Por Addhemar Sierralta
Desde hace algunos meses, por mi trabajo, he tenido que vincularme y conocer a artistas como cantantes y bailarinas. Gente famosa, mujeres bellas y muchas que son verdaderas estrellas a las que siguen sus fanáticos. Personajes de la radio, el cine y la televisión, empresarios, manejadores y promotores de todo tipo. Igualmente al personal de apoyo en los medios y espectáculos glamorosos.
La poca vinculación con el arte la había tenido a través de mi época de actor y empresario teatral. También con colegas escritores y algunos pocos pintores y músicos.
Creo que hay notables diferencias entre los o las cantantes y la gente de teatro y los escritores y músicos. Los primeros, salvo algunas excepciones, se parecen más a los futbolistas y boxeadores. Los segundos tienen una característica que se asemeja a la forma de ser de los profesores y de la gente común. La diferencia más notable se da en lo que se denomina el ego. Casi la mayor parte de estas estrellas del canto y el baile proceden –como futbolistas y boxeadores- de estratos socio-económicos bajos. Mientras que los otros son casi en su mayoría procedentes de una clase media o alta venida a menos.
Debido a ello los artistas famosos, desde muy temprano, se transforman y en su ignorancia –tienen poca escolaridad y menos educación salvo honrosas excepciones- en unos patanes, escandalosos en su vida privada, poco cuidadosos de su salud, se les sube a la cabeza la fama y así como ganan dinero lo pierden. Así como son casi idolatrados terminan por ser detestados por comportamientos inadecuados.
La prensa o pseudo prensa diría yo, que sigue a estos fenómenos, artistas y deportistas. los insuflan en sus egos y los terminan por destrozar con los chismes y seguimiento, no de su calidad o estilo, sino de sus desaciertos privados y públicos.
Hay una crueldad y una falta de ética al manejar la información sobre los mismos. Los continuos viajes, las ganancias de dinero repentinas, así como la fama pronta, debilitan a quienes no están lo suficientemente preparados para ello. Si sumamos a los manejadores o managers, que ven solo dinero con estos seres humanos, encontramos vidas solitarias, hogares destrozados y carencia de valores que desdibujan la imagen que el gran público tiene de sus preferidos.
La gran farsa es que muchos se llegan a creer que son superiores al resto de la gente. De allí devienen comportamientos absurdos y caídas estrepitosas. Mucho bien les haría tener humildad y situarse en la escala de seres humanos en la que están. Pero también los hay quienes han desarrollado su carrera con inteligencia y serenidad. No son la mayoría pero quienes así lo hicieron disfrutan de una vida agradable, equilibrada.
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Sequoyah 47 / Indice Sequoyah /
Hay una crueldad y una falta de ética al manejar la información sobre los mismos. Los continuos viajes, las ganancias de dinero repentinas, así como la fama pronta, debilitan a quienes no están lo suficientemente preparados para ello. Si sumamos a los manejadores o managers, que ven solo dinero con estos seres humanos, encontramos vidas solitarias, hogares destrozados y carencia de valores que desdibujan la imagen que el gran público tiene de sus preferidos.
La gran farsa es que muchos se llegan a creer que son superiores al resto de la gente. De allí devienen comportamientos absurdos y caídas estrepitosas. Mucho bien les haría tener humildad y situarse en la escala de seres humanos en la que están. Pero también los hay quienes han desarrollado su carrera con inteligencia y serenidad. No son la mayoría pero quienes así lo hicieron disfrutan de una vida agradable, equilibrada.
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