Sunday, March 20, 2011

Una interpretación general de las «Estéticas mostrencas y vitales» (2)


Por Frederick Alberto Higgs, Ph D. / Universidad de California

A seguidas de su descripción del proceso cavernario y la rememoración original y evolucionaria, entendemos que López Dzur anda a la pista de conocimiento que ayude a resolver el asunto de la bondad de las criaturas vivientes, incluyendo la más esencial, la humana. El poeta, armado de racionalismo, conocedor de la tradición de Aristóteles, Locke y Hume, por el contrario, se inclina a reconocer que, por innatismo, se guardó en el hombre su postrera esperanza. Hay un signo humanizador en la obra lopezuriana que proviene de filósofos innatistas como Platón, Descartes, Spinoza y Leibniz y cuyas ideas pasaron, muy popularmente, de Sócrates a Rousseau. López Dzur utiliza este bagaje para defender las tesis de su poemario:

(1) El aprendizaje humano no se concreta solamente a la experiencia sensorial.
(2) Hay una sustentación que no se aprende externamente y, por tanto, no depende de la interacción humana o animal ante la influencia del medio ambiente y la cultura.
(3) Lo que se da para redención, o para que arda como luz para el mundo, está presente desde el nacimiento y es innato.
(4) Lo importante no es preguntar, si el hombre es bueno o malo, con respecto a marcos de paradigmas culturales. La cuestión es que es innatamente libre y llamado a perfeccionamiento contínuo.
(5) Hay una casa de regreso o destino por cumplir al que se dará la aspiración más noble del potencial humano. «La nombro con la dialéctica del 'arquetipo', entendiendo que la Criatura misteriosa / la que es el Alma humana / es como un peregrino que viaja en las noches de la historia. Su casa fue el mundo inteligible, el Mundo de las Ideas; pero, la capacidad de percibirlo se ha perdido y nos quedamos vagando con la simultaneidad hecha pedazos... El Alma, sin la intacta visión de la simultaneidad, se entretiene con los objetos que percibir sensorialmente y a los objetos ideales ya no los entiende. Los olvida».

López Dzur poetiza en torno a dos errores humanos. Creernos tan 'espirituales' o 'dignos del mundo ideal' que olvidamos que lo material existe, la objetividad de la materia es una parte de lo real. Otro error es creerse tan vulgarmente materialista, que no se justifique otro fin que la autocomplacencia sensual y el egoísmo perverso. En la primera parte del libro,
Memorias de la caverna, el proceso cavernario exalta y dramatiza el esfuerzo humano, crítico y concreto, por salvar el alma, que es muestra Criatura Nocturna, en su doble aspecto, sensible e ideal. El hombre tenebroso y explotador (al que CLD llama «líctor» en el poema) es quien despoja a su vecino de la hembra «Lumia» y la prostituye:

El Líctor viene, el monstruo
lebrón que no perdona,
¿qué haremos, Lumia,
si este placer tan nuestro
él nos los quita, qué hará
con tu changa, putaza,
pues tu changa es mi maco?

[«El Líctor desea a Lumia»]

Lumia, reducida a la mujer despojada y pervertida, deja de ser dueña del alma enriquecida con la simultaneidad. En el mundo metafórico de López, La 'mujer profunda' es descrita como la deseada Eva dionisíaca de la libertad y aún como Lilit. De Lilit exalta el sentido de independencia de la «Criatura nocturna», no su amor a la lobreguez y al engaño. La mujer sin luz, cómplice de sus raptores, es llamada Lumia, a diferencia de otra Zorra, la que es amada y sublime

lóbrega buhonera de caprichos,
síntesis magra de mi amada zorra
en el estero y la nueva lumia
del descaro.

[«La zorra Lumia»]

La zorrez es otro de los profundos símbolos de la poesía lopezuriana y sobre el que ha escrito abundantemente. Aplica la zorrez a hombres y mujeres y su uso no tiene que ver con alusiones despectivas o moraloides a la castidad, o su ausencia. Habría que sacar el término de la convención léxica que equipara 'ser zorra a ser puta'. López ha hecho reflexiones sobre la zorrez en
Carlancas, pero aquí bastaría decir que, con la Zorra, se alude a la noción de originariedad, un cierto innatismo bondadoso que se vincula a «ese corazón (que) cató prudencia / desde su fondo de batallas y lunas... / El hombre es bueno». La zorrez originaria se da como la ayuda idónea que se dio a Adán, cuando se le fabrica su Eva, para que le ayudara en el Paraíso del Edén. «La única mujer peligrosa y seductora que daña al género humano no una zorra ni un zorro que se transforma en ella; es la mujer humana que daña al hombre-zorruno... Hay una prostitición colectiva que en nada concierne a un zorro: el instinto de manada de casi todas las bestias. A diferencia de los casi todo los cánidos y de los seres humanos, los zorros rehuyen las manadas. Son solitarios al cazar su alimento y su presa... Un hombre genuinamente solitario, precavido ante sus semejantes, es más zorro que el zorro», escribió en los aforismo números 35 al 38 como si nos adelantara en El zorro y sus carlancas estos pasajes en que entender la originariedad y su transgresión por el espíritu de manada es básico: «En el capitalismo, la inmensa mayoría de los seres humanos se adapta como mascota a la burocracia, la forma de manada más sofisticada» (Aforismo, loc cit.)

Pero en este fragmento [«La zorra originaria» se comprende la importancia de ayuda extra,

la mujer como el pan, sabroso.
El deseo de aportar al almacén cooperativo
fundó el economato y leyes naturales
que el corazón entiende
a pesar del medio patógeno
y la muerte, con su ecología de tinieblas.

Unico paraíso: el manantial del movimiento,
la lluvia que desata la adaptación
al canto, al desafío, la esperanza
como mito de sobrevivencia.
La función permanente, la realidad,
el ser, transformar la madriguera.

[«La zorra originaria»]

... y lo mismo en este fragmento de «La criatura nocturna», donde López Dzur sugiere poéticamente que la mujer originaria es bendición genética y que su potencial placentero beneficioso. Desde mucho antes de la concepción, viene «Leche que manda / el Sostenedor, el milagro que vuela para mi noche».

y lama como Lamia
mis Cromosonas-Y,
con su lengua de ADN
mitocondrial.

En el Desierto, como en montañas alpinas
o nevados inhóspitos, ella es la Leche que manda
el Sostenedor, el milagro que vuela para mi noche.
La lechuza.
La vida de lo Alto, la Eva dionisíaca
de la libertad, Lilit.

Déjala conmigo, ya que me densificaste
y estoy derramado en la miseria de las cosas
con el corazón endemoniado por todos los anhelos.
Déjala conmigo. Déjala conmigo.

[«La criatura nocturna»]

Sin estas colaboraciones zorrunas, innatistas y esperanzadores, el viaje en la noche de la simultaneidad truncaea y deficiente sería terrible, más de lo que es hoy. El mundo viviría en la esterilidad espiritual permanente, o todavía en cavernas. Mas la mujer profunda es otra vez el alma restaturada, apta para gozar y participar del mundo inteligible y no sucumbir pasivamente en los acoplamientos del medio que le ha tocado vivir (e.g., el entorno corruptor de la cultura, incluyendo los simulacros de familia, escuela, ambiente social, etc.) y que son los medis que configura o bondades o perversidades.

La macacoa que López Dzur describe es también una alusión a la conformidad de quienes viven como macacos, sin el ritmo de aprendizaje y desarrollo que les armonicen con el mundo mundo inteligible o de las Ideas. Al mundo de las Ideas sólo se puede acceder a través de la razón. La pérdida de la visión de la Fortuna y de la Visión Poética de los arquetipos de simultaneidad que enseñaron Platón, los Pitagóricos y los órficos, y que codica en la Tercera Parte del libro, en poemas como
El origen del poeta y El secreto de la Fortuna son parte del azote de la Macacoa, o la pérdida de gracia para la lucha y la sobrevivencia. «Que nos cague la changa, o nos golpée la malasuerte, o nos sale el chahuistle, es sólo folclor, chascarrillos dentro del poema. La verdadera macacoa es la apatía revolucionaria, la complicidad y ese vivir como macacos, con alardes divertidos, mientras el mundo se hace pedazos a nuestras espaldas. «Ese olor inmundo tarde o temprano se vuelve contra nosotros»

En la sociedad humana que CLD describe en la Memoria, dosis de sabiduría zorra es comprender que el mundo posa la virtud que no tiene. Cita a Nicolai Berdiaev cuando se queja contra «la intolerable estupidez de la virtud». La virtud fatula y posada de los engañadores son gesticulaciones entre las sombras para que se cometan y se prolonguen las ladronerías de la autoridad civil. Estas cavernas históricas se refieren más a un presente trazable postneolítico del acaeecer social histórico: una condición de la consciencia moderna y posmoderna, en la que sigue el gesto retrógrado del tribalismo, la explotación con lucro, los juicios absolutos y las fantasmagorías, hechos justificados con crímenes definidos por el legalismo. En la noche de esta historia, la Noche temible, se pasa gato; se propicia lo no concreto del Acaecer, «el fermento de todo dinamismo; / diciendo al Ser eres Nada, / diciendo al hombre estás sin acaecer» [cf. viD Las cavernas de la creencia].
.
No obstante, si el bien no es un valor absoluto, la actitud recomendable es cautela, el hacha del 'Detén' como herramienta heurística de verdad. Con esa hacha es que el hablante poético de CLD recela el religionismo («La autoridad absoluta (...) del Papa»:
«Detén el hacha»). Los poemas más dramáticos en torno a este Gran Detén a la crueldad y la ignorancia están incluídos en la Primera parte con los títulos de ¡Cuánto lo quise! e Y parece una persona pequeñarra. La historicidad definida en la Primera Parte es una en que ya existe el concepto de familia; pero ya no la noción matriarcal. Al datar y definir este hecho, como temporalidad en su libro, escribe:

Tampoco hay Diosa Madre
que nos salve, sino 7,000 años
de armas de bronce y utensilios
y 900 torres que delatan
la esclavitud en Uruk,
su Gran Muralla,
y el dolor que, con antepaga,
regresa antes que el sol
que ajora en cobro
de sus deudas
con documentos
de alcahuetería.

