Thursday, August 19, 2004

Se irá cuando se vaya...

Parece que la providencia quiere que no nos libremos de Chávez sin haber asimilado la lección que la historia se empeña en darnos y que nosotros, tercamente nos negamos aprender. Para derrotar a éste gobierno, necesitamos derrotarnos a nosotros mismos, a las pulsiones que hemos arrastrado durante siglos.

Kavafis, en su poema "Itaca", dice que no hay que temer a Lestrigones ni a Cíclopes y mucho menos al fiero Poseidón, porque nunca hallarás a tales seres en tu camino, a menos que en tu alma los lleves dentro, a menos que tu alma los ponga delante de tí. Nuestra alma colectiva nos ha puesto delante un espejo para que veamos, si tenemos la suficiente fuerza espiritual para hacerlo, todos nuestros horrores: autoritarismo, demagogia, desapego a las leyes y muchas otras calamidades.

Por nuestro empeño de sacar un clavo con otro clavo, nos hemos crucificado en nuestras miserias. Se requiere de una fuerza espiritual extraordinaria, casi mística, para salir de éste laberinto, de ésta absurda expresión de lo que somos. Chavez no es "el otro", sino un nosotros llevado a radicales extremos.

¿Cuando se va? Es la pregunta incesante de la gente. Se irá cuando se vaya de nuestra alma, cuando tomemos la decisión de que desaparezca, que sólo puede producirse desde la certidumbre de una intimidad convertida en sentimiento colectivo. Se irá desde la sensatez, desde la razón, o se quedará para siempre con rostros y nombres distintos. No es, como ven, poca cosa lo que está en juego: se trata de construir entre todos el cuento de lo que queremos ser y, sobre todo de creérnoslo. Hay un vivo y un inteligente cabalgando en las montoneras de los siglos y el primero siempre ha ganado las batallas; ya es hora de que le toque al otro. Sería muy sencillo el desenlace si pudiéramos identificarlos en bandos, por la huella dactilar que van dejando a lo largo de nuestros fracasos.

Pero no la cosa es más grave, coexisten en cada uno de nosotros, como una suerte de Dr. Jeckil y Mr. Hide. Por eso la lucha es afuera y es adentro, para domar nuestros monstruos, para hacerlos desaparecer del mundo exterminándolos en nuestro propio espíritu.

No queda mucho tiempo, y los abismos contrariamente a lo que a primera vista se cree, pueden ser infinitos...

Laureano Márquez P.

Epílogo de su libro "Se sufre, pero se goza"

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