Hace unos meses fui a una boda, la verdad mi alma no estaba como para ir de fiesta, pero era un compromiso y había que ir. Todo esto se los comento porque me encantó una frase que el oficiante utilizó como el tema central del sermón: "al final lo que nos llevamos de esta vida es lo que amamos, lo que damos y recibimos..."
Cuando se ha perdido todo -y cuando digo todo es todo-, las prioridades nos cambian. En mi caso el proceso comenzó durante la dictadura que impera en mi país, mucho antes de imaginar siquiera el desenlace, y transcurre ahora, en este tiempo que transito actualmente, lejos de mi Tierra.
Primero me vi enfrentada al cáncer varias veces. Cuando piensas por primera vez en la muerte -tu muerte- las prioridades cambian porque sí. De pronto las cosas importantes, pero no esenciales, pasan al último lugar. Revisas cada rincón de tu existencia, te das cuenta de que quedan demasiadísimas cosas en el tintero y no sabes si te dará tiempo a escribir con ella tantas cosas que querrías, en tu Libro de Vida...
Y si cuando medianamente estás enderezando el barco y el temporal te da un pelín de tregua, te tienes que ir de tu país prácticamente con lo puesto, entonces ya la cosa cobra dimensiones insospechadas y ni siquiera el adjetivo "titánica" las abarca...
A partir de ahí no vuelves a ser la misma persona, las depres te parecen una pérdida total de tiempo y de energías, aunque caigas en ellas y luches por superarlas con toda tu alma. Una puesta de sol, un amanecer, una sonrisa, una flor, un gesto, un sentimiento o un abrazo cobran brillos que probablemente siempre estuvieron ahí, pero que tú recién descubres en toda su exacta magnitud...
Me da mucha risa porque a veces en cosas tan cotidianas como la cocina, mi mamá me dice que compre este o aquel cacharro, y yo le suelto siempre un "olvídate, mami, si no cabe en la maleta, en esta casa no entra, no lo necesitamos, hemos funcionado sin él hasta ahora, así que indispensable no es", y ahí queda zanjado el tema y, por supuestísimo, el cacharro no se compra...
Así va pasando en la vida. Sí, caigo en pozos profundos. Sí, lloro y despotrico. Sí, a veces la desesperación me gana y dentro de mi, una voz desgarrada clama por mi vida de antes. Pero tengo claro que no hay vuelta atrás, la vida es como los puentes esos que aperecen en las pelis, que se van deshaciendo detrás de ti con cada paso que das. Mi papá me decía anoche, mientras hablábamos por teléfono, "no mires atrás, mira hacia delante, no te tragues las penas, porque no es sano, pero no dejes de mirar hacia delante y caminar..."
Es eso... al final lo que nos llevamos y nos avala en el "más pa'llá", es el amor que hemos dado y recibido, ese trozo de alma que damos y que también recibimos de los demás... y es también de lo que dejamos impregnado el mundo y por lo que alguna vez nos recordarán aquellos cuyas vidas tocamos y nos tocaron...
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Cuando se ha perdido todo -y cuando digo todo es todo-, las prioridades nos cambian. En mi caso el proceso comenzó durante la dictadura que impera en mi país, mucho antes de imaginar siquiera el desenlace, y transcurre ahora, en este tiempo que transito actualmente, lejos de mi Tierra.
Primero me vi enfrentada al cáncer varias veces. Cuando piensas por primera vez en la muerte -tu muerte- las prioridades cambian porque sí. De pronto las cosas importantes, pero no esenciales, pasan al último lugar. Revisas cada rincón de tu existencia, te das cuenta de que quedan demasiadísimas cosas en el tintero y no sabes si te dará tiempo a escribir con ella tantas cosas que querrías, en tu Libro de Vida...
Y si cuando medianamente estás enderezando el barco y el temporal te da un pelín de tregua, te tienes que ir de tu país prácticamente con lo puesto, entonces ya la cosa cobra dimensiones insospechadas y ni siquiera el adjetivo "titánica" las abarca...
A partir de ahí no vuelves a ser la misma persona, las depres te parecen una pérdida total de tiempo y de energías, aunque caigas en ellas y luches por superarlas con toda tu alma. Una puesta de sol, un amanecer, una sonrisa, una flor, un gesto, un sentimiento o un abrazo cobran brillos que probablemente siempre estuvieron ahí, pero que tú recién descubres en toda su exacta magnitud...
Me da mucha risa porque a veces en cosas tan cotidianas como la cocina, mi mamá me dice que compre este o aquel cacharro, y yo le suelto siempre un "olvídate, mami, si no cabe en la maleta, en esta casa no entra, no lo necesitamos, hemos funcionado sin él hasta ahora, así que indispensable no es", y ahí queda zanjado el tema y, por supuestísimo, el cacharro no se compra...
Así va pasando en la vida. Sí, caigo en pozos profundos. Sí, lloro y despotrico. Sí, a veces la desesperación me gana y dentro de mi, una voz desgarrada clama por mi vida de antes. Pero tengo claro que no hay vuelta atrás, la vida es como los puentes esos que aperecen en las pelis, que se van deshaciendo detrás de ti con cada paso que das. Mi papá me decía anoche, mientras hablábamos por teléfono, "no mires atrás, mira hacia delante, no te tragues las penas, porque no es sano, pero no dejes de mirar hacia delante y caminar..."
Es eso... al final lo que nos llevamos y nos avala en el "más pa'llá", es el amor que hemos dado y recibido, ese trozo de alma que damos y que también recibimos de los demás... y es también de lo que dejamos impregnado el mundo y por lo que alguna vez nos recordarán aquellos cuyas vidas tocamos y nos tocaron...
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