Cuando me amé de verdad, pude comprender
que en cualquier circunstancia, estaba en el
lugar correcto a la hora correcta.
Entonces pude relajarme.
Cuando me amé de verdad, pude percibir que el
sufrimiento emocional es una señal de que estoy
yendo contra mi verdad.
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi
vida fuera diferente y comencé a ver que todo lo que
sucede contribuye para mi crecimiento.
Cuando me amé de verdad, comencé a percibir como
es ofensivo intentar forzar a alguna cosa a alguien que
todavéa no está preparado - incluyéndome.
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo
lo que no fuera saludable: personas, tareas, creencias y
cualquier cosa que me disminuyera.
Mi razón llamó a eso egoísmo.
Pero hoy sé que es amor propio.
Cuando me amé de verdad, dejé de temer mi tiempo
libre y desistí de hacer planes. Hoy hago lo que creo
correcto y a mi propio ritmo. ¡Y cómo es bueno eso!
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener
siempre la razón y, con ello, me equivoqué en
menos ocasiones.
Cuando me amé de verdad, desistí de estar reviviendo
el pasado y de preocuparme por el futuro.
Eso me mantiene en el presente,
que es donde la vida sucede.
Cuando me amé de verdad, percibí que mi mente
puede atormentarme y decepcionarme.
Pero cuando la pongo
al servicio de mi corazón,
se vuelve una gran y valiosa aliada.
Fragmentos del libro:
"CUANDO ME AMÉ DE VERDAD"
de Kim McMillen & Alison McMillen
La ilustración fue tomada de -click aquí-, una página que para variar, no sé cómo encontré, pero al César lo que es del César... me encantó para traerla a mi primer Post ilustrado :)
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