MARÍA RAMÍREZ
BRUSELAS.- La tienda de los hermanos Chedadi en Lavapiés, implicada en la financiación de los atentados del 11-M, vendía falsificaciones por encargo. El mercado de imitaciones de frenos y parachoques alemanes ha nutrido durante años a Hizbulá. Y, en 1993, los extremistas que pusieron un coche bomba en el World Trade Center consiguieron dólares frescos gracias a la venta de ropa con marcas falsas en Broadway.
Según Interpol, incluso ETA ha recurrido a esta fuente de financiación que ya se entrelaza con los negocios de las bandas terroristas, con conexiones directas o indirectas con el tráfico de personas, la explotación infantil, la prostitución y el narcotráfico. Ronald Noble, secretario general de la organización de inteligencia internacional, testificó en la Cámara de Representantes de EEUU que la banda terrorista vasca estaba relacionada con el mercado de "falsificación de ropa y bolsos".
Sunday, May 18, 2008
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