Wednesday, January 13, 2010

La tragedia haitiana


Puerto Príncipe: Más de 100 mil muertos, tres millones de afectados, la mayoría de las estructuras dañadas. Estas cifras son meros estimados de la devastación que dejó un sismo de 7.0 grados en la capital de Haití este martes y cuyo saldo en víctimas y daños es aún incalculable.

La tragedia estremeció Haití desde su cúpula hasta la casucha más humilde. «No sé dónde voy a dormir esta noche», dijo el presidente haitiano René Préval en entrevista televisiva, pues el imponente Palacio Nacional y su casa particular están en ruinas. «Pero eso no es un problema», aclaró el mandatario, quien fijó como necesidad primaria socorrer a los heridos y limpiar las calles de cadáveres.

«La ciudad está destruida. Los hospitales, los colegios, las casas particulares. Las calles están llenas de cadáveres», describió. «No podemos llevar los heridos a los hospitales, están llenos». También se derrumbó el arzobispado, cuyo prelado Serge Miot, de 61 años, pereció.

Hasta la Cárcel de Puerto Príncipe está en ruinas y se presume que decenas de reos lograron escapar.

Fluye la ayuda: Préval recalcó que Haití necesita con urgencia equipos de rescate para extraer a las personas atrapadas bajo los escombros, que podrían ser miles, así como alimentos y suministros médicos.

Para ello, la comunidad internacional comenzó desde anoche a movilizar personal, ayuda de emergencia y fondos. Pero fueron los miembros de la Organización de Naciones Unidas, Cruz Roja Internacional y Médicos sin Fronteras (MSF), que ya tenían misiones en Haití, quienes iniciaron las labores de auxilio durante la noche.

Las clínicas de MSF quedaron inoperantes a raíz del sismo, pero ello no evitó que ofrecieran sus servicios. «Estamos trabajando virtualmente en la calle», señaló esta tarde el director de Operaciones de MSF España, Joan Tubau.

Estados Unidos activó una unidad de 3,000 infantes de Marina para apoyar las labores de rescate, así como equipo pesado y transportes aéreos. España aportó tres aviones con suministros de emergencia y bomberos equipados con canes de rescate. Colombia envió ayuda de emergencia y equipos de socorristas. Otros países como Venezuela e Islandia se sumaron a los esfuerzos de recuperación.

Por su parte, el Banco Mundial donó $100 millones, mientras artistas y magnates encaminan generosas donaciones y urgen a que otros les sigan los pasos.

El canciller de Cuba Bruno Rodríguez dijo temprano en la noche que dos hospitales de campaña cubanos en Haití habían atendido a casi 700 heridos. La vecina República Dominicana había recibido a decenas de heridos aerotransportados, en especial extranjeros de la misión de la ONU, según un funcionario hospitalario en Santo Domingo.

No temen brote de violencia: La ONU mantiene unos 8,000 cascos azules para mantener algún asomo de orden, en caso de que los sobrevivientes desesperados se descontrolen.

Sin embargo, el presidente Préval y personal de organizaciones humanitarias no prevén un brote de violencia en Puerto Príncipe, a pesar de la escasez y el caos.

«La gente entiende la situación. Todo el mundo está haciendo lo posible para ayudarse entre ellos», comentó a la CNN el presidente haitiano.
Sismo en Haití / Cuadermo de amor a Haití

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De Cuaderno de amor a Haití / de Carlos López Dzur

TU NO DIGAS

Tú no digas que no te quiere nadie.
Yo te quiero, Antilla.
Estás tan cerca del amor como el dolor.
El sufrimiento es lo más íntimo que existe.
Y tú bien que lo conoces. Lo tienes por nervio,
por la colleja sensible, epidermis de alma.

Tú no digas que no mereces nada.
Que escarabajos y cucarachas se hartan
del alimento que urges mientras padeces
hambre por el seco suelo, hambre de huracán
importuno, hambre por la sequía y el corazón
por igual en el desgaste; no digas
que nacíste para escapar de balas,
de matones, de funcionarios traicioneros.
de ton-ton-macoutes.

