Friday, October 16, 2009

La ciencia... ¿ha probado que esté equivocada la Biblia?

Primera parte

Por Arturo Cardona Mattei / Escritor y poeta puertorriqueño

En 1613 el científico italiano Galileo publicó una obra conocida como Cartas sobre las manchas solares. En ella presentó prueba de que la Tierra giraba alrededor del Sol, y no el Sol alrededor de la Tierra. Al hacer eso, abrió paso a una serie de sucesos que lo pusieron finalmente ante la Inquisición católica romana bajo intensa sospecha de herejía. Con el tiempo, se vio obligado a abjurar. ¿Por qué se consideró herejía la idea de que la Tierra girara alrededor del Sol? Porque los acusadores de Galileo afirmaron que aquello era contrario a lo que dice la Biblia.

Hoy día es muy común la idea de que la Biblia no es científica, y algunos señalan a las experiencias de Galileo como prueba de ello. Pero ¿es cierto eso? Al contestar esta pregunta, tenemos que recordar que la Biblia es un libro de profecía, historia, oración, ley, consejo y conocimiento acerca de Dios. No afirma ser un libro de texto científico. Con todo, cuando la Biblia trata asuntos científicos, lo que dice es totalmente exacto.

Considere, por ejemplo, lo que la Biblia dice acerca de nuestro planeta, la Tierrra. En el libro de Job leemos: «Dios está extendiendo el norte sobre el lugar vacío, colgando la tierra sobre nada". Compare eso con esta declaración de Isaías: "Hay Uno que mora por encima del círculo de la tierra". El cuadro que aquí se da de una Tierra redonda 'que cuelga sobre nada' en 'el lugar vacío' nos hace recordar vívidamente las fotografías que han tomado los astronautas de la esfera terrestre flotando en el espacio vacío.

Considere, además, el sorprendente ciclo del agua en este planeta. Así describe Compton's Encyclopedia lo que sucede: «El agua se evapora de la superficie del océano y asciende a la atmósfera. Las corrientes de aire que se mueven constantemente en la atmósfera de la Tierra llevan hacia los continentes el aire húmedo. Cuando el aire se enfría, el vapor se condensa y forma gotitas de agua. Por lo general se las ve en forma de nubes. Con frecuencia las gotitas se juntan y forman gotas de lluvia. Si la atmósfera está lo suficientemente fría, en vez de gotas de lluvia se forman copos de nieve. Sea en una forma o la otra, el agua que ha viajado centenares o hasta miles de kilómetros desde el océano cae sobre la superficie terrestre. Allí se junta en riachuelos o se filtra en el terreno y empieza su viaje de regreso al mar".

Alrededor de 3.000 años atrás la Biblia describió en términos sencillos y directos este maravilloso proceso que hace posible la vida en tierra seca: «Los ríos van todos al mar, pero el mar nunca se llena; y vuelven los ríos a su origen para recorrer el mismo camino».

Quizás más notable aún es la perspicacia que se manifiesta en la Biblia sobre la historia de las montañas. Esto es lo que dice un libro de texto sobre geología: «Desde el precámbrico hasta el presente, el proceso perpetuo de edificar y destruir montañas ha continuado. No solo sucede que algunas montañas han surgido del fondo de mares que ya no existen, sino que muchas veces han sido sumergidas mucho tiempo después de haberse formado, y de nuevo han vuelto a elevarse». Compare esto con el lenguaje poético del salmista: «Con una profundidad acuosa precisamente como una prenda de vestir la cubriste [a la Tierra]. Las aguas estaban situadas por encima de las montañas mismas, ...montañas procedieron a ascender, llanuras-valles procedieron a descender al lugar que tú has fundado para ellas».

El mismo primer versículo de la Biblia declara: «En el principio Dios creó los cielos y la tierra». Por estudios que han hecho, los científicos han teorizado que el univeerso material sí tuvo comienzo. No ha existido desde siempre. Al astrónomo Robert Jastrow, agnóstico en asuntos religiosos, escribió: «Los detalles difieren pero los elementos esenciales en el relato astronómico y el relato bíblico de Génesis son iguales: la cadena de sucesos que condujo a la aparición del hombre empezó rápida y súbitamente en un momento específico, en un relampagueo de luz y energía».

La verdad es que, aunque muchos científicos creen que el universo tuvo principio, no aceptan la declaración de que Dios creó. No obstante, algunos ahora admiten que es difícil pasar por alto la prueba de que hay alguna clase de inteligencia tras todo. Freeman Dyson, profesor de física, comenta: «Mientras más examino el universo y estudio los detalles de su arquitectura, más prueba hallo de que de alguna manera el universo sabía que veníamos».

Dyson pasa a reconocer lo siguiente: «Como científico, adiestrado en los hábitos del pensamiento y el lenguaje del siglo XX más bien que del siglo XVIII, no afirmo que la arquitectura del universo pruebe la existencia de Dios. Solo afirmo que la arquitectura del universo es consecuente con la hipótesis de que un elemento mental desempeña un papel esencial en su funcionamiento». Su comentario ciertamente revela la actitud escéptica de hoy día. Pero si se pone a un lado ese escepticismo, se nota que hay una extraordinaria armonía entre la ciencia moderna y la declaración bíblica de que «en el principio Dios creó los cielos y la tierra».

