Tuesday, March 7, 2006

Porque yo lo valgo...

En una breve conversación, un hombre le pregunta a una mujer:


- ¿Qué tipo de hombre estás buscando?


Ella se quedó un momento callada antes de mirarlo a los ojos y le preguntó:


-¿En verdad quieres saber?


- Si, claro


- Siendo mujer en esta época, estoy en una posición de pedirle a un hombre lo que yo sola no puedo hacer por mi. Yo pago todas mis facturas. Yo me encargo de mi casa sin la ayuda de un hombre. Yo estoy en la posición de preguntar: "¿que es lo que tú puedes aportar en mi vida?"


El hombre la miró pensativo y claramente creyó que ella se estaba refiriendo ¡al dinero!


Ella, sabiendo lo que él estaba pensando, aclaró:


- No me estoy refiriendo al dinero. Yo necesito algo más. Yo necesito un hombre que luche por la perfección en todos los aspectos de la vida.


El cruzó los brazos, se recargó en la silla y mirándola, le pidió que le explicara...


Ella continuó:



- Yo busco a alguien que luche por la perfección mental, porque yo necesito a alguien con quien conversar y que me estimule mentalmente. Yo no necesito a alguien mentalmente simple. Yo estoy buscando a alguien que luche por la perfección espiritual, porque yo necesito a alguien con quien compartir mi fe en Dios. No necesito a un hombre que luche por la perfección financiera, porque yo no necesito un cargo financiero. Yo necesito a alguien suficientemente sensible para que comprenda por lo que yo paso en la vida como mujer, pero suficientemente fuerte para darme ánimos y no dejarme caer.


Estoy buscando a alguien a quien yo pueda respetar. Para poder ser sumisa, yo debo respetarlo. Yo no puedo ser sumisa con un hombre que no pueda arreglar él mismo sus conflictos. Yo no tengo ningún problema con el ser sumisa, simplemente él tiene que merecérselo. Dios hizo a la mujer para ayudar al hombre y viceversa, pero yo no puedo ayudar a un hombre que no se puede ayudar a sí mismo.


Cuando terminó, ella lo miró a los ojos, él se veía muy confundido, con muchas interrogantes...


- Estas pidiendo mucho, dijo él...



Ella, sonriendo, le contestó:

- Es que yo valgo mucho...


Desconozco su Autor/a

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