[
Ni quien nos salve]

Obviamente, López Dzur utiliza el conocimiento de la historia para señalar cómo sienten y se comportan los hombres imperiales. Hombres con criterios de Bien y Mal absolitos, así como de poderes absolutos. Su descripción de Nergal imperial en «el Erebo babilónico», representa el Poder, «el león alado» en cielos de creencia, en la tiranía armada. Este León de poder absoluto no es humilde, no busca el ser en otro ser. No se afan en paz por una unidad orgánica, sino que se esencia misma es guerra, «venganza de la noche» y caos

Nergal / Hades, abismo para las causas
liberantes, humanamente activas,
perpetuador de las cavernas humillantes.
Nergal, dios bestia, Venganza de dragones
y de tiranosaurios, eres
y aún existes en el mundo
macacoante.

[Nergal, en Parte II]

Opuesto a los varones imperiales, como Nergal, CLD describe al varón dionisíaco, zorruno, quien halla gozo en la fe y en su echada originaria. Este busca el primer amor, el del alma y las noosferas que revelan lo innato. Está más cerca del matriarcado / la Diosa Madre / que de los Leones solares de los varones imperiales. Este sí comprende lo que es ser padre y la dureza de la petición de los holocaustos a falsos dioses...

es hermoso el dolor en rijo,
explorar las raíces, oler a la mujer y abundarse
en semillas, verse en el reto del azar
como pez-espermajo, el primer amor

[«Ser varón dionisíaco»]

En el sorpresivo giro de la historia, el milagroso Detén el Hacha escuchado por Abram, después que se le dijera que a su hijo loo trajera al fuego, comprendemos cómo López Dzur caminará por vías de su mensaje que siendo político, también es espiritual. Ese Zorro Abram escuchó la pedagogía de las noosferas y convirtió el fuego de exterminio en fuego cognifiivamen6te purificador a su propia tristeza.

El fuego encendido en el monte, ahora «a la luz de tus lágrimas», se vuelve símbolo de otras cosa, no dañina ni cruel para su primogénito. López Dzur compara este fuego que Abram testificará con un evento alquímico, no punitivo: es la creación de un alma nueva, sino creación transformación. Rehacer «el alma sensorial, nominalista». Compara este fuego con un lavamiento:

Con el hacha caliente, promisoria,
vaciaré tu salmo, reharé tu sustancia
y a todos lavaré con alegría de nuevos átomos.

[«Tráelo al fuego»]

La tercera parte del poemario Estéticas mostrencas y vitales» se titula Tránsito entre hienas. Hiena es una de las metáforas zoológicas que Carlos López Dzur (CLD) utiliza para referir las degradaciones del hombre y su peculiar proceso de crueldad. Este animal del sub-orden de los carnívoros y uno de los animales más pequeños de los mamíferos es reputado como uno poco gregario que si bien puede vivir en «familias», sólo se congrega para matar. Es esencialmente un animal nocturno, cobarde carroñero («cowardly scavengers»), que devora su alimento con rapidez, sin noción de disfrute y cuyos hábitos defecatorios deja un aroma muy desagradable. «Es uno que clava los dientes y casi no utiliza las pezuñas», observa López Dzur, quien es selectivo a la hora de crear simbologías asociadas a sus metáforas animalescas antes de aplicarlas al hombre social.


«Un perro salvaje, aunque sea morfológicamente y por su conducta cercano a la hiena, ha tenido una evolución diferente y aún diferente al felino con el que tiene una cercanía filogenética. En su mayoría, las hienas no cazan por sí mismas. Esperan que un león o un leopardo les conduzca a lo que han de comer. En ese sentido son parasitarias, no cazadoras... Son carroñeras... Ni el folclor ni la mitología de tiempos remotos y modernos las observa con simpatía, ni la asocian benéficamente a la magia, sino al robo de tumbas y ganado, a mala influencia en el espíritu de la gente... Las hienas pueden comer la presa cuando aún está viva y eso es una cena cruel... Es la crueldad de las hienas lo que no me agrada... y, entiéndase, que a todos los animales los justifico en su verdad evolucionaria y en su necesriedad en la creación. Todo animal tiene un sentido cósmico, un rol en la naturaleza esencial... y en la estructura de competencia y cooperación de su especie tienen un aprendizaje qué cumplir... Enfatizo que soy un animista y veo inteligencia y propósito en la creación... Ciertamente, las hienas son una de las más inteligentes criaturas de la evolución animal; pero si quisiera explicarte las expectativas de inteligencia humana y aquellas de la inteligencia humana de las que valdría considerarse unos ejemplos, aprendiendo unos de otros (el hombre por observacuón de ellas), las hienas me sirven para refeir símbolos de tración, o acciones desagradabilísimas, el pragmatismo más vulgar».

En conversaciones con López Dzur he observado su insistencia en indicar que este libro, «Estéticas mostrencas y vitales», así como el poema que utiliza como título, escrito el 8 de julio 2000, es, sobre todo, un «canto solar» al espíritu y la materia como agentes perfectamente equilibrados, aunque el hombre no lo entienda y desorganice su sociedad en lo que describe como «tránsitos abyectos y retrógrados». El gobierno, con las actitudes sicológicas y políticas que patrocina y perpetúa, es como las hienas «malas y perversas» de sus dibujos animales. «La hiena es la caricatura del género humano. Quiere transitar en cuatro patas cuando se le dieron dos largas piernas para que se yerga y se eleve. Cuando ocasiona un daño, prefiere reirse y burlarse como las hienas de las caricaturas», acota el poeta.

López Dzur admite que, cuando primero meditó sobre la hiena como encarnación de algo retrógrado, la hiena se le antojó como alusión sarcástica a la actividad bélica, una metáfora para las estrategias de caza en grupo, aplicada a la matanz organizada por rivalidad entre los seres humanos. A las tribus bárbaras que terminan siendo hordas triunfadoras les gusta compararse con animales victoriosos, hábiles para la agresividad, así como los chitas y leones. Los leones suelen llevar una guerra sin cuartel contra las hienas y éstas parecen poca cosa ante ellos. «De hecho, las hienas tienen las patas traseras más cortas y bajas que las delanteras. Sin embargo, las hienas no son ineptas y en las estrategias de caza grupal pueden vencer a cualquier super cazador, incluyendo al león o las panteras... pero, en cierto sentido, individualmente, son más cobardes que el león u otros depredadores cuando están solas... Para ocultar su cobardía, o para dar la sensación de que son sumisas ante animales dominantes, perdona este prosaísmo, las hienas se echan unos pedos nausebundos o se orinan. Secretan una sustancia amarilla que proviene de sis glándulas anales. Es la misma sustancia con que marcan su territorio y el modo en que se saludan. ¡Con ese olor a pedo, vaya cosa! Levantan sus patas para que otra hiena pueda olfatear bien. Esto las hace vulgares, o mejor dicho, un símbolo vulgar, para mi sensibilidad humana».

Mientras López Dzur lee de la tercera parte de sus «Estéticas mostrencas», va pormenorizando muchos porqués de su despectivo simbolismo aplicado a la vulgaridad de la civilización retrógrado, que es el subjtema que dibuja en esta parte de su libro. Como escribe desde la perspectiva de ese poema «Estética mostrencas» que mencionamos y que dedicara a Federico Schiller, filósofo, dramaturgo y poeta alemán, la hiena se le convierte en un símbolo de una civilización que se solaza con la vulgaridad, origina y se alimenta de carroña, renuncia a las invocaciones sublimes y enaltece una voracidad injustificada, esto es, violencia a la sombra. La simbolización de la «hiena moderna» está presente en su libro «Heideggerianas» como lo opuesto al 'Zorro eterno', que es el ser humano invocador, recursivo, pero empático. Del poemario «Heideggerianas» nos lee que la hiena transita por un sendero que:

No es el camino del Zorro eterno
el de la hiena caníbal que, en la piel del tiempo,
se conforma con carroña, con historia sin proyecto,
con vuelos nocturnos, brujerías que la engaña
con demonios de rondalla...

