Los caraqueños más o menos asiduos de el Ávila saben por dónde voy, los demás estarán con cara de "¿Y ese título del post?". Así que allá voy con el cuento.
El Ávila forma parte de Caracas, se le puede ver desde todos los puntos de la ciudad, como puede verse en la foto que inicia este post. Los caraqueños no necesitamos brújulas para orientarnos. Miramos El Ávila y sabemos que ése es el norte, así que nos ubicamos perfectamente, aunque estemos en zonas de la ciudad que no nos sean familiares :)
Uno de los paseos que más se hacen al Ávila es, sin duda alguna, la subida al puesto de Guardaparques Sabas Nieves, comenzando el ascenso desde la urbanización Altamira. A lo largo de todo el día suben cientos de personas, los asiduos para hacer ejercicio, los itinerantes para tener un poco de contacto con la naturaleza.
El camino es ancho, de tierra es rojiza y la subida es muuuuy fuerte. Los que están full entrenados suben en 15 ó 20 minutos, los que tienen más o menos buenas condiciones lo hacen en media hora y los hay que no llegan jamás :D.
Yo confieso que cuando comencé con aquella rutina de subir, al principio tardaba 45 minutos y subía con una persona que lo hacía el 20, así que él me esperaba arriba y yo iba a mi entera bola, ¡procurando no morirme ahogada!. Una vez que ya tenía entrenamiento, lo llegué a subir en 35 minutos, lo cual para mi era ún record olímpico: Yo en terreno plano llego caminando al fin del mundo, en subida me cuesta el alma, lo confieso.
Yo confieso que cuando comencé con aquella rutina de subir, al principio tardaba 45 minutos y subía con una persona que lo hacía el 20, así que él me esperaba arriba y yo iba a mi entera bola, ¡procurando no morirme ahogada!. Una vez que ya tenía entrenamiento, lo llegué a subir en 35 minutos, lo cual para mi era ún record olímpico: Yo en terreno plano llego caminando al fin del mundo, en subida me cuesta el alma, lo confieso.
A mitad de camino se encuentra este banquito, un sitio que adoro y que tiene una vista espectacular. Ahí es donde irán a dar mis cenizas el día que me toque volar a otros mundos :)
Cuando ya se llega arriba hay una plataforma para hacer ejercicios, una gramita (césped) que es una caricia para el cuerpo y para el alma, cuando se llega al Guardaparques, y el mejor guarapito de papelón con limón que me he tomado en mi vida...
Recuerdo una vez, al principio de mi entrenamiento, que ya me quedaba solo el último trecho y veía la grama, estaba en tal estado de desentrenamiento que me iba a dar un síncope de lo mal que estaba respirando, y el trecho que me faltaba era el peor... Me detuve, me di la vuelta para mirar la ciudad mientras recuperaba la respiración, y lo que vi no podía creerlo: al pie de esa última subida, que es la peor por lo inclinada, venía un chico de unos 25 años, al que le faltaba una pierna y subía apoyado en muletas... Cuando me vio me dijo "¡Venga, catira (rubia), que te estoy alcanzando!" Era un chico joven, guapísimo, con un torso que debe ser igualito al de Hércules y unos brazos espectaculares. Él llegó antes que yo, porque entre otras cosas, la lección que acababa de darme me dejó en shock... Cuando llegué arriba, palmeó la grama (césped) indicándome que me sentara a su lado. Ahí supe que la pierna la había perdido en un accidente de moto, pero él se había propuesto que, en todo lo posible, su vida no cambiara. Por eso seguía subiendo a Sabas Nieves y ¡en el mismo tiempo que cuando tenía las dos piernas!. Seguramente él ni me recordará, porque nunca más volvimos a coincidir (lamentablemente), pero yo no he dejado de recordarlo nunca, porque es una de las personas que tocó mi vida con su magia...
Las fotos y la información las he sacado de aquí
Vista satelital de la ruta
No comments:
Post a Comment