Sunday, May 30, 2010

Siempre te voy a querer...

Siete años de duelo constante es mucho para cualquier alma. Mucho. Sentirte en el aire, añorando lo imposible y tratando de reconstruir tu vida desde la nada a la misma vez, es una tarea titánica, desgastante, demoledora para cualquier ser humano.


Cuando siete años después vuelves a lo añorado, cuando ves que lo que atesoras está en tu corazón y va -e irá- siempre contigo, comprendes de golpe que esos siete años de duelo absoluto no tenían sentido y que dejaste pasar muchas cosas hermosas por estar llorando lo que fue, lo que te quitaron, ese mundo que ya solo es y tiene sentido dentro de tu corazón... Entiendes que estás adaptada a tu nueva vida mucho más de lo que quisiste ver. Entiendes que nunca nadie, ni tiranos, ni geografías, van a quitarte ese amor inmenso que guardas en el corazón, esas vivencias que transitaste y que han hecho de ti la persona que eres hoy, esos afectos que son tuyos y te corresponden, más allá de todo...


Ojalá hubiese hecho este viaje antes, ¡cuántas lágrimas y cuánto dolor me habría evitado!. Pero no voy a caer en lo mismo de estos siente años. Lo hice ahora, cuando mi alma estaba preparada para aceptarlo, cuando cerrar capítulos y enterrar esperanzas, no iban a destrozarme en el intento, cuando me iba a quedar claro cuáles son los afectos verdaderos, quiénes a pesar del tiempo y la distancia, siguen sintiendo por mi el mismo amor que yo por ellos... Y también, todo hay que decirlo, he encontrado afectos nuevos, frescos, lindísimos. Personas que llevan tiempo en mi vida y que se han dado el tiempo y el espacio en sus complicadas vidas, para darme un abrazo y permitirme a mi dárselos también, saltando de lo virtual a lo material a todo color y con una emoción enormísima...

Miro por la ventana. El Ávila (1) llena por entero mis ojos, las guacharacas (2) le ponen audio en estéreo a la visión y el cafecito colándose le pone el mejor aroma posible al paisaje... Eso es mío, así, dicho entre lágrimas que mojan el teclado. Todo eso es mío y nada ni nadie me lo va a quitar nunca. Seguiré temblando de miedo cuando, en la distancia, vea los terrores que ahogan a mi tierra, a mi gente. Esperaré con toda mis esperanzas que un día la pesadilla termine. Volveré más veces a visitarla como a un ser amadísimo...

Siempre te voy a querer, Venezuela, siempre...



Ps) Mientras este post sale publicado, yo voy en el avión, volando sobre algún punto entre Venezuela y España, luego de un mes lleno de muchas emociones en Caracas, de regreso a mi Vida con otra visión...


(1) El Ávila es la montaña que recorre Caracas de este a oeste. Es el norte referencial -físico y emotivo- de todos los caraqueños...
(2) La guacharaca -foto- es un ave galliforme que le pone una música muy particular a las mañanas y a los atardeceres caraqueños...

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