Monday, October 3, 2005
Transformaciones...
Una joven, con un brillo especial en los ojos, empieza a contarme la historia. Al prinicipio era la muralla. Después, la muralla siguió allí, pero una de las paredes se utilizó para la construcción de una capilla. Pasadas decenas de años, la capilla se transformó en una iglesia. Un siglo más, y la iglesia se convirtió en una catedral gótica. La catedral conoció sus momentos de gloria, surgieron algunos problemas de estructura, fue abandonada por un tiempo, sufrió reformas que deformaron su estructura, pero cada generación creía que había resuelto el problema, y rehacían los planos originales. Así, en los siglos que siguieron erguían una pared aquí, demolían una viga allá, aumentaban refuerzos de este lado, abrían y cerraban las vidrieras.
Y la catedral lo resistía todo.
Camino por su esqueleto, viendo las reformas actuales: esta vez, los arquitectos garantizan que han encontrado la mejor solución. Hay andamios y refuerzos de metal por todas partes, grandes teorías sobre los pasos futuros y algunas críticas a lo que se hizo en el pasado.
Y de repente, en medio de la nave central, me doy cuenta de algo muy importante: la catedral soy yo, es cada uno de nosotros. Vamos creciendo, cambiando de forma, nos abordan algunas debilidades que deben ser corregidas, no siempre escogemos la mejor solución, pero a pesar de todo seguimos adelante, intentando mantenernos erguidos, correctos, de modo que honremos no a las paredes, ni a las puertas o ventanas, sino al espacio vacío que está allí dentro, el espacio en el que adoramos y veneramos aquello que nos es querido e importante.
Sí, somos una catedral, sin ninguna duda. Pero ¿qué hay en el espacio vacío de mi catedral interior?
Paulo Coelho
El Zahir
Sept 2005
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