(Agencia ACTA) El presidente depuesto de Honduras dialogó en exclusiva con la agencia ACTA. Manifestó su apoyo a la resistencia, pidió justicia para las víctimas del golpe de Estado y acusó a los Estados Unidos por impulsar su destitución y el quiebre institucional en el país centroamericano. “Cuando Estados Unidos acepta y apoya el golpe la única solución que le queda al pueblo es iniciar la resistencia”, sostuvo. “Hoy en Honduras se han caído máscaras de toda una sociedad burguesa que quiere imponer a sangre y fuego, con armas, un sistema de explotación”.
El presidente depuesto de Honduras Manuel Zelaya -que actualmente es coordinador del Consejo Político de Petrocaribe- luce un traje negro, camisa blanca y una corbata mostaza, su pelo negro engominado pero sin el clásico sombrero con el que se lo vio en las diferentes instancias antes y después del golpe de Estado del 28 de junio de 2009. Recibe cerca de las 16 a ACTA en el lobby del Hotel Sheratton, en el barrio porteño de Retiro, invitado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a los festejos del Bicentenario, de quien se mostró agradecido “por el gesto”.
Cordial, con un discurso firme y sin apuro, dialoga con ACTA mientras toma una café con leche. También muestra su tristeza por las víctimas del golpe que ya alcanzan, según organismos de derechos humanos, el medio centenar. No puedo evitar las lágrimas cuando recordó a “las víctimas... la muerte de Isis... Obed Murillo, de Wendy (Avila), y todos los que han ofrendado la vida”.
Dentro de dos días se cumplen 11 meses del Golpe de Estado que lo destituyó, ¿qué balance hace de lo acontecido en este tiempo?
Es una tragedia un golpe de Estado, pero también se convierte en una oportunidad para evidenciar qué es lo podrido en una sociedad y qué surge inmediatamente. El pueblo hoy ha despertado y está de pié y luchando con grandes desventajas, porque luchamos contra las armas y el pueblo no usa armas. Luchamos contra la imposición y el pueblo lo que usa es paz, métodos pacíficos de la no violencia. Frente a eso hemos tenido el apoyo de la sociedad internacional, pero el balance es positivo en lo que llamaba el filósofo (alemán Arthur) Schopenhauer que es “el despertar la voluntad”. Algo es tomar conciencia pero despertar la voluntad es acción y ahora lo que falta es eso, la acción firme, continua, permanente hasta lograr espacios de libertad, que es lo que necesitamos.
Luego del asalto a su morada en la madrugada del 28 de junio de 2009 junto a su hija Xiomara, ¿imaginó esa reacción popular para su restitución?
Nosotros hemos asumido como demócratas una sola posición, la única fuente legítima de poder en una sociedad es el pueblo, las grandes mayorías, que se expresan a través de la masa popular y a través de la expresión voluntaria, del imaginario colectivo de una sociedad. En eso muchos no creen, hay quienes debaten esa posición. Yo he confiado en eso para participar en política. Dejé mi casa, dejé mis bienes, dejé mi familia para entrar de lleno en la política y es porque confío en ese espíritu de la sociedad y si no confiará en ese espíritu hubiera muerto ¿y sabe por qué? Porque un golpe de Estado es un retorno a las cavernas, un retorno a la barbarie, un retorno de la violencia que vuelve a asumir el poder, a imponer por la fuerza, a sangre y fuego lo que consideran conveniente para ellos. Lo que pasó en Honduras es un retroceso, pero es una alerta también para América latina. Al retorno de la violencia bruta debemos de oponer cada vez más organización, más fuerza, más conciencia, más energía, más convicción y eso está haciendo el pueblo hondureño y por eso agradezco el apoyo de Latinoamérica.
Cuando se intentó realizar la consulta de la “cuarta urna” para preguntar si el pueblo quería una Asamblea Constituyente, ¿usted consideró que confió demasiado en las Fuerzas Armadas?
Las Fuerzas Armadas me fueron leales hasta que se metió la Central de Inteligencia (CIA) y el Comando Sur. Cuando entraron ellos, que fueron educados en la Escuela de las Américas, cuando toda la derecha (norte) americana empezó a darles todo el apoyo, la logística, entonces asumieron el papel para sus antiguos jefes y dejaron a su comandante general (Zelaya) y promovieron y planificaron el golpe de Estado. La historia no va a hacerles el favor con esto.
¿Cuándo cree que comenzó a gestarse el complot?
Ese período duró como un mes, cuando la CIA, con todas sus operaciones de guerra psicológica sucia, empezó a actuar en Honduras para promover la anarquía y preparar todo para un golpe de Estado. Las Fuerzas Armadas lucharon para mantenerse del lado mío, pero en un momento determinado flaquearon y todos los comandantes llegaron a decirme que no iban a obedecer mi orden, que era su comandante, que les convenía más irse con la derecha. Así me lo dijeron, expresamente ¡Se fueron con la derecha!, acompañaron al golpe de Estado. Pero ellos son instrumento de una elite económica hondureña, son subsidiarios de transnacionales norteamericanas del petróleo, que son las que verdaderamente financian, influyen y preparan todas las operaciones en el Comando Sur para el golpe de Estado. Obama estuvo opuesto al principio y después se unió al Golpe.