(
La hiena moderna, Heideggerianas)

El progreso es prurito.
Y las hienas otorgan sus lamidas. Carne será
que no quiero, hienas del Acontecer que maldigo.

(
El invocador (1), Heideggerianas)

La hiena moderna no hace un ser creador,
no es un ser libre y hacedor como dijo.
Sólo devora

La civilización-de hienas no se comunica amablemente, sino con su «chistoso y nausebundo cagarse», nos dice, al observar que la hiena está dotado de una voz desentonada, estridente, comparable a la risa histérica. Y ésto es lo que llama la «vulgaridad de la civilización» cuando ya no produce, por comercialismo, un arte digno de los seres humanos sensible y, con su manera de entretenerse, no educa a nadie. «Aún el cantar y el bailar de la cultura posmoderna parece un ejercitamiento de hienas con un paso o ritmo renqueante y la lírica, o letras de la música, pura chachalaca. No hay poesía ni magia. Hoy la comedia hilvana su regodeamiento con el pedo, la coprolalia. El espectáculo imita la hiena y busca la risa de la hiena y su estridencia... A mí me puede conmover el ladrido de un perro, mas, ¿sabes? no la risa de una hiena, porque las hienas no ladran», observa Carlos López Dzur, quien dice que su estética está más cerca de Sócrates que de Aristóteles y que si bien ama la «teatralidad» y lo «lúdico» o juego con los egos, tiene estándares para que satisfaga la catharsis. El tránsito que hay que satisfacer, con una profunda estética, es uno que nos sirva «para imaginar lo necesario, / aunque haya que ir a escarbarla / en lo oculto, proveyendo esfuerzo y amor / en el trayecto». Aún así:

Si por amor a la teatralidad de los egos
provoca purificaciones, catarsis pública
del prójimo, yo estaré AHI
como Aristóteles, aún cuando difiera
por amor a la estética socrática...

Las estéticas mostrencas», en libro del mismo nombre)

En el libro «Heideggerianas», nos había dicho, con respecto a los sofistas, que son quienes preparan el camino a la civilización de hienas, que cree en un «poetizar que filosofa», no en «opinantes de la felicidad barata, / gazmoños de cinismo operativo y ética triunfante» que toman la vida como «un enigma. Un juego. Y una enema», en cuanto a todo arte y cultura lo han convertido en una «propuesta final de la fruición / y el fanatismo, fiesta de los símbolos fascistas» (
Los sofistas, en: Heideggerianas). La vulgaridad, violencia, hipocresía y cobardía, del tránsito de hienas escandalosas, es el sofismo mismo como empobrecimiento de todas las pulsiones positivas, encarnándose en «la pólis oligáquica», una Esparta moderna, donde lo que importa es el consumismo, el poder coercitivo con engaño, «un sistema digestivo muy poderoso, con fluidos ácidos capaces de digerir su presa humana completa, con piel, huesos, cuernos, y dientes, como las hienas». Un sistema que crea una industria anti-ecológica y que produce por alimento («comida chatarra») lo que puede que no sea saludable a la postre, de modo que como las hienas pueda comerse lo que ya está «en mal estado, o sea, carroña».

«Hay buenas cosas que aprender de las hienas. Por ejemplo, son muy limpias. Nunca nunca se defecan cerca de donde duermen y comen; pero, en una civilización de hienas-humanas sucede todo lo contrario. La pobreza inducida, perpetuada, forja arrabales, antihigiánicos, enfermedades que son prevenibles y lo que más me desagradada cuando la sociedad se hieniza es la crueldad, matizada en burla e indiferencia por las víctimas. Significa que con la metáfora de la hiena, no sólo hablo del sofismo cultural, sino de la perversión sicológica de la civilización humana. Yo, en un poema reciente para mi libro «La revolución profunda» escribí un texto sobre la gente que valora o defiende la depredación, el colonialismo, un poema sobre los asesores del despojo y la mierda, tras las oleadas de sangre de las invasiones... ¿Qué significo con una hiena moderna, encarnada, pues, eso que dice mi poema 'De las hienas anti-islámicas', y mira... me gusta denunciarlas hasta con nombres y apellidos, porque siendo primates del género humano tienen los dientes con mas robustez que las hienas animales; no sólo tienen bocas pedantes de sofistas, sino glándulas salivales para echar por la boca sapos y centellas; sí comen mucha excreta, como acusadores de sus hermanos. Echan muchos pedos con las glándulas fétidas porque hablan, no con espíritu humanitario, sino con la región anal... En el sistema de poderes, en favor de las oligarquías, están siempre en movimiento y, como sucede con las hienas, ni siquiera los perros logran atemorizarlas; son perros de militarismo, invasores. espías chingaqueditos que, antes de regresar a sus escondrijos congresionales, olfatean una presa, dejan de aullar y avanzan con paso breve pero rápido, sí como invasores en guerra anti-terrorista, pero el terror son ellos... Se la pasan olfateando el aire y el peligro, dispuestas a la huida, pero también a atacar a los animales incapaces de defenderse, ovejas, cabras, pueblo bueno, vivo y sano... En las hienas, los animales enfermos, cansados o muertos, son los alimento preferidos, mas en la hiena humana hay preferencia por los inocentes. El verdadero canibalismo es el despojo de recursos vitales o materias primas... Como quiera que sea, no es sólo el hombre el que matan sus crias o sus congéneres. En eso Konrad Lorenz se equivocó. Las hiemas, lobos, leones y 15 tipos de primates, son viciosamente agresivos contra sus propia especies y el hombre que puede ser un sano propiciador de armonía y evolución es quien resulta a la postre quien más agrede e involuciona en su tránsito de hienas... Si yo concibiera la vida cultural como un poma que bendice, diría que ésta es la misión que se pierde en favor de una tradición pro-bestializante. El tránsito de hiena mienta en general nuestra decadencia humana, o ese lento ritmo en combatir los etnocidios, los feminicios, la salud moral y las tiranías, aún aquellas que son tiranías del vicio y la prostitución de los valores sagrados que trascendenciarían a la humanidad».

Para dar cuerpo a esta tercera parte del poemario, López Dzur recupera una misión o proyecto para el poeta y su nación. Esta tiene que ver con el Patriarca Abram, de la Primera Parte, a quien valora como símbolo del primero que salió de la «Cueva de roca / la caverna» con que López señala a la miseria histórica y dura circunstancialidad. Las cuevas fueron la primera casa / vivienda o albergue / de la humanidad primitiva. La cueva está «ahíta aún con simulacros / y dolores suyos y dolores míos». Si bien el hombre moderno ha salido de las cuevas prehistóricas, también ha entrado a lo que llama «la gran bancarrota». «Hecho trágico de la progresiva pérdida de libertad individual e introspección, que son la Gran Bancarrota» y que significa al pasearnos, poéticamente por leit-motiv como son Mesopotamia y Anatolia, donde se dio, el origen de la prostitución, la confección de armas, las guerras religiosas y tribales, las epidemias y la Edad de las Tinieblas.

La petición esencial que da en su exhorto al poeta es esquivar y no perder el tiempo con el «ruido gorgorero», los hábitos de las hienas, «militantes de oquedad y ruido», sin ningún compromiso serio con la «legislación que prohíba el odio, la inclusión, / la diversidad, los abrazos entre etnias, / las necesarias armonías en nuestro mundo, / el sentido profundo de la democracia». Y el consejo es contundente: «No la tomes en cuenta. Esa Nación no es tuya. / Es de sus egos». Es el mismo tipo de civilización hienesca, genocida y dominialista, que describe en el texto «Ante Pilatos», nación que no entendería «El poema que bendice». En el mundo circundante, con tradiciones pro-bestiales, avizora las hienas, fingiendo que muestran «promesas salvadoras», aunque, en verdad, «son ladrones-hienas-buitres / que comen tus entrañas» (vid. cf. La tradición pro-bestial).

Con un poema, dedicado a Enrique González Martínez (1871–1952} y titulado «La calandria y el búho», López Dzur valora los animales nocturnos, así como es el zorro y es el búho. Aquí el búho es un símbolo hermoso, no en cuanto seres volantes, aves o siquiera ángeles, con los que les compara. Más bien, quiere dar un retrato del propio Enrique González y quienes son como él, «intérpretes, husmeadores desde su quieta estámina, / con el ojo tan claro y tan puro / y parecen que viven en la sombra, / entre grutas, o posados sobre un ramaje», pero son hombres indispensables para la tarea que es necesario que se aprenda: la misión del poeta en la nación. En el médico González Martínez enaltece a un combatiente misional. «Angel mío, / Enrique, ave-pegaso, mentor / de mis noches, sublime hermano». (cf. La calandria y el búho). López Dzur se representa con otra ave, la calandria observadora que atestigua al búho, como «Un ángel sanador» de las miopías. «Veedor en la oscuridad, consolador de aquellos a quienes cortan el hilo del destino, sabio de la Apacible Locura». Está describiendo al hombre necesario, al antónimo de las hienas. A un enemigo entretenedor de las marugas mercantivas o ladrón de la autoridad civil.

