Uno. Ama la singularidad sobre todas las cosas.
Dos. No te creas ni una palabra de lo que tus padres y educadores te hayan dicho sobre el mundo. Aun en el caso poco probable de que ahí hubiese alguna verdad, te resultará del todo inútil hasta que no te la hayas demostrado a ti mismo o misma mismamente.
Tres. Desprecia todas las fórmulas preestablecidas, incluso —y sobre todo— la del matrimonio: si amas a alguien, demuestra que puedes ser original.
Cuatro. Desconfía de todo principio fundado en la tradición: si es bueno para ella, casi con toda seguridad será nocivo para ti como individuo singular.
Cinco. En Navidad no seas otro borrego consumista más.
Seis. Si eres de un equipo de fútbol, un partido político, miembro de alguna iglesia u organización filantrópica, o todavía ves la televisión o te crees los periódicos, no sigas leyendo: no tienes remedio.
Siete. Ignora por completo a los políticos de derechas; desconfía totalmente de los políticos de izquierdas; de los del centro no te creas nada y menos que nada su centralidad.
Ocho. Cumple las leyes por una cuestión de salud y preservación personales, no porque sean moralmente aceptables: la Alemania nazi, la Rusia de Stalin, la España de Aznar y la América de Bush también tuvieron sus leyes.
Nueve. La naturaleza sigue al hábito: no hay leyes universales: sólo el infinito limita tu creatividad.
Diez. Huye de curas, gurus, lamas, rabinos y mulás como de la peste... o acabarás haciendo el papel de hombre-sin-cabeza en su circo moral.
Diez y medio. Honra a tu madre y a tu padre... en el caso estadísticamente infrecuente de que se lo merezcan.
Once. Encuentra la clave dentro de ti y no te creas ningún decálogo: como ves, éste ni siquiera lo es.
Fuente: Trek_log
Pero yo me lo encontré aquí
y el post no lleva ilustración pq a Blogger no le salió de... ahí...
Sunday, July 30, 2006
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