Friday, September 3, 2010

Ciencia y religión no son incompatibles


TANTO la ciencia como la religión, en sus formas más nobles, buscan la verdad. La ciencia descubre un mundo en magnífico orden, un universo con claros indicios de haber sido diseñado por un ser inteligente. La religión verdadera da sentido a esos descubrimientos al enseñar que, tras el diseño que se advierte en el mundo físico, está la mente del Creador.

«La religión me ayuda muchísimo a comprender y valorar la ciencia», dice el biólogo molecular Francis Collins. Y añade: “Cuando descubro algo sobre el genoma humano y entonces recapacito sobre el misterio de la vida, me invade un sentimiento de asombro, admiración y respeto reverencial. Me digo: ‘¡Qué maravilla! ¡Solo Dios lo sabía de antemano!’. Es una sensación sumamente hermosa y conmovedora que me motiva a apreciar a Dios y que hace que la ciencia me resulte aún más gratificante». ¿Qué puede ayudarnos a conciliar la ciencia con la religión?

La ciencia ha descubierto un mundo lleno de inconfundibles indicios de un Diseñador inteligente.

Una búsqueda interminable: Aceptemos los límites. La búsqueda de respuestas acerca del universo, el espacio y el tiempo infinitos parece no acabar nunca. El biólogo Lewis Thomas señaló: «Este proceso no tendrá fin, siendo como somos una especie de insaciable curiosidad, siempre explorando, observando cuanto nos rodea e intentando comprender las cosas. Nunca resolveremos el enigma. No me imagino un punto final en el que todo el mundo suspire aliviado y diga: ‘Por fin lo comprendo todo’. Siempre habrá algo que se nos escape».

Tocante a la religión verdadera, la búsqueda de conocimiento también es interminable. Pablo, uno de los escritores de la Biblia, afirmó: «Ahora no vemos más que reflejos en un espejo que no nos dejan más que enigmas por resolver [...]. Ahora conozco sólo en parte» (1 Corintios 13:12, Barclay).

No obstante, el conocimiento parcial o la falta de respuestas tanto en el campo científico como en el religioso no impiden que lleguemos a conclusiones lógicas basadas en los hechos establecidos. No necesitamos saber los detalles sobre el origen del Sol para estar absolutamente seguros de que va a salir mañana.

Permitamos que hablen los hechos. Al buscar respuestas, debemos dejarnos guiar por principios sólidos. A no ser que nos atengamos a hechos cuya veracidad ha sido demostrada fuera de toda duda, pudiéramos extraviarnos fácilmente en nuestra búsqueda de la verdad científica y religiosa. Siendo realistas, nadie puede examinar todo el conjunto de las pruebas e ideas científicas, que en la actualidad llenan enormes bibliotecas. Sin embargo, la Biblia recoge enseñanzas espirituales de un modo que resultan fáciles de investigar. Además, los hechos apoyan su veracidad.

Sin embargo, respecto al conocimiento en general, tanto en lo que a la ciencia como a la religión se refiere, hay que realizar un esfuerzo concienzudo para distinguir entre los hechos y las especulaciones, entre la verdad y el engaño. Como aconsejó el escritor bíblico Pablo, es necesario rechazar «las contradicciones del falsamente llamado ‘conocimiento’» (1 Timoteo 6:20). Para conciliar la ciencia con la Biblia, debemos permitir que los hechos hablen por sí mismos, es decir, evitar las conjeturas y las especulaciones, y examinar cómo los hechos se apoyan y complementan mutuamente.

Por ejemplo, si tenemos presente que en la Biblia la palabra día se emplea para referirse a diferentes períodos de tiempo, nos daremos cuenta de que el relato de los seis días creativos recogido en Génesis no contradice necesariamente la aseveración científica de que la edad de la Tierra es de cuatro mil quinientos millones de años. Según la Biblia, este planeta ya existía antes de que comenzaran los días creativos, aunque no especifica cuánto tiempo antes. ¿Fueron los días creativos períodos de veinticuatro horas? Incluso si la opinión científica cambiara e indicara que la antigüedad de la Tierra no es la mencionada, lo que dicen las Escrituras seguiría siendo cierto. En vez de contradecir la Biblia, en este y muchos otros casos, la ciencia proporciona en realidad un gran caudal de información suplementaria sobre el mundo físico tanto del presente como del pasado.