En un mundo tenebroso los «sabios de la noche» son necesarios y López Dzur, con metáforas zoológicas nos da el mensaje:

Nunca están desantentos al murmullo
ni al dolor ni a la muerte. Ni al gemido.
Ellos sufren el día porque mucha luz enceguece
y se alimentan de la noche, otean el horizonte
y donde nadie explora van. Mientras vuelan
van tensos, solitarios, y es la razón por la que pausan.
Son sabios seres volantes, analistas
de cada situación; marcan el territorio
con el súbito graznido, se defienden de la apariencia
del rijo, que son la intrusa vanidad,
los agresivos esplendores.
La mucha luz que deslumbra, distorsiona.
Confabula espejismos.

Hay unos seres volantes
(yo digo:
«Son hábiles en lo oscuro.
Ese es su mundo, su universo:
el silencio nocturno»}
y yo, una calandria,
cantadora y diurna, y ellos, los sabios de la noche...

(
La calandria y el búho, Estéticas)

Un aspecto de la poesía de CLD que asocia a la valentía, como virtud cívica, se relaciona con la habilidad de ser «hábiles en lo oscuro», sanar las miopías intelectivas, ser sabios en la noche tenebrosa en que el mundo transita. La noche, sin silencio, es el verdadero pánico y morboso espectáculo, mas no sólo hombres atentos, meditabundos y audaces, pueden vencerla y esclarecer los espejismos que se confabulan en las noches de vicio y escándalo, detalle que asocia a las hienas. El se considera un poeta solar que deplora las noches infernales y cree que los poetas, con la habilidad de ver en lo oscuro, son necesarios en cuanto sus cuerpos son siderales, o como le gusta decir, poseen la cognición de los «eidolones o cuerpos astrales, que es algo diferente al olfato que se place con la peste de infiernos, o majadal de estiércol».

Del eidolón, alma de búho o sabio nocturno, hace una descripción en el texto «Y esta peste de infiernos» en términos de vida auténtica que nada tiene que ver con los proponentes de un arte tenebroso, fragmentario, o convencionalmente llamado satánico. El folcor satanista de la mitología popular la compara con un adormecimiento o desvelada fantasgomoría. Mas el adormecido no obserba claramente, sólo sienten:

... rasquiña en la piel
y la peste de infiernos
y el miedo, quitasueños
y las figuras sintéticas del eco.

¡Cómo nos adormecen, hermano mío!

A tales sensaciones les corresponde «la tiniebla del no-Yo», no un cuerpo astral auténtico, por lo cual esos transeúntes satánico son parte de la ignorancia y los embelecos mixtifidcantes, detalles personificados de la excresencia mental misma:

son ácaros, bestias, chupasangres
sin mundo, artificios de las sabandijas,
discretos bichos raros de lo oscuro

Mas CLD sí cree en una consciencia cósmica-sideral, originada cuando la vigilia es eficaz y se desarrollan las facultades de la clarividencia, clariaudiencia, aún el recordar vidas pasadas, como se infiere de libros como Tantralia y Teth, mi serpiente. No puede un ego con defectos obsesivos como la ira, la pereza, la , codicia, la lujuria y el orgullo malfundado, ser otra cosa que una hiena; jamás un mago solar o ser iluminado ni Kumará. Prevalecrá el primate, aunque no sea ya el depredador y sí una criatura espiritualmente adormecida, con miedos extramundanos. En textos como «La jeta del Nadie» y «Marsilio, la changa viene», CLD hace mofa de estos miedos caóticas del alma y nos presenta un bicho volante que ya había introducido en «Nos cayó la macacoa», otra sección de su libro. Ese bicho volante es la changa, un insecto dizque de mala suerte.

La crítica suya a estéticas tenebrosas y que CLD presenta en esta sección Tránsito de hienas lo lleva a considerar su posición ante algunos autores de la literatura maldita, entre ellos, a Isidore Ducasse (Les Chants de Maldoror, 1869), también conocido como Conde de Lautréamont, Charles Baudelaire, los poetas malditos de Rimbaud a Verlaine, el Marqués de Sade, ante el cual escribe sus Meditaciones sádicas, Fernando Pessoa, a quien dedica el texto Del desasosiego de mi hermano Fernando y otros. Con la evaluación que da a todos ellos, deslinda lo que entiende por sabio-búho y una hiena, o satanista vulgar y folclorizador. Como un búho, o sicólogo o hermano consolador, se aproxima a filósofos como Nietzsche y clarifica las nociones de anti-Cristo (cf. Diálogo con Nietzsche sobre el Anti-Cristo. Amonesta con dureza a Gilles de Rais. Profetiza contra los infanticidas, con una secuela de su poema «Amonestación a Gilles de Rais». Por igual, le vemos en diálogo con Mi amigo (León) Blum, «redactor anticlerical, víctima y prisionero de los Nazis», recriminándole su idea de que el hombre en colectivo sea «hediente horda / de biomasa primantrópica», «hombre del Vacío», pese al mucho nihilismo chabacano de la Edad de Tránsito entre hienas.

En palabras de CLD, lo que, por igual, se infiere de sus versos, «todo lo que burle la indefensión, la inocencia, el sentido sagrado y armonioso de la Naturaleza y el cosmos, es hiénico. La carcajada del opresor y sacrílego son mal aliento y son la irreverencia de un pedo», me comenta con esas sutilezas irónicas de su desparpajo filosófico. Por más que se esfuerce en justificar evolucionariamente al animalejo lo encuentra feo por todas partes y vil en sus hábitos. Sin embargo, donde lo irracional más lo ofende es «en que esencialmente, cuando el ser humano, que es más conscientemente sintiente de su conducta, se asemeje a la hiena. Una hiena no se burla, aunque subjetivamente interpretemos que nuestrra risa es su espejo. El hombre sí es burlón y si se caga o se orina ante otros, o nos quita la dignidad al atestiguarnos es culpable del sacrilegio. Yo no culpo al animal por desagradable con la pasión con que culpo al hombre de quien etiológicamente espero más. Hay que ser una hiena humana para ultrajar a una niña, sostener largamente la esclavitud como institución, robar al pobre el salario, ser hipócrita por conveniencia egoísta y ser despediado al marcar límites ante la gravedad de una transgresión. Quitar la vida, justificar la pena de muerte, es algo tan caníbal y hienesco como la depredación misma de un animal innatamente agresivo».

CLD explica que son necesidades de adaptación evolucionaria y supervivencia las que explican las conductas de los animales y que es la inteligencia científica, movida por empatía, la que debe aprender el proceso y mecanismo funcional de los fenómenos biológicos. Con ese fin, en las diferentes secciones de sus Estéticas, incluye sus reflexivos poemas en torno al tema: «Adaptación natural», por ejemplo, que dedicara a Charles Darwin. Explica que, en la vida evolucionaria y biológica, en los rumbos de peligro, hay lo mismo progresión evolutiva que involución, porque la teleología última es que siempre se regrese más divino. La evolución se hizo para un aprendizaje, culiminar un proyecto de sentido, a veces a paso lento de tortuga. Aún los animales más elementales pasan por el éxodo ingrato «hacia los sequedales», «el dolor del cáctus y las ortigas» o el tránsito hacia el fango, con la misión de aprender; pero, si se cree que hay un aprendizaje se implica tácitamente a quien bendide la partida, una ley divina... ¿Qué es lo que se aprenderá? López Dzur contesta en tal poema que es aprender...

... a paso de tortuga
que lo bueno es más agradable que lo malo
y se hizo duro como piedra y terco
y a la condición del suelo
llamó cimiento del sustento
y levantó las bellotas del camino
y supo que hay cosas dulces
en el fango y lo amó más
y el dios y el hombre comprendieron...

La parte negativa o involucionate del proceso también es descrita:

... hay, por el contrario,
los que no aman y maldicen
y pagan su dolor en karma
con cuchillos y aguijón
y son ellos, los mimes,
sangüijuelas, ácaros
del Erebo.

Esta es la concretización resultante de la hiena. En el texto Decadencia, como en los poemas de «Heideggerianas» hay plasmada la simbología del zorro, que es el animal que CLD extropola a la conducta de la hiena, considerada como animal involutivo. El hecho me hace preguntar si ambos libros (Estéticas y Hideggerianas) nacieron unísonamente. ¿Cuánta es la influencia de Heidegger en su procesamiento metafórico del bestiario? Hay un elemento que mancomuna las experiencias del zorro y la hiena que repetidamente CLD alude como el peligro de los «invasores del estero», o madrigueras, el asunto de la territorialidad en los animales o el marcarse los umbrales de tolerancia, en cuanto su lucha por los entes a la mano y la buena vecindad. Es evidente que Decadencia es un poema sobre el aprendizaje, o «el arte circunspecto del rechazo». El aprendizaje que los invasores no han aprendido es el «andar por el Umwelt / de su Matoco» para utilizar el lenguaje lopezuriano. El lenguaje de la mentira y el camuflaje es un «desollar a mis espaldas» al más manso y débil. En el texto «Los burladores de la sombra» la idea es más clara.

