Tuesday, May 5, 2009

Retazos de una vida que se fue...

Yo suelo escribir(me) mucho. Cuando me ahogo, cuando estoy feliz, cuando tengo dolores profundos o cuando mi alma sana, yo escribo. No tengo un diario convencional, aunque sí exista un cuaderno que contiene pedacitos de mi alma.



Hoy entré a mi primera cuenta de correo que no está muy operativa, pero no la quiero perder por motivos más sentimentales que prácticos. Revisé los correos, limpié la paepelera, vacié el spam... y vi que tenía seis borradores en la bandeja. Tenía varias cosas que me habían gustado para reenviar alguna vez y, sorpresivamente, tenía uno de esos escritos que me sirven para vaciar el alma, para recordarme, transcurrido el tiempo, cómo me sentía y cómo veía las cosas... Ese retazo lo escribí faltando pocos días para abandonar mi país, cuando ni yo misma lo sabía, porque se suponía que saldría por tan solo 10 días. En ese momento estábamos aún en la huelga general que convocamos en el sector petrolero y al que se unió todo el país y, bueno, quise compartirlo con Uds. hoy, porque me removió muchas cosas por dentro y, sobre todo, me recordó que debo valorar mi día a día, el ahora que siempre solemos repudiar, soñando con mañanas mejores...



La foto es mi casa de Caracas, antes de salir a la marcha (manifestación) del 10/10/2002, una de las muchísimas en las que participé...











Un día...



La vida de siempre...



Las madrugadas, el tráfico, el tedio de la jornada laboral... interminables horas de oficina... el desespero por terminar...más tráfico al regreso... la corrección de las tareas del colegio de las nenas... la hora de la cena, del baño... la locura de la hora de llevarlas a dormir...




Un día despiertas y no hay nada... solo madrugadas llenas de insomnio... no hay tráfico porque no hay gasolina... no hay jornada laboral porque tu país se niega a hipotecar tu libertad... no hay anhelo porque el reloj marque las 6 para regresar a casa, ni tráfico, ni tareas que corregir...



Los días se vuelven interminables... de pronto la agenda presenta 24 horas de incertidumbre... esperar la tarde para saber a dónde habrá que marchar al día siguiente, las llamadas para avisar que quizás tal Estación tendrá gasolina mañana... o en qué lugar se consiguen leche, harina o tal medicamento... Todo esto salpicado de bombas lacrimógenas, disparos y gritos... impunidad, estado de excepción y burlas...




Y sin embargo, sigues... y vas a las marchas, gritas consignas... la multitud te oxigena y te alimenta la esperanza... afianza la certeza de que la dignidad y la libertad no se negocian... que si nos mantenemos firmes y unidos, no habrá nada en la Tierra que nos pueda detener: ni la tiranía del verdugo... ni la indiferencia internacional por lo que le sucede al vecino...



Solo al amanecer te detienes y añoras... las madrugadas, el tráfico, la oficina, su estrés, las tareas, la cena y la locura de la hora de dormir... entonces comprendes cuán hermosa era tu vida entonces... y sabes que cuando regrese, tú nunca serás la misma de antes...



Mary Carmen

Caracas, 21/Enero/2003





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