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Cuando estaba en Caracas y durante muchos años, vestir la casa de Navidad era un ritual que compartía con mi amiga y comadre Magaly. Los dos últimos fines de semana de cada mes de Noviembre estaba agendada la cita: primero en casa de Maga y luego en la mía, poner el pesebre (nacimiento), montar el arbolito y adornar nuestras respectivas casas para darle entrada a la Navidad eran un ritual mágico... En esos dos días, mientras nosotras ideábamos cómo adornaríamos árbol y casa, los hombres cocinaban para nosotras: En casa de Magaly, nos hacían pan de jamón y para ella pan de queso, porque el de jamón a ella no le gusta... En mi casa, una famosa receta de un también famoso restaurante caraqueño -El Chalet Suizo del Hotel Crillón-, creo que lamentablemente ya desaparecido, en el que el plato ni siquiera aparecía en la carta y que unos diligentes mesoneros preparaban delante de ti, en tu propia mesa, y solo para los clientes asiduos: la Pasta Suiza.
Luego de mi salida de Venezuela me he ido adaptando a casi todo, pero lo que peor llevo de este exilio son justamente estas fechas, en que extraño a morir esos dos fines de semana de rituales mágicos e inigualables... y no dejaré morir la esperanza de volver a tenerlos, mientras me quede corazón...
En La foto superior se ve a Laura en la casa de Magaly y Laureano, en el último -por el momento- Noviembre que pasamos en Venezuela, en el año 2002 y en la foto inferior, nuestro último arbolito de Navidad en nuestra casa de Caracas, el mismo año...
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