El aprendizaje, sea asunto de evolución o de consciencia histórica, concierne a lo mismo que se le dijo a Abram en el Monte Moriah: «Deténte, no tienes que matar tu crío, / al hijo de Tu Risa», al hijo de su contento.y futura convivencia. En esa alusión a los burlones de la sombra (que es el cuarto poemas de la Primera Parte) se implicita la hiena. Estos son los burlones de la sombra y de la historia, aunque en su desprecio poético CLD los insectiviza, descategoriza y nombrándolos no aptos para evolucionar en armonía con el «dominio complejo, los principios reales, / la quántica ciencia de los saltos», para salir de cuevas o cavernas oscuras de la historia, siendo aquí la historia una proyeccón ascencional... La connotación de ese cagarse en la moqueta y salpicar el fango implicita las costumbres defecatorias de la hiena, tal como lo discutimos.

ciegas larvas que suben las paredes
y cagan la moqueta
y salpican el fango
sobre el mundo plano, tieso, umbroso.

Los burladores de la sombra, Estéticas)

Efectivamente, aunque descategorizados como ciegas y nausebundas larvas, en la institucionalización histórica más perversa, CLD les da un rango criminal como advinientes.

Están al llegar los burlones de la sombra,
gamonales de las cavernas de la historia.
Es mejor que lo dejes en la cueva
en el templo de Pitón,
en la cárcel sin angustia.

Vienen, están al llegar
los ultramontanos, integristas,
martinistas de huesos colorados,
geómetras euclidianos,
admiradores ciegos de Trasímaco.

Son burlones porque su crueldad, ciega o consciente, pide el fuego que devora la nobleza, la empatía y el aprendizaje posible que da la evolución y como discutí en Conversando sobre las «Estéticas mostrencas y vitales» de Carlos López Dzur son la chispa degradable que no accede a la luz. En el misticismo judíos, son las vasijas de perdición. Las rotas. Lo involutivo. Aunque CLD admite su lectura heideggeriana en el proceso metafórico de «hienizar» lo involutivo, comenta que hay un segundo procesamiento más emocional e intuitivo en el asunto. Me conversa al respecto:
«No creo que Mamá escuchara jamás a una hiena emitir sus sonidos. Yo sí tuve la curiosidad de saber por qué ella decía que una vecina nuestra, Doña Carmela, inolvidable costurera y jugadora de dominó, que nos frecuentaba para darnos una paliza en el dominó a todos los que nos juntábamos a jugar con ella, se echa una carcajadas de hiena. Tenía risa de hiena, decía. Como siempre fui observador, descubrí en las caricaturas de la tele el sonido figurado por los personajes, su caracterización con burla implicada en el sonido... Yo leí mucho de ciertas revistas populares, tipo enciclopedia, alimentando mi interés sobre los animales, ese extraño perro, uno que no ladra, pero se carcajea. Leer sobre animales y circos me fascina desde la primera vez que entré a una biblioteca pública o comunal que había en el Caserío Méndez Liciaga. Creo que mi fascinación con la metáfora de la hiena data de mi niñez, de la edad de ocho o nueve, leyendo esas revistas que papá compraba y que yo devoraba obsesivamente... Al comenzar a escribir poesía, todo esa fascinación casi zoolátrica reapareció, claro, con sentido más crítico, pero siempre metafórico. De zorros y hienas estuvo llena mi niñez y ¡qué lástima de las hienas! que se me ha alquimizado imaginativamente como un modo de descalificar la parte más humana y noble de la persona... Y con risa de hiena, Mamá sólo aludía a lo escandalosa que Doña Carmela se tornaba cuando se excitaba con su orgullo de ganar una partida de dominó y gritar: «¡Tranque! O aquí cierro con la chucha»... mas era una viejita tan alegre y mansa, tan franca, como una hiena no puede ser en su ingénita naturaleza... y, con el tiempo, aprendo yo que las hienas son pedorras y malolientes, peor que un zorrillo, que son matreras... ¡Jah, las odio con odo jarocho!»
Después de tan intempestiva vapuleada como la que López Dzur da a la sociedad actual, con sus recursos de ironía y metáforas surrealistas, llo importante es que él mismo ofrece la perspectiva de remedios posibles. Tiene una visión perfectible del destino humano, que es ética y política. La mundanidad se puede deshienizar

Entre los pasos a seguir, el poeta sugiere:

1. Regresar a la oralidad del Ser afirmativo, no como fe ciega, sino como autioconfianza, descreyendo la retorica del oratio, pero admitiendo la SerSiOralidad o la cercioración que revisa dos veces o tres, o las que sean necesarias para que no haya ambiguedad en lo que se adquiera como educación o consciencia. En «La nación y los poetas», López Dzur concluye:

Gobiernos, ideologías, marcos de creencia
que te impongan una estrecha noción de humanidad,
para tí no es que hablan.

* * *

Una nación de mayorías en divorcio, en cuitas
con su testosterona, en lujurias con las hembras,
en lujurias con los sodomitas, en mamadas
de charcas venusinas, en orgías con pan de Eros
y vergas faludas de Príapo,
no es una nación para el amor.
Es un territorio tribal de obsesos y maníacos
y para tí no que sirvan sus convocatorias.

El Ser afirmativo, como verdadera persona, es social, pero aprende muy bien a ver su nación y ésa no es la dominialista ni de hipócritas. «No hables en torno a la Nación con sordos y ciegos. / Gente que no te mira a la cara y con labios torcidos a tus espaldas multiplican sus escarnios». Con el poema «Ante Pilatos», CLD da su descripción de lo que es un poeta / símbolo del hombre armonizado en un reino dominialista.

Yo defiendo el Reino del Poema que bendice.
Y mi reino no es la mofa del Dominio.
Quienes leen de mis textos para el Edén
sabrá que yo hice señores para el gozo,
varones que descifran secretos.

Lo mejor de los Reinos es el Cielo
de verbos, metáforas de Dichas y traslaciones
donde la bestia es amada
como si fuera un ave, o un pez del cielo
que se mete en las aguas terrenales.

Mi reino no es para genocidas.

[Ante Pilatos, en: Indice]

2. La honestidad en la búsqueda de la verdad requiere compromiso, «aunque sea ardua y duela y haya que dejar de creer en Las voces de sibilas que prometen mucho y no dan nada. Las voces sibilnas son 'moscas placeras de tormento'. Tras las sibilas y las parcas y las moiras de los templos lo qiue hay es ocutación del Chacal Estatizado, institucionalización de la mentira y se engaña al que se deja embacar por ser:

como malva, dócil y chiflado,
y mi trabajo me lo roban
los buitres y mis reses,
el chacal estatizado.

[Las voces de sibila, en: Indice]

3. López Dzur propone la vuelta a la valentia, no ya para disparar armas o depredar con osadía de seres temerarios. Se refiere a la valentia de asumir responsabilidades creadoras, razón por la que en los textos de Estéticas elimina las fronteras entre poeta y ciudadano. Quien se llama poeta, arguyendo una sensibilidad superior o una cierta altura intelectiva, puede que incurra en jactancia. También hay temeridad y orgullo cuando se humillación del otro. Se humilla con la palabra, el gesto y con la fuerza física. En cambio, hay humildad cuando en vez de buscar un protagonismo narcisista y egoico se ejerce un verdadero liderazgo, consistente en ayudar al prójimo, ser verdaderamente ciudadano. Tomar la iniciativa por un mero figureo equivale a la actitud del agresor quie dice quien pega primerol golpea dos veces... No es extraño que CLD ofrezca homenaje a poetas que fueron excelente ciudadanos y cuyo yo ético dio saltos a la genuina trascendencia (cf. «El yo ético y la fe»), que es un homenaje a S. Kierkegaard), quien a su juicio tuvo un «corazón ético, fecundo» y vigilante:

... tu corazón, Kierkegaard,
ese yo ético que irrumpe
en trascendencia.

Contra tí echan sus fueros,
porque dijo el YO NO
y dio un salto a la fe
trémulo y velando.

A CLD le satisface como parte de la valentía la actitud protestaria de quienes dicen «un NO a timócratas con cultos dizque iluminados»:

un NO a jerarcas de señal y pandereta y a vende-dogmas
hedientes en barajas y consultas y libracos,
en oráculos, cábalas, sesiones
de lujuria y mercado organizado
para genocidio intelectual
o más rodillas
siglo tras siglo.

Un NO a los martinistas...
a sociedades secretas, a masones;
éstos invocan muertos y se asustan
con sus propios ritos y cantos de sirena.

Un NO al esoterismo de aspermia cósmica
y a las maruga y sonajas y supositorios
que a los pálidos santos sirven
para místicos julepes en el culo.

[un No a]
los inquisidores,
sabelotodos embaucadores,
agarrapendejos, blasfemos.
Un NO que proteja de la burla
el misterio
y lo santo
y lo puro.

