Saturday, March 21, 2009

Jesús: el hombre más grande de todos los tiempos


Por Arturo Cardona Mattei / Escritor puertorriqueño

Es bueno que recordemos este personaje en estos días, pues la cristiandad ha desfigurado su vida y su obra. Su valor e importancia han sido mal interpretados por mitos y dogmas. También las tradiciones lo han pintado de forma inexacta. Año tras año vemos cómo la cristiandad celebra su nacimiento y su muerte. La fecha de su nacimiento está impregnada de paganismo y su muerte es representada a través de imágenes inertes que no tienen ningún valor espiritual. La cristiandad no es maestra modelo para enseñarnos la verdad sobre la vida terrenal de Jesús. Su legado a la humanidad se levanta por sobre todo mito, dogma y mentira. Su ejemplo rompe con la oscuridad espiritual que vive el mundo.

Este personaje es negado por muchos y aplaudido por pocos. Jesús fue un hombre fuera de lo común. Su vida y ejemplo son trascendentales para toda la humanidad. En él hay más historicidad que en muchos de los grandes hombres reconocidos por la humanidad. Veamos qué se ha dicho sobre Jesús, el hombre.

«Se necesitarían argumentos muy rebuscados para negar que Jesús haya sido la figura más influyente no solo de los últimos dos milenios, sino de toda la historia humana» (Reynolds Price, escritor y biblista) «Absolutamente todo lo que hizo y dijo es valioso para nosotros hoy, y no hay otro hombre, vivo o muerto, del que se pueda decir lo mismo». (Sholem Asch, ensayista polaco. «La vida de Jesús es la vida más influyente jamás vivida sobre este planeta, y la influencia de aquella vida continúa en aumento» (Kenneth Scott Latourette, historiador). «¿Diremos que la historia del Evangelio ha sido inventada a capricho? Amigo mío, no es así como se inventa, y los hechos de Sócrates, de los que nadie duda, están menos atestiguados que los de Jesús» (Jean-Jacques Rousseau, filósofo).

Porque estamos contaminados con la imperfección, es imposible que hombre alguno alcance los niveles de vida y ejemplo que vivió Jesús. Lo más que podemos hacer es esforzarnos por aprender de esa vida y de ese ejemplo. ¿Cómo medir la grandeza de este hombre? ¿Por su habilidad como estratega? ¿Por su fortaleza física? ¿Por su capacidad intelectual? ¿Por sus influyentes enseñanzas? Jesús fue un modelo perfecto para su época y para las demás generaciones por venir. Ese ejemplo ha perdurado por dos milenios. Veamos algunos ejemplos enseñados por Jesús.

Entre sus cualidades más sobresalientes están: fue razonable y equilibrado. Fue abordable, manifestó compasión, fue comprensivo, imparcial y respetuoso. Se comportó como un hijo y hermano responsable. Supo ser un buen amigo. Demostró ser un hombre valiente, en vida y ante la muerte.

Fue razonable y equilibrado, pues la Biblia lo presenta como un ser que no rehuía el trato con las personas. Fue abordable, pues no se molestaba por la presencia de la gente que querían acercársele para contarles sus problemas. Su compasión rompió los límites humanos cuando hizo uso de su gran poder resucitando a varias personas. Fue sumamente comprensivo, pues nunca se sintió superior a nadie. Nunca fue duro con los humildes. Pero a los líderes políticos/religiosos sí descargó sobre ellos el látigo de su verbo. Estos hombres eran insensibles, arrogantes y violadores de la propia ley de Dios.

Fue imparcial y respetuoso, pues nunca mostró privilegios para ninguno de sus discípulos. Prejuicios de raza, sexo, idioma o nacionalidad nunca se albergaron en él. En la hora de su muerte mostró su gran responsabilidad por su madre, pues le pidió a su discípulo Juan que la cuidara. Sus discípulos eran sus mejores amigos. Nunca los humilló porque cometieran errores. Siempre los traía al redil y los animaba a expresarse con libertad. Sobretodo, demostró un valor incalculable. Jesús no era el personaje débil y sin voluntad que pintan muchos artistas; al contrario, era enérgico y fuerte. Por eso echó del templo a los mercaderes, pues violentaban la casa de su Padre. No sorprende que el propio Poncio Pilato, viendo la entereza de Jesús pese a los maltratos, dijera admirado: ¡Miren! ¡El hombre!

La cristiandad pinta a Jesús como un niño recien nacido en diciembre y luego lo crucifica en los días de la Pascua. Ese rito anual distorsiona la realidad de quién es Jesús. Jesús es un rey poderoso que está a la diestra de su Padre esperando el momento preciso para llevar a cabo un reinado que no tendrá fin. Para eso vino al mundo. En ese enorme sacrificio está la base legal para la liberación del pecado y la muerte de toda la humanidad. Eso es lo que hay que enseñar con limpieza espiritual. Jesús es un espíritu que no puede ser representado con imágenes hechas por el hombre. Quien se arrodille ante imágenes inertes y sin poder no puede enseñar la vida y obra de Jesús. Simplemente, son ciegos guiando a otros ciegos.

Para cerrar con broche de oro. La cristiandad ha sido perversa a lo largo de toda su existencia. Mire usted, los crímenes que se han cometido en el nombre de Cristo: las Cruzadas, la Inquisición y las guerras en que millones de supuestos cristianos se han matado unos a otros como combatientes en lados opuestos. Acertadamente, Mohandas Gandhi se sintió impulsado a decir: Amo a Cristo, pero desprecio a los cristianos porque no viven como vivió Cristo.
Indiscutiblemente, Jesús es el hombre más grande de todos los tiempos.

Caguas, Puerto Rico

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