No digas que la piel es un destino de soledad
y desprecio. No digas que son razones
para que ninguno te ame.
Yo te amo. Escudriño detrás, abajo, encima,
por el lado, desde cada perspectiva posible
para no justificar que seas la antilla despreciada.

2.

Tú eres también aruhuaca y, por ende, de la ira
y la canoa, navegante, buscadora por 7,000 años
del lugar que te díste en el Caribe.
6,500 años antes del Colón dijíste:
Valgo y, ¿por qué no decirlo ahora?

¿Qué olvidaste? Te lo recuerdo
Quemaste La Navidad, el fortín amargo
del corazón empedernido. Escupíste
al invasor que vino a despreciarte.
La dignidad te hizo rebelde suficientemente
en los Cacicazgos del Quisqueya.

3.

Tú no digas nadie me quiere.
Yo te quiero, Antilla.
Desde el 5 de diciembre de 1492 te amo
porque, haya sido por tu gesto en el Fortín,
te esclavizaron, te brutalizaron
con las represiones.

Te dieron epidemias que no eran tuyas,
odios que tampoco lo fueron.
Te enseñaron a vivir en hambruna,
a cuidar a tus hembras del ultraje,
a forcejear con la crueldad de la matanza.

Eso es lo que yo amo de tí: que has sufrido,
pero sigues ahí, como una planta de maíz,
como mata de yuca, como ají,
yautía, hasta el ñame. Como anón y guayaba.
Amarga en lo externo, al parecer.
Mas creo que eres dulce, Antilla.

4.

Ayer y hoy, con pelo malo,
ayer con negros / libres / in jure,
esclavos de facto que se fueron a Nipe y Los Ramones,
a Cueto y Barajagua, ahora rauda como una jutía,
silvestre como las malangas, ahora tan humillada
(en la zafra, en los exilios, en las inmigraciones)
que a tí misma te imaginaste fea, desahuciada,
indigna de vivir, y cuando bailas a Guedé
te entierras viva, dedicas a dioses-energías
y a Leas / santos de magia
tu presente sepulcro sicológico.

5.

Y según pasan siglos, más sufres.
Multiplicas el alma en la pobreza: alegas
que tienes 8 millones de infelices.
Son los no-amados, no-compadecidos,
siempre-olvidados del Caribe.

Y malvives con dos dólares al día y la mitad
de tu población analfabeta, desnutrida, en injusticia.
Y lo gritas a ver si alguien te oye:
Ni Dios mismo
nos ama, ni el país nos quiere. No es posible
una antilla sin amor... Basta...


¡No lo repitas! Tú no lo digas.
Yo te quiero.
Estás tan cerca del amor como el dolor.
El sufrimiento es lo más íntimo que existe.

02-02-1997 /
De Cuadernos de amor a Haití

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LAMENTO LUCTUOSO DE UN PADRE

Me revuelco sobre el fango que se cubre de sangre.
Ahí están mis hijos reventados. Los punzaron
con las bayonetas; los descabezaron tirándolos
contra los troncos de los árboles.
Las carnes ya están en la miseria muda,
en los huesos partidos, en la muerte satisfecha.
Ahora ya no me queda otra cosa que el llanto indeseado
y el odio no me deja que llore.

Quiero que me coma la tierra
y ser una culebra y una hormiga, o un sedimento
que equivalga a levantarse como el matarife
que buscará venganza; ahora yo no quiero
el miedo que es otro asesino interior,
corroyendo adentro, mordiendo al corazón
con desazones, confusos tormentos.

Ahora me revuelco, me baño en este bautismo
de enemistad con todo lo que existe
y pregunto a la tierra un por qué
que no tendrá respuesta.

Es la destituyente pérdida de tiempo.
Aún así me revuelco, me agusano
en la tierra porque estoy vivo
y quisiera estar muerto.

14-02-2000 / De «Cuaderno de amor a Haití»

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TRAGEDIA HAITIANA

A los refugiados haitianos
Alguien se preguntará cómo se formó
el desierto y sus escarabajos,
con rostros tristes, cara-abajo, tirria en alto...
y por qué en tí, Tierra montañosa,
¿por qué en Haití, jardín afrotaíno?
las hordas rivales
apuñalaron las aguas
y la alborada quedó sin arcilla.

Hasta la sangre
las jaurías de tantos desprecios
han mordido al ser de sal en zanjas secas
y han nacido zombíes de junco y ortiga.
En las memorias de los riachuelos,
se olvida que América te debe el anhelo
más temprano de horizonte (1794)
y que has tenido soles duros,
escarabajos ardientes, combatientes
a la vera de plazas remotas
conjuradas en Gonaives.

Se ha olvidado que la pólvora
jamás ha sido tan heroica
tierra abajo, bajo cara,
como para evitar que el fuete
establezca al tirano y el alma trague
polvo de culebras.

Alguien se preguntará
por qué se marcaron tantas cicatrices
¡demasiadas, Haití!
en tu geografía llena de colores,
en tus negras espaldas
a pesar de voces de protesta, dentro
y fuera, tierra arriba, tierra abajo...
y el llanto y el ritmo y los pinceles
y tambores y manos amorosas
de labriegos y ventorrilleros
en las calles de Port-au-Prince
y Cap-Haitien...

Visto desde el alto Gros Morne,
es árido el aliento de cada mañana;
pero, en las tardes, hay balseros
que se juegan la vida y se lanzan
al viaje sin garantías,
a la danza de la muerte,
a los garrotes homicidas.

Aquí, años después, se les espera
porque los balazos apuran sus regresos.
La marejada de almas inconformes,
los rostros y piernas que huyen
y los pasos en flote de mar incierto,
¡son parte de la Tierra Montañosa!

¡Tu desierto de silencio y violento dolor!
Con hambre se cavan tumbas para inocentes,
tus niños sin futuro y, con tiranía y metralla,
tumbas más adultas, sedientas de libertad y progreso
y, por esta razón, se echan a las aguas,
tristes y cansados, crédulos haitianos
del próspero, modélico y justiciero Norte,
y preguntan por qué la Tierra Montañosa
tiene ríos venenosos como la hiel
y su pan sabe al dolor de playas extrañas
y la dulce lluvia de abril no regresa.
Nada regresa, todo se va.

Se miran empujados, pateados
en las bocas y en la espalda,
descritos como intrusos,
extranjeros
migrantes
indocumentados
negros
sucios
bandidos
delincuentes.
cochinos, feos, salvajes
incivilizados viruelosos, haitianos,
en fin, la descarga sedienta
del sequedal de la Tierra,
y siquiera allá reciben la respuesta.

Y aquí, a tiros enterrados en el agua,
a derrota sumidos en prisiones,
sobrevivientes,
expatriados,
devueltos a estocadas y porrazos,
el reino del terror crece entre profetas
y claman todavía, cara bajo, cara arriba,
carimuertos, tirria en alto,
proscritos y huelguistas y estudiantes...


13-8-1983

De la colección
Cuaderno de amor a Haití, por el Liceo de Cultura Iberoamericana, de Los Angeles, California

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EL CIMARRON CON OJOS DE FUEGO

Como kongos o frijoles colorados,
mis ojos te han mirado
(son llamas, son dos bolas de fuego)
y como ri arrocero, tú me lames la piel,
con lengua blanca.

Como plátano a puñetazos, soy tu chatino,
demonio. Tú no me alimentas, me matas.
Tú no me das pan ni casabe.

Has transformado mi vida en ajíaco.
Como gallina de Guinea me desangro
en tu presencia, lengua blanca.

Danzo en el Tiempo Muerto de la Zafra.
Con un brazo cercenado muelo el odio,
con un veneno, por llaga, como el fuego
y te respiro un poco.


12-9-1999 / De
Cuaderno de amor a Haití

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