Hace como un mes tenía puesta esa camiseta, mientras estaba concentrada en la noble y abnegada tarea de comprar verduras en el Carrefour-La Sierra de Córdoba, cuando escucho que me dicen por la espalda: "Éjele, chama, ¿de qué parte de Caracas eres???" ¡O sea! ¡Un caraqueño en el mismo lugar y a la misma hora! ("tantos mundos, tanto espacio... y coincidir"). Pero no, no era uno solo, era una familia entera, seis en total, que tenían un guayabo (tristeza) espectacular encima, porque hacía poco más de cuatro meses que se habían venido a vivir a España... Estuvimos allí, dos horas de pie, hablando hasta por los codos de Venezuela, tratando de llenarnos mutuamente el inagotable hueco de las nostalgias y casi nos dejan encerrados dentro a la hora de cierre... y es que nadie puede saber cómo emociona y conmociona un acento querido como cuando se está tan lejos de su Tierra...
No había vuelto al Carrefour hasta el sábado pasado; por supuesto, cuando entré me acordé de todos ellos y pensé "ahora voy y me los encuentro de nuevo"... y mientras veía unas pantallas de plasma -tarea menos noble y más mundana-, me volteo ¡y allí estaban mis paisanos de nuevo! ¡Qué nota tan grande el encuentro!
Y es que cuando el Universo confluye...
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