[Sangre protestaria, en Indice]

Hay que saber decir 'sangre soy de otro pozo'. Y, en este renglón de la valentía como virtud cívica, concluye que hay exhibir la valentía individualmnte tanto como en grupo. Y ser valiente es ser asertórico no para destruir, depredar o presumir. Las hienas atacan en grupo y hasta los cobardes posan de valentones en la anonimia grupal, cuando tienen el respaldo de cómplices. La valentía brilla en la soledad y en lo público cuando muchos herejes se pararon a solas defendiendo sus ideas y terminaron enterminados en las hogueras inquisitoriales. «Se puede transitar entre hienas, pero no con y por las hienas. Mejor vivirse contra ellas», comenta López Dzur.

Con un poema titulado El romántico, escrito el 3 de diciembre de 1999, en días de depresión y desencanto, comenta Carlos, compremdió que una buena parte de hallar valor en la vida, en juventud o en vejez, antes que el tiempo nos tire de bruces, es el aprendizaje de que la vida tiene un sentido, pese a todo. Hay que tener una respuesta para la pregunta: «¿Vivir para qué?» Este es uno de los poemas más triste que yo le he leído a López Dzur, pero cuando converso con él descubro que tiene respuestas para esas tres preguntas que se plantea, la mencionada del para qué y las dos adicionales a lo largo del texto:

Uno palpa la realidad y ella te escupe.
Uno ama los sentidos vitales
y el desengaño sigue, te lastima.

¿Vivir para qué?
La injusticia se te posa en medio de los ojos.
El enojo es un dolor militante.
La melancolía es el trapo con que limpias
lágrimas, soledad, traiciones.
Uno desprecia la vida y sigue vivo.
Uno implora al más allá y duele doblemente
el silencio. ¿Vivir para qué? La muerte
da más paz que el reino de los riesgos.

Todo seguirá su curso cuando mueras.
Uno, por su cuenta, da voces, idealiza
hasta el cansancio; pero nadie agradece
que reformes su mundo, que aceleres
el ritmo, que transformes el orden.

¿Qué haré con este eterno deseo?
¿Quién hay que me ayude a saciarlo?
La misma compasión se vuelve más tormento.
La justicia degenera en simulacro, mas tú,
¿por qué quieres misión, si ya lo sabes?

En la esquina, antes de que acabes de morirte,
se ríe de tí, con misional romanticonería,
tu propio desencanto.

[«El romántico», frag., en Indice]


4. Tener un sentido de la vida para derrotar del nihilismo es uina de las respuestas que da para «deshienizar» persona y sociedad. Se puede transmitir la experiencia acumulada, vivencias aprendidas, a la posteridad y parte de la posteridad está en nuestro presente con los hijos. A mi juicio, uno de los poemas más tiernos de las Estéticas mosrencas y vitales es precisamente el que que titulara «Consejos para mi hija»,. a la que llama Tonina, léxica y lúdicamente, aunque es Gabriela o Gabi; pero la intención es presentar un canto a la seratonina, moléculas hormonales y neurotrasmisoras de placer... En las tradiciones bestializadoras, uno de los empeños sistemáticos es robar la catharsis a los pueblos, la oportunidad de expresar su placer. López Dzur dice que «el Estado usurpa y blasfema» la poesía como placer y consuelo, así como todos los escondrijos bucólicos con que la persona quiere armarse gratamente ante el llanto y el nihilismo. El Estado usurpador es parte del engranaje de la civilización de hienas o «demonios de cartel» que devoraría el corazón, debilitándolo al grado de hacerlo el «diario pan insuficiente; / no sabroso». Los ladrones-hienas-buitres se fijan en Isaac, hijo de la risa, engendrado por Abram, para escarnecerlo y llevarlo al hacha homicida, la el Vil Hacha segadora, ricamente metaforizada por CLD en la primera, segunda y cuarta parte del libro.

5. La presencia del autor del «Himno a la alegría», el poeta romántico alemán Federico Schiller, uno de los comfesamente predilectos de López Dzur, se delata en el poema Las estéticas mostrencas de la Primera Parte y en A Pitágoras y Orfeo, que es un poema sobre la Música de las Esferas y sobre lo que «el Cosmos guarda, como secreto / para quien oye, con corazón discernitivo», aún más, texto pitagórico de homenaje a las «proporciones aritméticas de fascinantes / concordancias que son los movimientos / de los cuerpos celestes», asuntos que transparentan en López Dzur el convencimiento de un universo cognoscible y lleno de sentido. Una civilización de hienas puede trastornar a Orfeo mismo para despojarlo de su sentido de arte y profecía, armonía y sentido, retrotrayéndolo a la pregunta o duda del nihilismo.

¿qué haré cuando en Tracia
la desesperación me lleve a destrozar mi lira
como Orfeo, qué haré cuando Eurídice me falte
o digan que me parió una perra,
no la musa Calíope?

[«A Pitágoras y Orfeo», en: Indice]

Por esta razón es tan importante esta influencia shilleriana con que CLD se nutre y se perfila en textos como «El origen del poeta», «Eres mi hijo» y Tu función: esponja de dolor del mundo». La misma tónica de un poeta / profeta / que asume los dones misionales plenos del ciudadano se halla en el texto El secreto de la Fortuna.

«Todos esos poemas que me mencionas son los que distingo como poemas a la familia como primera lealtad. De un padre que ampara al hijo, como Zeus amparando al hijo que tuvo en Sémele, «hijo de luna amada»; de Zeus Eleutheriios, el Liberador, ante su hija Tiké (o la diosa Fortuna)... Mi interpretación de estos mitos es muy órfica, schilleriana, romántica no a la moda de la patología clásica y neoclásica. Son poemas con espíritu de protección, como lo entendían los griegos, no la charlatanería popular posterior, incapaz de comprender su grandeza. Cuando las sociedades se vuelven hiénicas, toda la sabiduría de estos mitos se pierde y vulagriza. Dejan de ser clamor de espíritu y se vuelven un intelectualismo impenetrable para las mentes animalescas para quien Zeus no es un liberador, sino un macharrazo o déspota en el Olimpo... Zeus, en cuando Eleutherio el Liberador da a su hijo un consejo que es parte de este persuasivo recetario que doy como propuesta para deshienizar nuestro mundo. Le dijo:

Defiende la Eunomía cuando vayas a tierra
porque hay demonios duros y siniestros,
hombres bestiales, a donde vas llegando.

Tú sé heroico en cuanto puedas.
No te pido que cortes cabezas,
que seas la guillotina, cámara ardente,
horca, cadalso, silla eléctrica.
No inventes otros aparatos represivos
ni el policía, el soldado, el vengador milico.
No urdas violencia contra el prójimo.
No seas falange ni tortura ni guerrilla.

Solamente, sé eunómico porque existe el Orden.
Y todo tiene una hora en que retoña y secuencia.
Todo va, al fin de cuentas, a mi teleología.

Esto es un gran consejo para humanizar el mundo, sacándolo de los ciegos automatismos. «No seas la bestia. Tú no suplantes / al sujeto ni rompas su vasija». ¿Y cómo se logra eso? El tercer fragmento de El secreto de la fortuna dispone que, si quieres jamás estar solo, busca a tus hermanos. Hermano no es sólo la familia inmediata. Miento a todos los prójimos posibles, la humanidad entera o que se comporte con decencia y gracia. «Quienes estén movidos por un espíritu de bien / son tus hermanos; a tal familia llámala parentela / aunque no hayan nacido del vientre de la luna». Claro está, que ni las hienas lo han de ser ni te darán la nación... Y en el cuarto fragmento concluyo que es prerrequisto, abrir las manos a las bendiciones. Este es el asunto de la certeza efectiva de la fe como anhelo o ambición fecunda. Los hombres buenos, generosos, no hiénicos, son como hermanos de fe. Cuando en el poema escribo sobre Tiké como salvadora aludo a éso. Aconsejo que nos aferremos a «la salvadora, hermosa entre tus hermanas», y quien a las hienas «les negará providencia; no han de comer nuestros frutos.

No sabrán de la abundancia ni de las bendiciones». Las hienas no saben de tener riqueza ni suerte, sinio por el despojo y el robo. Tiké como Fortuna no ampara a esas gentes. Ella es Agathos Daimon, el espíritu del bien. Sólo para las hienas es caprichosa cuando reparte frutos de su Cuerno de Abundancia... Y ella dicfe lo mismo que el padre Zeus, como Liberador. «No te compadezcas ante quien no merece». Este es un proceso que hay que aprender... Si quieres que se compadezcan de tí, comience tú siendo el compasivo. Un padre compasivo enseña con el ejemplo y es quien inicia en el ,mundo el proceso de simpatía, altruísmo y compasión. Padre es quien ayuda y ampara cuando realmente fuíste indefenso y más lo necesitaste... Mucha de la problemática del mundo actual, bajo las presentes alianzas del yugo y el montanismo, es la necesidad de compasión. Sin embargo, las hienas se ríen de los más pobres y se ajotan con los buitres, los perros a las guerras y barbaries... El poema que medio-,mencioné (Como Alianza del subyugo trata sobre la mal llamada Santa Alianza, concertada en París en 1815 entre Rusia, Austria y Prusia, para sofocar las aspiraciones nacionalistas de las pequeñas naciones subyugadas. De modo que ese año marca un momento o hito de la sociedad de hienas y las naciones pequeñas fundan el imperialismo explotador contemporáneo, que es un asunto de falta de misericordia y la disciplina militar prusiana es un ejemplo de cómo las hienas se organizan para el dominio despiaddo. Combaten como hienas en grupo, pero en defensa de la mezquindad y la codicia.

