
PUERTO PRÍNCIPE, (AFP) - El cantante Michel Martelly juró como nuevo presidente haitiano este sábado, pese a un apagón que dejó a oscuras el edificio provisorio del Parlamento en el que se celebraba la ceremonia, y ahora tiene ante sí una gigantesca tarea, en un país pobre y destruido. El saliente René Preval entregó la banda presidencial al presidente de la Asamblea general, maestro de ceremonias, que a su vez se lo entregó a Martelly, electo el 20 de marzo pasado, presenció un periodista de la AFP. El traspaso de poder se realizó pese a una falla de electricidad en el Parlamento provisorio, un edificio de madera construido para la ocasión en el centro de la capital, destruida por un terremoto en enero de 2010. La ceremonia se desarrolló en medio de un calor sofocante, ante unas 500 personas, incluyendo un centenar de parlamentarios y miembros de delegaciones extranjeras. Haití es un país pobre, de poco menos de 10 millones de habitantes -la mitad de los cuales vive con menos de 2 dólares al día- y generó atención en enero de 2010 cuando fue destruido por uno de los peores terremotos que se recuerden. Más de 225.000 personas murieron, y una de cada siete quedó sin hogar tras el sismo, que empeoró la situación de un país que ya era el más pobre de América. Dieciséis meses después, el ritmo de la reconstrucción es dolorosamente lento para cientos de miles de traumatizados sobrevivientes, que perdieron todo y subsisten en improvisadas ciudades campamento alrededor de la capital, que sigue en ruinas. Además, el sorpresivo retorno en enero del ex dictador Jean Claude "Baby Doc" Duvalier tras 25 años de exilio y el del primer presidente haitiano electo democráticamente, Jean Bertrand Aristide, en enero, reabrió viejas heridas. Este es el contexto en el que asumió Martelly --un ex cantante de carnaval de 50 años de edad, políticamente novato-- tras ganar inesperadamente una campaña en la que prometió romper con el violento pasado de Haití. Para la ocasión, centenares de voluntarios limpiaron las calles de la capital. Un grupo, "Haití propre" ('Haití limpio'), se afanó para librar a la ciudad de la basura y restaurar encantos ocultos bajo toneladas de escombros tras el poderoso sismo del año pasado. "Por primera vez en la historia de Haití, un presidente democráticamente electo" le pasa la banda presidencial "a otro presidente democráticamente electo de la oposición", se congratuló Edmond Mulet, jefe de la misión de estabilización de la ONU en Haití (Minustah), desplegada desde 2004. "Una de las grandes tareas inmediatas del nuevo gobierno será reenseñar a los haitianos a vivir juntos", analizó el novelista Jean-Claude Fignolé, alcalde de un poblado de pescadores en el suroeste de Haití, haciendo alusión a la violencia que continúa en algunas regiones.
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