Ya convertidos en marido y mujer, o mujer y marido, los ya duques de Cambridge, ¿Y Oxford?, se asomaron al balcón para que la plebe que estaba ansiosa por tener una especie de Sissi Emperatriz, o Lady Di II, quedara en éxtasis.
Y he aquí que se besaron, pero lo que mejor se ve del beso es que William cada día está más calvo.
Aquí ya la histeria colectiva se desparramó, estaban viendo el final de una película, gratis y en 4D.
Aprovecharon para inmortalizar el momento, así les pueden contar a las demas marujas en la pelu que estuvieron allí.
Lástima no poder agarrar un trozo de velo, como cuando cayó el muro de Berlin y se llevaron los escombros de recuerdo.
Sobre el vestido de la novia , bello, me parece un mal remake del que llevó Grace Kelly el día que se casó en Mónaco.
Ahora bien, ni la cara, ni el cuerpo, ni el porte de Kate, se pueden comparar con aquella Grace que inundó de gracia, color, belleza, elegancia y glamour a Europa y el mundo.
Kate es Kate y punto pelota.
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