6. López Dzur presenta otro aspecto a trabajar para deshienizar el mundo social al que llama el volver a ser limpios. En el perfil caracterológico que el poeta hace de la hiena indica que su impureza mayor es la hipocresía. Es aparentemente limpia porque no contamina con su carroña el lecho, o lugar en que duerme. Limpia donde se acuesta a descansar. No se orina ni se defeca ahí. Sin embargo, a donde quiera que va que no sea su guarida, defeca, orina, ensucia con sus sobrantes de carroña, esconde o almacena sus porquerías. Esa es la actitud también de las hienas-civilizadas. «Limpian, en apariencia, el cuarto propio y ensucian el ajeno», comenta López Dzur y agrega mucho más:
Deja que te diga lo que pienso de la higiene espiritual que el mundo urje. Más que de ninguna otra cosa es que trata esta sección de mi poemario, que sí es política, pero yo creo en revoluciones profundas... El hombre contemporáneo en general es muy lujurioso y la lujuria mata más que la guerra. La sífiliis, la mala salud en muchos aspectos de la vida, el vicio, las adicciones de todo tipo, son expresiones de la lujuria, que es puerca como la hiena... Te converso sobre la lujuria o la concupiscencia como un exceso moral en que la sociedad humana escupe, se orina y se caga, en sus propios valores y en el laxo o precario imperio de sus protecciones y defensas. Lujuria, te digo, en el aspecto sexual, no es erotismo o sano juego. No es equilibrio o búsqueda tántrica, o entretejidos deliciosos. Es hartazgo, gula, vómito por indigestión... Yo creo en la la líbido y la libertad como cosas fenómenos naturalmente necesarios y útiles; pero ciando son armoniosas, o conductas no distónicas... El caso es que tenemos una sociedad mega-lujuriosa, carroñera, consumista, llena de gula y codicia, a tal grado que no mlimpia su karma. Se burla de él, se ríe como la hiena de los valores de cautela y afirmación del su autenticidad como entidad biológica y sicológica. Entonces, no hay limpieza ni interior ni exterior. Ni ecológica ni material. No hay estética, se prefiere el feísmo, ser 'sloppy', provocador en el peor sentido, ser caricaturesco, como la hiena misma, que parece una mala o despectiva caricatura de un perro, vomitándose y desgarrando a dentelladas sus propias pulsiones y deseos agresivos... Un perrito contento ladra; la hiena se ríe histéricamente antes y después de devorar ferozmente una presa. Se me hace difícil intuir un alma sintiente con ese tipo de bestia. Son como encarnaciones simbólicas del desquicio... Con cierta bondad, los onirólos dicen que soñar con hienas simboliza desengaños, mala suerte y riñas entre enamorados... Yo que he soñado alguna vez con las hienas me conturbé con las imágenes de una sociedad de hienas.
Cuando digo al poeta que me elabore más sobre recuerdo y la estructura surrealista que explica las metáforas, me aludo a la riqueza filtrada de sus lecturas que ofrecen otros contextos aún más interesantes de los aludidos sueños. Durante ese periodo de incubación de Tránsito entre hienas surgió un poema sobre Ana Bolena, Enrique VIII, el Gordo y la princesa española, Catalina de Aragón; pero soñaba con hienas y reptiles. «Era una mezcla de monstruos del Cretáceo, con detalles palaciegos en las Cortes Inglesas. El poema 'Retrato de un reptil humano', se contextualiza con tales escenarios. El rey gordiflón, que me representa la gula y la lujuria, pidiendo de Ana Bolena un hijo y un divorcio... Cuando miro el resultado textual del poema, no cupo dudas de que más describir la complexión física y moral de ese rey asesino e hipócrita, había descrito a una hiena inintencionadamente:

... dueño de robustas patas para mover
el trasero que le pesa e irse en retroceso,
caer sentado y cortas patas delanteras
(para moverse al porvenir sin dicha)
dada tan grande corpulencia
y concha moral y mandíbulas.
Renquea, asaz trepidatorio.

[Retrato de un reptil, en Indice»]

Mas, con sucesivas lecturas, CLD infirió mucho más: la lucha de poderes religiosos entre la Iglesia de Inglaterra y Roma bajo el papado de Clemente VII, quien considera a Enrique mala persona y mal cristiano. La adjetivación surreal forja una caricatura animalesca de Ana Bolena

y una vieja caliente, tocha,
toda tetas, con las patas peludas
de una loba y la boca mamadora,
¡Ana Bolena, toda bolas!

Tanto Roma, como Inglaterra, le parecieron imperios inmundos. La historia de estas dos mujeres es trágica. «Toda civilización de hienas es trágica», acotó de inmediato. Ana Bolena, quien fuera reina de Inglaterra entre 1533 a 1536, como segunda esposa de Enriique, fue ejecutada por éste durante una crisis que dio comienzo a la Reforma o la ruptura del poder católico en Inglaterra. Sucedió que el lujurioso rey, aunque enamorado de Ana, quien se resistía a ser seducida, terminada casada con él, pero sin darle un hijo varón que anhelara. La desgracia fue que para Enrique casarse tuvo que declararse nulo un matrimonio previo con Catalina, reina consorte y, en el sistema imperante, ésto se daba como ilegítimo e improcedente para la Iglesia de Roma. El rey fue excomulgado por el Papa y él tomó la iglesia bajo su dirección. «Estas son las guerras entre leones y hienas», comenta CLD. Ana Bolena tuvo tres embarazos fallido y el rey corteja a su vez a Jane Seymour. «Donde una hiena pega las manos deja sucio por doquiera, no sólo sucio, sangre. Enrique terminó agenciándose que Ana Boleta fue enjuicida por traición, enviada a la Torre de Londres y decapitada cuatro días después. Los historiadores mordernos se inclinan a pensar que las acusaciones de adulterio e incesto por las que Ana Bolena fue ejecutada fueron inconvincentes y viciosos; pero esa es la historia perversa de las sociedades de hiena».

7. Para deshienizar individual y socialmente, en el poema Del desasosiego de mi hermano Fernando, el autor plantea concentrar las energías psíquicas en la afirmación egodistánica de la persona. Tiene mucha simpatía por Fernando Pessoa, mas la mejor estrategia emocional para ttratar con el desasiego no es buscar exprofesamente la propia despersonalización. A él dice que quiera su mismidad, aún con sus inevitables conflictos.

Yo quiero algo de mí, mi fondo, Fernando,
mi mismidad, aunque no me guste,
mi dolor, si es preciso.
No quiero otros nombres,
nombres diferentes a mi misma persona.
El nominalismo no me aporta nada
ni otros personajes cosa alguna
si no arranco de cuajo con mis propias uñas
lo que tienen mío y les doy en desafío
mi propia cara.

López Dzur compra la heteronomía de Pessoa con un síndrome desubicador o huída de sí mismo, que puede que no sea sólo un juego estético o poético. Le preguntaría:

... ¿para qué me engaño yo
pretendiendo ser alguno que no soy
o alguno de ellos?

Fernando, la heteronimia no funciona conmigo
por más que quiera vestirne con el karma.
Me molesta el alma que no rasca el presente.
No puedo yacerne en la «Stóa poikilé» de Crisipo
ni alojarme en Pórticos pintados del ágora de Atenas.
Quiero este fango raigal de mis huesos primarios,
no heteronimos, quiero un ángel que me tuerza
el muslo y yo aferrado a él, evitaría
que me detenga el paso, o me prohíba el equívoco
de mí, si es que yo soy el equívoco...

* * *

Despersonalizarme no,
un cosmos ficticio que sea mi eje
no quiero y todas mis sensaciones que sean
mi inquitud si estoy perdido y no valgo
ciudades inventadas, no quiero.
Que sufra yo con mi geografía
lo prefiero, desarraigo no ni nihilismo...
aunque me sobreabunde la histeria
y las neuras y el carajo, misántropo no,
aunque no ame lo suficiente y me coman
los odios, porque alguno tengo.

El colmo del desosiego lo detecta eniógenes Laercio, el cinismo. Escapar a través de los artificios de la despersonalización es casi el mismo simulacro de identidad que se da el vicioso en las drogas. Obviamente, el afán de Pessoa es mucho más refinado y rico y revela una necesidad que forzar la «aparición del otredad que nos convoca», cierto anhelo de novedad y excitación ante la monotonía de la vida, a falta de convicción profunda de que la vida vale. Lo que López Dzur hace, describiéndosele espiritualmente, tiene un propósito generoso, darle ánimos.

