A veces no estamos tan brillantes, los cangrejitos como yo necesitamos del silencio y la luz tenue del interior de nuestro caparazón para reencontrarnos, para retomar el equilibrio... En cualquier otra época yo habría gritado, llorado y le habría contado a quien hubiese querido escucharme, los miedos que pasaban por mi alma. De una época a esta parte -tengo bien precisado el momento-, prefiero mirarme por dentro, lamerme mis propias heridas, llorar sin lágrimas y cantarme las verdades. He aprendido que el miedo es un peso en las alas que no nos permite levantar el vuelo y ni tan siquiera nos deja levantar la cara hacia el cielo y sentir la luz del sol, la brisa de la mañana, contar las cosas buenas, que siempre son más que las no tan buenas, para que pasado el mal rato, nos demos cuenta de que nuestra imaginación lo había hecho peor de lo que ha sido en la realidad, porque como dice Leo, el miedo nos hace menospreciar nuestra capacidad de salir adelante... Las cosas deben tomarse según de quién vienen y lo que no podemos permitir es que otros nos digan quiénes somos, porque nadie sino quien se vive día a día puede saber de qué madera está hecho...
Luego del cambio tan brutal que ha dado mi vida de unos años a esta parte, después de todo lo perdido, después de todo lo alcanzado y reconstruído, ¿qué es una raya más para un tigre??? ¿quién dijo miedo????
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