¿Usted cree qué en ese plan de la CIA y el Comando Sur el objetivo era tal como ocurrió destituirlo y sacarlo para Costa Rica o asesinarlo?
Eso no lo sé. Conozco los manuales que ellos utilizan. Han dado 55 golpes de Estado en el último siglo. Pero creímos que el siglo XXI era otra cosa. Obama nos dijo cuando vino a Trinidad que “dejemos de atacar a Estados Unidos por el pasado, yo soy el futuro”. Nunca creímos que el futuro iba a ser tan cruel y eso es lo que estamos viviendo ahora.
Cuando retorna sorpresivamente a la Embajada de Brasil en Tegucigalpa a principios de septiembre, ¿qué efecto esperaba lograr?
Zelaya le regaló a la directora del documental "Quien dijo miedo. Honduras de un golpe", Katia Lara, un libro sobre Morazán.
Yo soy un pacifista. Creo en la voluntad legítima de poder, en la soberanía popular. Principios inalienables, irreductibles. Mi lucha está basada precisamente en la misma lógica: en no usar armas para defender mis ideas. En ese sentido, regresé y fui reprimido, torturado, metido en un calvario, rodeado por los militares durante cuatro meses, con varios compañeros que estuvieron conmigo en la sede diplomática de Brasil, donde me dio acogida el presidente Lula Da Silva y el canciller Celso Amorín, quienes nos cubrieron para que no fuéramos asesinados. Nos tiraron bombas, nos invadieron la Embajada, trataron de sacarnos a través de una guerra psicológica poniéndonos marchas militares castrenses durante toda la noche, 14 horas de marcha continua, de afuera nos bombardearon con gases venenosos, irradiación electrónica, ruidos subsónicos para hacernos enloquecer. Pero había que hacer esa lucha, y yo estaba dispuesto a dar la vida si era necesario por una causa. El trabajo de nosotros debe inspirar a otra gente porque lo que sufren las generaciones del pasado no queremos que lo sufran las generaciones del presente y las del futuro.
El secretario general de la OEA, José Insulza, casi hizo depender del retorno suyo a Honduras que el país regrese a la órbita de la OEA. Y el actual presidente hondureño, Porfirio Lobo, surgido de unos comicios convocados por el presidente golpista Roberto Micheletti, dice que tampoco hay razones para que no vuelva.
Yo ya regresé una vez a Honduras y fui recibido con bombas, con balazos, con rodeos de los militares, con ataques, con crueldad, con tortura; no me podía ni asomar a la ventana porque tenía un francotirador con ópticas y luces infrarrojas sobre mi frente. Me amenazaban 24 horas. El presidente (de Honduras Profirio) Lobo ha dado algunos gestos en ese sentido, pero está rodeado por la estructura del golpe de Estado, rodeado por el golpismo. Si quieren que yo entre a una cámara de gas o a un campo de tortura o a un campo de concentración creo que esa no es una invitación elegante para un presidente que fue derrocado por el único delito de querer hacer una encuesta pública ante el pueblo hondureño
¿Volvería a Honduras?
Yo quiero regresar a Honduras pero que se me respeten mis garantías, mi libertad, mis derechos. No he tenido una sola demanda en mi vida, no he sido citado a un juzgado jamás y he manejado empresas, instituciones, he sido ministro, diputado al Congreso Nacional, ni en mi vida pública, privada, jamás. Sin embargo, Tengo 34 demandas, órdenes de captura simplemente porque un régimen golpista militar abusa de las armas para tomar el poder en forma violenta en el país.
¿Que sintió ayer durante los masivos festejos por el Bicentenario?
América Latina ha dado muestras de que ha dejado poco a poco de ser colonia, de ser una sociedad sometida a los intereses asimétricos de las grandes potencias del mundo. Es el legado que dejan los presidentes de sudamérica. Hubo un mensaje al mundo, solo la unidad latinoamericana puede hacerla libre a América latina. Mientras nosotros nos doblegemos y nos sometamos a dictados como el del Consenso de Washington no vamos a poder salir adelante en nuestros países.
¿Sabe qué el lunes 7 de junio se estrenará en la Argentina y en el mundo el documental “Quien dijo miedo. Honduras de un golpe”, sobre el golpe de Estado en Honduras y la resistencia del pueblo?
Sí, los felicito. Se que cualquier acción que se haga donde prevalezca la razón y la justicia estará a favor del pueblo hondureño. Que las víctimas (lágrimas)... la muerte de Isis... Obed Murillo, de Wendy, y todos los que han ofrendado la vida por esa causa, no queden impunes. Que un día haya justicia en Honduras.
ACTA
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment