lo que tengo».

11.

Don Manuel, haz una casa, de cuatro pisos, al menos.
Y cuatro pisos que signifiquen cada raza, cada clase,
cada estamento: jíbaros pepinianos, criollos
y negros, aún a los indígenas que Rabell
rescata con su ojo de arcaico explorador
de piedras, cuevas y quebradas, un piso
a esa mulatada que ha crecido en el pueblo
(casa es necesaria para el rico y para el paria).
porque «España no está aquí, está en América»
y hay cuatro mundos que claman
sus glorietaa en la geografía).
Entonces, que tenga una glorieta superior
y sirva de nido a muchas golondrinas, diez habitaciones,
recuérdalo a Totti, el arquitecto.

«Cada cual es rey en su casa, pues mientras vivas
que sea la Casa de Tu Estipe, casa de rey-bueno
como cuando fuíste Allcalde, y no casa con dos puertas
que mala es de guardar cuando entra el robo.
Házle muchas puertas para que sea la casa de Pepino entero.
Pero que tenga amo. Y diez cuartos, Manolo,
porque casa sin hijos, higuera sin higos.
Haz una casa para que nazca una madre,
porque sin madre, el río sin cauce no es bueno.
Cuando esté sola la casa de los Rodríguez,
dílo a Doña Bisa...
que, por temor a miserias, no la venda
aunque cueste tener casa grande y bonita
porque «casa sin moradores, nido de ratas».
Que sea una casa, con niños,
y todo quien la visite siembre en sus macetas
sus flores de inocencia.
«Casa sin niños, tiesto sin flores».
Y que sea la casa como la Madre de útero-oculto
con la feraz semilla porque como es la madre,
así ha de ser la hija. Como es la mujer, así es la casa.
De buena casa, buena brasa, Manolo.
Y un pueblo entra a la Patria como entrará
en la casa de sí mismo, sólo así puede decir
«Vivo conmigo», libre y autónomo sin mentirijillas,
«me desnudo y hago la cruz sobre mi frente,
y sé de mis amigos y no tengo enemigos
y me aparto y vivo devotamente».

09-23-2005 / De Epica de San Sebastian del Pepino

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