¿Fueron los días creativos períodos de veinticuatro horas?: Algunos fundamentalistas protestantes sostienen que la historia prehumana se explica mediante el creacionismo, y no la evolución. Afirman que el mundo físico fue creado en tan solo seis días de veinticuatro horas, hace de seis mil a diez mil años. Sin embargo, tales afirmaciones promueven una enseñanza que no es bíblica, lo cual ha hecho que muchas personas se burlen de la Biblia.

Ahora bien, cuando aparece en las Escrituras la palabra día, ¿designa esta siempre un período de veinticuatro horas literales? En Génesis 2:4 se habla del día que Jehová Dios hizo tierra y cielo. Este día incluye los seis días creativos mencionados en el capítulo 1 de Génesis. Según el uso que recibe esta palabra en la Biblia, un día es un espacio de tiempo determinado, que puede ser de mil o de muchos miles de años. Los días creativos a los que se refieren las Escrituras quizá duraron miles de años cada uno. Además, la Tierra ya existía antes de que comenzaran los días creativos (Génesis 1:1). Por consiguiente, tanto el relato bíblico como la ciencia verdadera concuerdan en este punto (2 Pedro 3:8).

Respecto a la afirmación de que los días creativos fueron períodos de solo veinticuatro horas, el biólogo molecular Francis Collins comenta:
El creacionismo ha hecho más daño a la concepción seria de la fe que cualquier suceso de la historia moderna.

Fe, no credulidad. La Biblia nos brinda conocimiento de Dios y sus propósitos, el cual no se encuentra en ninguna otra parte. ¿Por qué debemos confiar en la Biblia? Ella misma nos invita a comprobar su exactitud. Piense en su utilidad, en su autenticidad histórica, en su honradez y en la franqueza de sus escritores. Al investigar la exactitud de las Escrituras, por ejemplo, las declaraciones de naturaleza científica que contienen o, aún mejor, los cientos de profecías que se han cumplido infaliblemente a lo largo de los siglos hasta nuestros días, es posible tener fe firme en ella como la Palabra de Dios. La fe en la Biblia no es credulidad, sino confianza en la exactitud de su contenido, una confianza basada en hechos.

Respetemos la ciencia; reconozcamos el valor de la religión. Los testigos de Jehová invitan a las personas de mentalidad abierta, sea que tengan inclinaciones científicas o religiosas, a buscar sinceramente la verdad en ambos campos. En sus congregaciones, los Testigos fomentan un sano respeto por la ciencia y las conclusiones científicas que han sido probadas. Asimismo tienen el pleno convencimiento de que la verdad religiosa solo se halla en la Biblia, la cual, respaldada por abundantes pruebas, afirma francamente que es la Palabra de Dios. El apóstol Pablo señaló: Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que oyeron de parte de nosotros, la aceptaron, no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios (1 Tesalonicenses 2:13).

Claro está, al igual que ha sucedido con la ciencia, también se han infiltrado en la religión mentiras y prácticas perjudiciales, de modo que existen la religión verdadera y la falsa. Por esta razón, muchas personas han dejado las religiones tradicionales y se han convertido en miembros de la congregación cristiana de los testigos de Jehová. Dichas personas se han desilusionado con sus anteriores religiones, ya que estas se aferran a tradiciones y mitos humanos en vez de aceptar la verdad revelada.

Sin embargo, los cristianos verdaderos le encuentran auténtico significado a la vida; significado basado en un conocimiento profundo del Creador —tal como se le revela en la Biblia— y de su propósito expreso respecto a nosotros, los seres humanos, y el planeta en el que vivimos. Los testigos de Jehová hallan satisfactorias las respuestas razonables que da la Biblia a preguntas como por qué estamos aquí y adónde nos dirigimos. Con mucho gusto compartirán con usted dicha información.

Tomado de
Watchtower
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