Considere cómo trata la Biblia otro campo científico: el de la salud y la limpieza. Si a un israelita le salía una mancha en la piel y se sospechaba que fuera lepra, se ponía al israelita en aislamiento. «Todo el tiempo que esté en él la plaga será inmundo. Es inmundo. Debe morar aislado. Fuera del campamento es su morada». Hasta se quemaba la ropa infectada. En aquellos días este era un método eficaz de impedir que se propagara la infección.

Otra ley importante tenía que ver con disponer del excremento humano, que tenía que enterrarse fuera del campamento. Sin duda, esta ley protegió a Israel de muchas enfermedades. Aún hoy día, en algunos países el no disponer apropiadamente del excremento humano causa graves problemas de salud. La gente de esos países disfrutaría de mejor salud, por mucho, si tan solo siguiera la ley que hace miles de años se escribió en la Biblia.

La elevada norma de higiene de la Biblia incluía también la salud mental. Un proverbio bíblico dijo: «Un corazón calmado es la vida del organismo de carne, pero los celos son podredumbre a los huesos». En los últimos años la investigación médica ha demostrado que la actitud mental realmente afecta la salud física. Por ejemplo, la Dra. C.B. Thomas, de la Universidad Johns Hopkins, estudió durante un período de 16 años a más de mil jóvenes que se graduaron, y notó la relación de sus características sicológicas con la facilidad con que enfermaban. Observó esto: de aquel grupo, las personas más propensas a enfermarse eran las que se encolerizaban con facilidad y las que más se preocupaban cuando estaban bajo tensión».

Si la Biblia es tan exacta en lo referente a campos científicos, ¿por qué dijo la Iglesia Católica que era antibíblico el que Galileo enseñara que la Tierra se movía alrededor del Sol? Por la manera como las autoridades interpretaron ciertos versículos bíblicos. ¿Tenían razón? Leamos dos de los pasajes que citaron, y veamos.

Un pasaje dice: «Sale el sol y el sol se pone; corre hacia su lugar y allí vuelve a salir». Según el argumento de la Iglesia, expresiones como sale el sol y «el sol se pone" significan que el Sol se mueve, y no la Tierra. Pero aún hoy día decimos que el Sol sale y se pone, y sin embargo la mayoría de nosotros sabemos que es la Tierra la que se mueve, no el Sol. Cuando usamos expresiones como esas estamos sencillamente describiendo el movimiento aparante del Sol desde el punto de vista de un observador humano. Eso mismo estaba haciendo el escritor bíblico.

El otro pasaje dice: «Sobre sus bases asentaste la tierra, inconmovible para siempre jamás». Esto se interpretó en el sentido de que, después de su creación, la Tierra nunca podría moverse. Sin embargo, en realidad el versículo da énfasis a la permanencia de la Tierra, no a que no pueda moverse. La Tierra nunca será 'movida' de modo que pase de la existencia, o sea destruída, como otros versículos lo confirman. Además, ese texto no tiene nada que ver con el movimiento relativo de la Tierra ni del Sol. En los tiempos de Galileo fue la Iglesia, y no la Biblia, la que dificultó la libre consideración de asuntos científicos.

Sin embargo, hay un campo en el que muchos dirían que la ciencia moderna y la Bibllia se contradicen sin remedio. La mayoría de los científicos creen en la teoría de la evolución, la cual enseña que todas las cosas animadas evolucionaron de una sencilla forma de vida que existió hace millones de años. La Biblia, por otra parte, enseña que cada gran división de las formas de vida fue una creación especial y se reproduce solo según su género, y que el hombre fue creado del polvo del suelo. ¿Es esto un evidente error científico por parte de la Biblia? Antes de decidir, veamos más de cerca lo que la ciencia sabe, en contraste con lo que teoriza.

Charles Darwin popularizó la teoría de la evolución durante el siglo pasado. Mientras se hallaba en las islas Galápagos, en el Pacífico, Darwin quedó muy impresionado por las diversas especies de pinzones que había en las diferentes islas, especies que, según su deducción, tenían que haber descendido de una sola especie ancestral. En parte debido a esta observación, promovió la teoría de que todas las cosas animadas venían de una forma original sencilla. Afirmó que la selección natural -la supervivencia del más apto- era la fuerza impulsora tras la evolución de las criaturas más elevadas desde las inferiores. Alegó que, gracias a la evolución, los animales terrestres habían procedido de los peces, las aves de los reptiles, y así sucesivamente.

En realidad lo que Darwin observó en aquellas islas lejanas no estaba en conflicto con la Biblia, que admite la variación dentro de una división o clase abarcadora de criaturas vivas. Por ejemplo, las diferentes razas de la humanidad vienen de un solo par original de humanos. Por eso, no sería raro el que aquellas diferentes especies de pinzones se derivaran de una especie ancestral común. Pero siguieron siendo pinzones. No cambiaron por evolución para transformarse en halcones ni águilas.

Ni las diversas especies de pinzones ni ninguna otra forma de vida que Darwin observó probaron que todas las cosas animadas, sea que se trate de tiburones o gaviotas, elefantes o lombrices, tengan un antepasado común. No obstante, muchos científicos afirman que la evolución ya no es solo una teoría, sino que es un hecho. Otros, aunque reconocen los problemas que presenta esa teoría, dicen que, de todos modos, creen en ella. Es popular hacer eso. Nosotros, sin embargo, tenemos que saber si la evolución ha sido probada a tal grado que demuestre sin lugar a dudas que la Bibia esté equivocada.

Caguas, Puerto Rico

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El Librepensador / César Chupina, periodista / El Padre Marco y la Economía Solidaria

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