Saturday, September 11, 2010

El legado de Juan Mari


Por José A. Delgado / Desde Washington

Por más de seis décadas, Juan Mari Brás tuvo un papel clave en la transformación de la lucha por la independencia de Puerto Rico en las calles puertorriqueñas y a nivel internacional.

Considerado como uno de los dirigentes históricos del independentismo, a Mari Bras, entre muchas otras cosas se le recuerda por haber liderado un movimiento que a partir de la década de 1960 se acercó más a los barrios, las comunidades y los sindicatos.

Fue el gran líder de lo que se ha descrito como la nueva lucha por la independencia.

«Tuvo una visión revolucionaria en defensa de las comunidades. Hasta entonces no se conocía lo que era un piquete ni pasquinar en las calles. Son precedentes que sentó la nueva lucha dirigida por Juan Mari Brás y que aún persisten», indicó Héctor Pesquera, su ahijado y copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH).

El activismo pro independencia de Mari Brás se remonta a sus años de escuela secundaria. Antes de entrar a la universidad ya tenía un programa de radio en su natal Mayaguez.

Se dio a conocer como dirigente de la Juventud Independentista Universitaria, durante la Huelga de 1948 en la Universidad de Puerto Rico (UPR), de la que fue expulsado.

«Ese fue el inicio de una carrera que nunca descontinuó”, señaló Noel Colón Martínez, quien conoció a Mari Brás en 1944 (entraron juntos a la UPR) y trabajó mano a mano con él en la creación del Congreso Nacional Hostosiano y del MINH.
Su legado como dirigente independentista es numeroso. Fue cofundador del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), del que se separó en medio de problemas internos, pero además convencido de que había que intensificar el mensaje revolucionario y socialista.

Y como nuevo líder de la izquierda revolucionaria, en momentos en que los dirigentes nacionalistas estaban encarcelados, creó después el Movimiento Pro Independencia (1959) y más adelante el Partido Socialista Puertorriqueña (1973).

Mari Brás y el presidente del PIP, Rubén Berríos Martínez, fueron los primeros peticionarios en declarar ante el Comité de Descolonización, en 1973, en reclamo de que el pleno de las Naciones Unidas se enfrente al inconcluso proceso de libre determinación de Puerto Rico.

De su mano, el independentismo puertorriqueño se vinculó a la revolución cubana y consiguió un espacio permanente de observador, como grupo de liberación nacional, en el Movimiento de Países no Alineados. En sus visitas a La Habana, tuvo frecuentes y largas sesiones con Fidel Castro. Su relación con el proceso revolucionario comenzó, de hecho, antes de que Castro llegara al poder.

Tanto el MPI como el PSP mantuvieron relaciones de partido a partido, que permitieron el establecimiento de la oficina de Puerto Rico que todavía existe en la zona de Miramar, donde están ubicadas las embajadas en La Habana.
«Sus gestiones fueron decisivas para que el gobierno de Cuba lograra incluir a Puerto Rico en la agenda del Comité de Descolonización de la ONU», contó Carlos Gallisá, quien le sucedió en la dirección del PSP.

En las comunidades, su organización política fue clave para uno de los triunfos más importantes del movimiento de la Isla: la cancelación en la década de 1960 de los planes para realizar una explotación minera de cobre en el subsuelo de la zona central del país, en el subsuelo de tierras en que se cultiva café, plátano y otros productos agrícolas.

También estuvo activo en las luchas contra las maniobras militares en Vieques y Culebra. Y, como periodista, en otra de sus múltiples facetas, fundó junto a César Andréu Iglesias el periódico Claridad.

Se le ha reconocido también su influencia en la diáspora puertorriqueña. En Estados Unidos, dentro de las comunidades puertorriqueñas, todavía queda parte de la cosecha del trabajo de base realizado por el MPI y el PSP.

Pese a que fue candidato a Gobernador, por el PSP, Mari Brás después se centró en la creación de grupos no partidistas, proyectos educativos - como la Escuela de Derecho Eugenio María de Hostos y Causa Común Independentista – y defender la posición de consenso del Colegio de Abogados a favor de una Asamblea Constitucional de Status.

Pesquera sostuvo que Mari Brás «postuló y defendió que los partidos hacen que el país se divida en tribus y que hay unos intereses nacionales que van por encima de los intereses de los partidos».

Como político y educador, Mari Brás también se echó sobre sus hombros la decisión de rescatar las figuras de Pedro Albizu Campos y Eugenio María de Hostos. «Fue, sin duda, el hostosiano mayor de nuestros tiempos», dijo Carlos Rivera Lugo, profesor y presidente de la Junta de Síndicos de la Escuela de Derecho Eugenio María de Hostos.

Pese a su distanciamiento del PIP, en las últimas décadas era común que exhortara al independentismo a votar por ese partido.

Sus experimentos políticos y sociales - como él mismo los llamaba -, incluyeron la renuncia a la ciudadanía estadounidense, en la que tomó por sorpresa al propio Gobierno de Estados Unidos.

Después de haber renunciado a la ciudadanía estadounidense en el consulado de Venezuela y recibido un certificado de pérdida de nacionalidad, por Estados Unidos no poder devolverlo a su tierra sin sacarlo de su natal Mayaguez el Departamento de Estado federal dio reversa y, desde su punto de vista, dejó sin efecto la renuncia. Pero, Mari Brás – el primero en recibir el certificado oficial de ciudadanía puertorriqueña que ahora emite el Departamento de Estado de Puerto Rico – se consideró liberado y su caso, además, ayudó a sentar jurisprudencia, pues el Tribunal Supremo puertorriqueño determinó que un natural de la Isla no necesita la ciudadanía estadounidense para ser un elector en su país.

«Ayudó a concienciar mucha gente joven que hoy combate por la independencia de Puerto Rico», afirmó el ex prisionero nacionalista Rafael Cancel Miranda, para quien Mari Brás fue un hermano y quien cumplió 25 años de cárcel por el ataque a tiros de 1954 en el hemiciclo de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.

Cancel Miranda sostuvo que la amistad de ambos tenía raíces familiares. «Nuestros padres eran también como hermanos. Cuando tiré los tiros en el Congreso, él vivía en Washington (estudiando en la American University) y mi papá se quedaba en su casa», recordó.

La nobleza y la caballerosidad de Mari Brás, siempre firme en contra del colonialismo, ha sido reconocida por la clase política puertorriqueña. «Siempre fue un caballero. Puerto Rico ha perdido un patriota, que deja un gran vacío», dijo el congresista José Serrano, también natural de Mayagüez.

Su estirpe se puso a prueba – más que nunca – como consecuencia del asesinato de su hijo mayor, Santiago Mari Pesquera, en 1976.

Las investigaciones recientes han revelado que el FBI conocía de los planes de exiliados cubanos para atentar contra su vida y la de sus familiares, y que a pesar de ser entonces candidato a Gobernador nadie le advirtió sobre ello.

«Cuando mataron a Chagui él dijo ante su tumba, ‘la venganza no cabe en los corazones de los verdaderos revolucionarios’», recordó su hija Mari Mari Narváez.
Ahora, Mari Brás entra oficialmente en el exclusivo grupo de los que trascienden su tiempo.

Para el historiador Angel Collado Schwarz, coordinador del Movimiento Unión Soberanista, «en términos del pensamiento libertador, puertorriqueñista e independentista, los tres grandes hombres en nuestra historia del siglo 19 y 20 son Ramón Emeterio Betances, Pedro Albizu Campos y Juan Mari Brás».
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