Basta leer la denuncia de Carrió para encontrar calificativos pocas veces vistos al dirigirse a un adversario político. Es más, en esos días corrieron ríos de tinta respecto de esta denuncia que llevó a cabo junto a los entonces diputados Mario Cafiero y Alfredo Bravo.
Sin embargo, hace tres años, sin pedir perdón en público, sin explicar absolutamente nada, con la causa judicial abierta, Elisa Carrió propone al electorado de la Ciudad de Buenos Aires a Patricia Bullrich como su mejor opción para diputada nacional, la misma persona a la que había acusado de integrar una asociación ilícita y de cometer infame traición a la Patria.
Por defender esta decisión no tuvo reparos en que se fuera la mitad de los diputados del bloque de su agrupación. Denostó a Macaluse, Raimundi, Delia Bisutti y compañía como si fueran sus enemigos. La flamante incorporación se transformó en la principal operadora de las decisiones de la “jefa”, según los diarios de esta época.
En esta semana, Elisa Carrió reapareció en escena después de mucho spa y poca misa en los últimos tiempos (nos hubiera gustado verla aunque fuera en la misa de monseñor Bergoglio el día del fallecimiento de Néstor Kirchner, de acuerdo con sus creencias, pero prefirió ir a internarse en Tanti, Córdoba, “para cuidar su silueta”). Reapareció haciendo otra denuncia que busca nada más que satisfacer su ego y ver cómo posicionarse de vuelta en la carrera electoral.
Acusó primero a sus socios del radicalismo de llevar a cabo un nuevo Pacto de Olivos con el Gobierno y luego denunció coimas a legisladores cuando vio que el oficialismo tenía número para aprobar el Presupuesto. Cualquiera sabe que Elisa Carrió es hija del acuerdo de Carlos Menem y Raúl Alfonsín, emergió en la política elegida por este último en el Chaco, para representar a la UCR de esa provincia en la Convención Constituyente de 1994.
Esta mujer no mide riesgo para saciar su odio si tiene que mandar cartas a embajadas extranjeras para inventar “olas de violencia”, que es respondida con multitudes festejando en paz el Bicentenario, denunciar sobornos que fueron archivados en 24 horas, denostar el Pacto de Olivos que antes defendió, denunciar a su hoy compañera Patricia Bullrich del peor delito. Siempre se juega con cosas que no tienen repuesto. De ser infundadas las denuncias que se llevan adelante, deberían llevar acarreadas la misma acusación que se imputa: Infame traición a la Patria.
Miradas al Sur
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