Fingir no conocerme, ser otro, no puedo
disgregado no me quiero,
ni por un gran Yo filosófico-uniabarcador,
totalizador, impersonal y supremo
aunque tal vez, como tú, vivo dialógicamente
hablanndo con los otros, con Nietzsche, ¿sabes?
con Schopenhauer o Kierkegaard,
con todos los adoloridos, los solos,
hasta contigo, Fernando.
pero no son heterónimos de mí
ni enigmáticas máscaras.

De paso, CLD aprovecha para comunicarle su propia visión de la poesía, no como una búsqueda jactanciosa de soledad, sino como una sutil y privada solidaridad. «No hay ninguna soledad en la poesía. / Soledad que no tengas a quien escribir un pensamiento», le dice. Un filósofo y poeta de formación heideggerianas, CLD observa dos cosas en las sociedades posmodernas bajo el síndrome de la hienización. Una es que del intenso desasosiego o procesos de ansiedad que la historia marca la historia, se ha pasado a la «cómoda indiferencia, tolerante para con todo aquello» que parece emocional e intelectualmente indigerible o incapez de asimilarse. Las especulaciones abstractas y el cientifismo racionalista al empeñarse a reducir al hombre a una entidad o sujeto limitado ofrecen ofrecer una visión deshumanizada, reduccionista, mecanicista y determinista. que no funciona, creando angustia, máxime cuando factores sociales y culturales, tras la Segunda Guerra Mundial, intensificaron la amenaza atómica, la guerra fría y la insatisfacción social. Lo que si bien se revierte por lo antes dicho, hoy la indiferencia, hace todavía más necesaria la centralización en la persona, su experiencia interior, o la autopresencia de cada potencial inherente de decisión, creatividad, autorrealización, sin que se pierda la relación con las restantes personas y grupos sociales. Sin personalización se va por un callejón sin salida de soledad e insolidaridad y la visión meramente biologista y mecanicista del ser humano patrocina las hienas, vicio y desvío.

8. Con Isidore Ducasse y Les Chants de Maldoror, (1869) de su autoría, se da el ejemplo severo del desvío. Sobre él, López Dzur escribe Los dos Montes de Isidore, la encrucijada del ser humano que no observa la Aurora. Ducasse es un opiómano, prematuramente exterminado por las drogas y una despersonalización más severa que la de Pessoa. La Metafísica de lo Absoluto y los dioses indigerible le provocan odio y, entonces, desplaza en ellos la bestialidad más impúdica y la crueldad, tal es el desasosiego; pero él no es de la misma catadura de Blaise Pascal, con sus reparos al Dios conceptual de los filósofos, réprobo del «Dios de la filosofía y deidad de la ciencia» («A Blaise Pascal»). Isidore Ducasse es más joven y menos sabio para entender lo que está planteado en la sospecha del dios que ha dejado de ser un Padre enaltecido y fuente de espíritu para ser meramente:

... un Dios garante, cartesiano.
Dios, motor inmóvil de Aristóteles.
dios hegeliano, dialéctico
del idealismo objetivo.
Tú no salías del fuego
como el dios de Abraham, Isaac y Jacob.

y uno que, en el Monte Moriah, probó la lealtad de Abram pidiendo la vida de su hijo, Isaac como hijo de ka risa y el contento. López Dzur hace la pictografía angustiosa del Dios objetado, según lo aprehende de Pascal :

Tú no eres padre de nadie: eras Uno
que castraba a los Otros o los metía
en su garganta de infierno como Saturno,
que devoraba a sus hijos.

Tú eras el dios del silencio eterno.
El dios que aterra y que, por tanto,
desde el siglo XVIII lo matamos llamándole
ilusión de cogebobos, neurosis obsesiva,
artificio metafísico.

Con el puñal cientificista
te matamos, nietzcheanamente dicho,
porque tú no eres bueno.

Dejaste de dar consejo sabio para acceder a lo real
Formaste mil prohibiciones y vaciaste
las convicciones sinceras de mi pueblo.

[«A Blaise Pascal», en: Indice]

En la era de Mal d'aurore, que es la edad de la hienas eclesiásticas y monacales, Ducasse, Conde de Lautréamont, quiere verse como un luzbel:

«Y yo, con alas de ángel, inmóvil en los aires
para contemplarlo» todo, con la misma insanía profética
del Manfred de Byron, el Konrad de Mickiewicz
o el Fausto de Goethe, héroes del maldoror,
testigos de un dios divino en el burdel
del sobrehumano asesino que seduce
a Dazet y al efebo Mervyn, en la cúpula del Panteón
tras la columna de Vendôme... ¡qué inútil protección
que se muera así como tú, adicto,
compulsivo consumidor de angustias sentimentales
y desdicha y mala voluntad sin grata
aprehensión de lo sublime!, .porque se está
en la noche con excesos en la sombra
y en lo numinoso, con guerra de opuestos imposibles
como la tiniebla y la luz... y los creadores de ultratumba
son nefastos, pero se llaman divinos.

Son lechuzas de asalto con tu alma en pederastia
y ojos opalinos sobre un pozo de escondidas tarántulas,
¡ay, condecillo del opio! profeta del Otro Monte
---l'autre mont ---, donde el Cristo y su Dios
no van, mira qué lejos se está del infinito
desde el barrio parisino de Montmartre,
mira los diez ejemplares diez balas en el costado
de Dios que duelen como flores malignas
de Baudelaire...

[Los dos Montes de Isidore, en: Indice]

... pero él no puede. Muere de de 24 años de edad, « a prisa y corriendo» y, como dice CLD:

(...) defraudado de cuanto se llama
la inquietud de sí como eje formativo y corrector
del carácter, actitud general, relación consigo mismo,
la inquietud de sí como privilegio estatutario,
la cuestión del ser del yo del que hay que ocuparse
a fin de determinar el yo como alma –
o el alma como sujeto de acción –
o la necesidad de un maestro de la inquietud.
o la inquietud de sí como autoconocimiento...

[Los dos Montes de Isidore]

Murió sin experimentar el El salto cualitativo que López Dzur describe en tal poema, que es el mismo salto de fe de Kierkeegaard y de Pascal, salto que requiere valor espiritual pues es un salto sobre el abismo que pueblan las hienas.

Yo dí el salto al abismo
cuando ví la luz que me invitaba
a dejar la caverna del mutatis mutandi.
Del salcocho de cerdos no quise mi alimento.
En rehalas de rebaños ovejunos,
dicté: soy soberano y con sinarcas
que desprecian a mis hijos
y les dan sus sobrantes,
no quiero mi banquete.
Innecesario exordio son
sus prolegómenos,
predicantes de miseria.

Dí el salto de fe
y mi alma era una risa,
la gloria de mi fruto
más amado, el vetarro vencido
en el deslinde, la gruta del deleite
por rutas de movimiento eterno.

[El salto cualitativo, en Indice]

Tampoco Nietzsche (cf. Diálogo con Nietzsche sobre el Anti-Cristo,, el Marqués de Sade ni Isidore Ducasse, pudieron darlo para regocijarse con los beneficios de estar libre de la angustia y, de veras, disfrutar la dopamina y la seratonina, que son las bendiciones implícitas en el poema Consejos para mi hija. Este poema es como un canto a la alegría de corte schilleriano, en el que CLD rehumaniza el placer que el Marqués de Sade satanizará como como perversas pulsiones, sin higiene mental. Nuestro poeta desmitologiza a Satán, lo mismo que al fuego devoradoir del cristianismo vengativo. Lo transforma en un placer gratificador que no hace daño a ninguno de los que lo comparten

Que el fuego sea placer y bien sentido.
No tengan miedo. Satán no es ser; no existe
y el Hacha que yo entrego
es el último recurso estetizado.

Que no escuchen la gallunga
y su gente que asesina,
que a los martinistas digan NO
y otro NO a la caterva ultramontana.

No ilumines demasiado,
estrellita de arroz, cuando tengas
a espiones de Tu danza, sigue
y baila conmigo a tu lado.

Los fuguillas bestialistas,
al servicio de cautividad rutinaria,
no son dioses; son sarna, son ácaros.

Lunita crujiente de maíz tostado,
tén ovarios limpios, no cedas
a populismos sentimentaloides.

No dejes que te silben
como a perra, quienes sólo
a la obediencia llaman
y pretextan su refugio
en sus dioses.

Tén la piel como la leche,
niña amada, y como madeja de seda
ata tu visión al alboroz.
El queso es así aún más sabroso
que la baba de los cerdos en tu plato.

Sera del panal que sean tus labios
y el beso siempre, un conjuro,
contraseñales del hacha
para el Gran peligro.

¡Ay, Toña, tonina, jamoncito
de mujer, cómo cautivas,
tú neurotransas del pajar
mutua alegría, tú eres mitosis,
me das células-hijas!

9. Y, en fin, desglosar su visión anti-hienírtica es extenso.

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