Me encuentro en una revista un largo artículo sobre personas comentando sobre los regalos más espantosos que han recibido, no solo en Navidad, sino a lo largo de sus vidas... Traté de recordar cuál sería el que yo habría dicho, porque supongo que alguna vez me regalarían algo que me pareció espantosiento, y digo supongo porque no he sido capaz de recordar tan siquiera uno. En cambio, recordé regalos hermosísimos en distintos momentos de mi vida, que hacía tiempo no rememoraba: desde la primera sonrisa de mis hijas hasta los piececitos de Isabella encima de los míos, cuando nos metemos en la cama y yo siento que se me van a caer uno a uno los dedos de los pies, porque no consigo calentarlos, o el "te quierito" de Laura, con su carita de muñequita, tan querida, sonriéndome... Debe ser que, por disciplina y por carácter, yo siempre elijo quedarme con las cosas que me hacen feliz, por más nimias que sean... para las demás no tengo espacio en el "disco duro" de mi alma =o)
Me viene a la mente aquello que le decía el maestro a su discípulo: "Cuando alguien quiere regalarte algo que no deseas/mereces, y no lo aceptas ¿de quién es el regalo?"
Thursday, December 14, 2006
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